Hasta hace un par de años lo más espontáneo que le habíamos visto hacer a Iker Casillas había sido aquel beso que le plantificó en los morros a Sara Carbonero al ganar el Mundial de Sudáfrica, del que por cierto se acaban de cumplir 12 años el pasado lunes. El exportero siempre ha sido un tipo discreto, diríamos que tímido, limitando su exposición social al ámbito laboral y sus labores altruistas. No sabíamos mucho de su personalidad y, a juzgar por los últimos acontecimientos, quizás fuese mejor así.
Casillas se abrió una cuenta en TikTok cuando lo hizo la mayoría de los españoles con más de 20 años: en el verano de la pandemia. Aquel 2020 estaba siendo duro y los vídeos de chorradas empezaron proliferar como algo necesario sin serlo. Tu vecina del quinto, el peluquero, tu primo al que no ves desde hace 20 años... Todos ellos se hicieron un perfil y empezaron a grabarse haciendo bailes, retos, doblajes y memeces varias que después, obviamente, te reenviaban: "Jaja, qué bueno", mentías al recibirlos.
En honor a la verdad, Casillas no empezó tan fuerte. Sus primeras publicaciones son vídeos recordando alguno de los muchos momentos épicos de su carrera, pero en un par de meses ya había descubierto que los likes en esa red social se peleaban de otra forma: músicas de fondo, interacción con los fans, montajes, chistes... y bailes, claro. O, bueno, no bailes que acaban siéndolo con el efecto adecuado.
"Tenemos que casarle"
Después de un primer amago durante sus vacaciones, Iker Casillas ha publicado esta semana un vídeo en el que sale moviéndose a ritmo de cumbia por obra y gracia de un efecto de la red social: "Cuando no quieres bailar pero TikTok hace su magia", ha escrito en el pie de unas imágenes que superan los dos millones de visualizaciones.
En TikTok el vídeo de Iker ha gustado y ha generado comentarios positivos porque el mundo allí es de colorines y siempre suena ABBA, pero no tardó en llegar a Twitter y ya sabemos qué supone eso: darse de bruces con la realidad, el sarcasmo y la mala baba del personal, para bien y para mal. Ha sido una tuitera la que ha compartido el documento gráfico sin acabar de creerse lo que estaban viendo sus ojos...
No tardaron, como era de esperar, en su sumarse más críticos. La teoría que manejan ―y más teniendo en cuenta aquel extraño lío que se trajo con una tuitera el pasado mes de abril― se centra en un solo aspecto por encima de todo: la necesidad de que Casillas se empareje cuanto antes o, en su defecto, que deje de exhibir este tipo de cosas.
Rompemos desde aquí una lanza en favor de que Casillas o cualquier otro haga y publique lo que le dé la gana aunque, como también le ocurrió en su momento a Gasol, nos haga pasar un pelín de vergüenza ajena.