En España, nadie recuerda a su madre trabajando fuera del hogar. Lo dice el CIS en su último barómetro, que se hizo público este jueves. Es la radiografía de un fracaso histórico de las políticas de igualdad.
El CIS inició en febrero del 2013 una serie de preguntas para medir el recuerdo de los encuestados sobre los trabajos de su madre y padre cuando tenían 16 años. Ese año, el 64,8% recordaba a su madre “inactiva”. Es decir, como ama de casa, ni parada ni ocupada.
El porcentaje apenas se ha movido cuatro años después pese a los supuestos avances en igualdad. El 61,2% sigue recordando a su madre en casa, según el último barómetro. El dato contrasta con el de los varones. Tanto en 2013 como ahora, apenas el 1% recuerda a su padre “inactivo”.
"La maternidad penaliza"
Para comprender esta situación es necesario recordar cómo fue la incorporación de la mujer al mercado laboral en España. Silvia Claveria, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y editora de Politico, afirma que esta incorporación "fue tardía" en comparación a los países de su entorno. "Entramos más tarde en la democracia y hubo que pasar por un camino mucho más largo". Claveria asegura que la mujer comienza a trabajar no sólo por una cuestión de igualdad, también porque el país se da cuenta de que "está perdiendo un activo muy importante que no contribuye a la creación del Estado del bienestar".
La situación que retrata el último barómetro del CIS supone para la politóloga que aunque hoy la mujer pueda trabajar no puede conciliar el trabajo con las labores que tradicionalmente corresponden a su género: el cuidado del hogar y de los hijos. Labores que siguen siendo de ellas. "Que muchas mujeres estén inactivas es porque muchas veces, cuando son madres, no les sale a cuenta trabajar. Si tengo hijos y nadie me los puede cuidar me tengo que preguntar cómo gestionar los recursos que tengo. Probablemente me salga más rentable no trabajar y quedarme en casa cuidando de mis hijos".
En este sentido, afirma Claveria, es necesario plantearnos cómo afecta la brecha salarial. "Existe una diferencia entre sueldos importante entre hombres y mujeres, nosotras trabajamos un mes y medio gratis al año, ellos no, por lo que es la mujer la que se queda en casa y el hombre el que se va a trabajar porque gana más".
María Ramos, investigadora y profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, recuerda que "al principio de la vida laboral la brecha prácticamente no existe, pero a medida que pasan los años la diferencia de salarios crece, fundamentalmente porque la maternidad penaliza".
Las madres no son científicas
Es cierto que hay cierta diferencia, pero mínima, según los perfiles de edad. Los sondeos del CIS se realizan a personas de entre 18 y 65 años o más. Es decir, que la pregunta abarca un periodo muy amplio de tiempo. Una persona de 65 años, por ejemplo, se tiene que retrotraer a los años 70 para pensar en la ocupación de su madre. Pero un joven de 18 habla de 2015.
En 2013, el 44,1% de los jóvenes de entre 18 y 24 años recordaba a su madre en casa. El porcentaje ha caído al 35,8% en ese horquilla de edad en 2017. Sin embargo, el saldo total de la encuesta no compensa ni de lejos la diferencia laboral con los hombres.
No sólo por el total de inactivos, cuya diferencia es abismal. Sino también por el perfil de las profesiones. No llega ni al 1% (el 0,7) el porcentaje de encuestados que recuerda a su madre en un puesto directivo o gerente. En los padres, llega al 4%.
Las científicas se mueven en este periodo de tiempo entre el 3,5% y el 4,1%. Más del 60% de los encuestados tanto en 2013 como en 2017 identificaban en el sector servicios la actividad principal de la empresa en la que trabajaba su madre.
Para Claveria es necesario preguntarse hasta qué punto el mercado laboral quiere mujeres y bajo qué condiciones las quiere: "Las mujeres trabajan más a tiempo parcial que los hombres. Aunque ellas quieran trabajar a tiempo completo el mercado las lleva a hacerlo a media jornada". Esto se debe a que las empresas tienen asumido que una mujer tiene más complicaciones y porque la conciliación familiar sigue recayendo sobre ellas.
