Estamos más que acostumbrados a que lleguen a las páginas de La Jungla las historias más rocambolescas de los españoles que viven en otros países, así como los choques culturales que llaman la atención a los extranjeros que deciden venirse a vivir a España. Sin embargo, hasta ahora no nos habíamos hecho eco de un episodio tan terrorífico como el que hoy nos ocupa: el del español que vivió cuatro meses con un psicópata en Dublín.
La historia llega de la mano del tiktoker Nacho Barrueco, con más de 32.600 seguidores en la red social, que lleva en la capital irlandesa desde septiembre de 2022. Precisamente, fue la primera vivienda en la que se alojó donde sucedió todo, al principio con una amiga de compañera de cuarto: "La casa era una mansión enorme y teníamos una habitación con una litera, pagábamos 800 euros cada uno", explica en el primero de sus vídeos.
"El tío nos recibe con una cena y todo guay hasta que empezamos a ver cosas raras", anticipa, enumerando que la casa estaba vacía, sin rastro de vida y "helada", pero además "el tío no nos dejaba encender las luces, toda la casa a oscuras". Su casero les decía que se estaba separando, que esta era su vivienda de antes y por eso no tiene apenas cosas: "Nosotros veíamos que su mirada como que se perdía, se reía a destiempo, estaba bebiendo alcohol todo el rato... nos fuimos a dormir acojonados", confiesa.
En el segundo vídeo explica que, después de esa primera toma de contacto, el hombre desapareció para hacer un viaje por trabajo, así que con la casa para ellos solos, "empezamos a descubrir cosas un poco turbias". Les dijo que tenía dos hijos de 17 y 15 años y un hermano, pero encontraron un tique de compra de pañales y cosas de bebés, además de tener un usuario infantil en su cuenta de Netflix.
"Mi compañera se sentía superincómoda y me pidió por favor, al mes de vivir ahí, que se quería ir", relata, asegurando que el casero "me dijo que la condición para que ella se pudiese ir y yo pudiese seguir es que consiguiese a alguien, a dos personas que viviesen en nuestra habitación" y llevó entonces a "dos chavales" de Huelva. Con ellos encontraría un misterioso cajón en la habitación del anfitrión:
Deciden entrar en la habitación del casero durante uno de sus viajes por trabajo porque "teníamos pruebas de que él había entrado en nuestra habitación y nos mataba la curiosidad", afirma en el tercer vídeo. Comprobaron que estaban todos los cajones vacíos menos uno: "Encontramos un montón de juguetes antiguos como baberos, pañales... De repente escuchamos un sonido abajo, cerré corriendo y me quedé con el pomo en la mano".
Era el otro inquilino, que venía de trabajar y le contaron lo que habían visto: "Decidimos volver al día siguiente, con pegamento, para arreglarlo y, para nuestra sorpresa, no había absolutamente nada en ese cajón que estaba vacío y sabíamos que él estaba de viaje". Tiempo después, el hermano del casero "empezó a venir a chequearlo" y les dijo que tenían que buscar otro alojamiento, que la casa debía estar vacía a finales de año.
En el cuarto vídeo, Nacho cuenta un desenlace del todo inesperado y digno de una película de Amenábar, todo sea dicho. Después de encontrar nuevo piso no sin dificultades, el casero no quería devolverle la fianza de 800 euros y se plantó en la mansión el 22 de diciembre, pero nadie contestó a su llamada: "Entré y empecé a oír un ruido en la parte de arriba, subí las escaleras y lo que escuché fue épico, me cambió el cuerpo entero", confiesa.
"Empecé a escuchar a este señor llorar como un bebé, estaba gateando, vestido de bebé, con un gorrito, un body y un babero, con unos patucos, jugando con juguetes y con su hermano mayor, que había venido a casa, haciendo de niñera. O sea, de locos", reitera, contando que buscó su dinero en el despacho y se fue rápidamente para volverse a España por vacaciones. No obstante, por curiosidad, dice que regresó en febrero para toparse con algo todavía más misterioso.
"Vi que en la casa había aparcado un Tesla, un coche diferente al que este tío tenía, y en la cocina había un abuelito, un señor mayor", describe, añadiendo que timbró y le explicó al señor que él había vivido allí: "Me dijo que era imposible, que la casa había estado dos años cerrada porque era de su hijo y éste estaba viviendo en Australia", ha relatado, observando que le enseñó el DNI de su casero "y me dijo que no lo conocían de nada".
En su último vídeo, al menos por el momento, después de afirmar que el casero "podría tener trastorno de identidad disociativa", enumera los motivos por los que asegura que era un "psicópata" como su "incapacidad bestial para empatizar", su egocentrismo y que "era una persona supermanipuladora", sin descartar tampoco que tuviera "personalidad múltiple" o algún tipo de trastorno semejante:
Los vídeos de la rocambolesca historia de Nacho superan los dos millones de visualizaciones.