De ese modo la mujer se orienta a ocupaciones que son "más sustituibles y con menos progresión salarial", afirma Ramos. "Una mujer se va a decantar por profesiones donde es más fácil incorporarse y reincorporarse, como la enfermería o la farmacia, mientras que el hombre ocupa profesiones donde su papel es difícilmente sustituible, como un abogado cuyos clientes siempre quieren que los atienda la misma persona. Las profesiones de ellas son menos ambiciosas y con una curva salarial más plana, las de ellos tienen mayor proyección".
Madres trabajadoras, hijas trabajadoras
"Hemos creado una mujer apartada del trabajo", sentencia Claveria. Esta afirmación tiene implicaciones que van más allá del propio mercado laboral y condicionan su libertad como ser humano. "Las mujeres que trabajan en casa no tienen recursos económicos para ellas mismas, por lo que pueden tomar menos decisiones, como divorciarse. Tampoco crean espacios para socializar más allá de la familia, al no salir de ese círculo tienen menos probabilidad de que les interesen cuestiones como la política. Si trabajas en casa tienes más restricciones para implicarte en el mundo público".
Que el 61,2% de los españoles siga recordando a su madre trabajando sólo en casa también tiene consecuencias sociales a largo plazo: "La educación de la madre tiene mucho más efecto en los hijos que la del padre -dice Ramos- es de suponer que si las niñas ven que su madre trabaja en ocupaciones con poco prestigio esto les va a influir en su posterior desarrollo". En este sentido, Claveria afirma que "las mujeres con mayores cargas profesionales tienen hijas que sacan mejores notas en matemáticas y no hay tanta diferencia por género en cuestiones técnicas. Eso es importante para que las nuevas generaciones vean que el mundo público también es suyo y puedan trabajar en igualdad de condiciones".
Cuando se asume que el cuidado del hogar recae en las mujeres se condiciona la elección de su carrera profesional: "Con 20 años una chica ya se plantea su elección profesional en función de cómo le condicionará en el futuro a la hora de ser madre y ser trabajadora. Esa reflexión no la tienen que hacer los hombres", sentencia Claveria. Ramos recuerda que así "creamos roles que se perpetúan y no avanzamos como sociedad".
Igualdad real
Para que los próximos barómetros del CIS tengan que dejar de hacer esta pregunta y que la igualdad sea una realidad, Claveria afirma que el primer paso sería ofrecer "escolarización de cero a tres años pública y gratuita". Facilitando el acceso a las guarderías muchas familias no tendrían que tomar la decisión de quién se queda en casa a cuidar de los niños, por lo que en muchas ocasiones las mujeres no tendrían que abandonar sus trabajos al ser madres.
El segundo paso a conquistar sería tener "permisos de maternidad y paternidad obligatorios, intransferibles y remunerados". Pese a los avances en este sentido, las diferencias siguen siendo abismales -16 semanas para ellas y cuatro para ellos-. Si no hay diferencias en este sentido ser padres no penalizaría laboralmente a ningún género.
"El desarrollo de la ley de dependencia, favorecer el teletrabajo, permitir la flexibilidad en el trabajo y en el horario son las políticas ideales que de verdad favorecerían la conciliación y que harían mejorar el Estado del bienestar", dice Claveria. Sin embargo, asegura, estas políticas son prácticamente inexistentes y en los últimos años se ha retrocedido en la conquista de la igualdad: "Con la llegada del Partido Popular al Gobierno la ley de cuotas que implantó el PSOE, y que obligaba a que en los consejos de administración hubiera paridad entre hombres y mujeres dejó de ser efectiva. Se dijo que en 2015 aquellas empresas que no las cumplieran tendrían consecuencias legales, pero el PP derogó esa propuesta, por lo que las cuotas son sólo una recomendación, pero no son efectivas", recuerda la investigadora.
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