A uno le miran como si estuviese loco cuando se refiere al turismo como un problema. España es un país turístico y, según datos del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, cerramos 2016 con la cifra récord de 75.6 millones de turistas internacionales. El primer trimestre de 2017 arranca con una tendencia creciente.
Entonces, ¿qué tiene de malo el turismo? El centro de Madrid se está turistificando (término, por cierto, que Fundéu da como válido). La turistificación es el efecto negativo que tiene para el residente el descontrol y excesivo turismo de una ciudad. Yo vivo en el centro de Madrid y me está tocando muy de cerca.
Como siempre ocurre con toda polémica, las cosas se lían, los conceptos se confunden y los problemas se ahogan en un mar de críticas que vienen de todas partes, dejando que la situación acabe en un punto muerto. Como cuando empiezas una discusión de pareja y al final no sabes ni por qué ha empezado. Mi intención es desgranar desde dentro y como afectado de primera mano lo que realmente está ocurriendo con la turistificación de Madrid.
"La tendencia es clara y va a más"
En el 14 de Tirso de Molina han aparecido 8 nuevas viviendas turísticas en el último año. Los edificios de Corredera Baja de San Pablo 33 y Minas 5 se unen a Apodaca 5, Palafox 7 y Pozas 16, dedicados por completo al turismo. En mi edificio solo quedamos residentes en 5 de las 15 viviendas, el resto son turísticas. La tendencia es clara y va a más.
Es como si viviese en un hotel: constante movimiento de maletas, los dueños de los pisos turísticos limpian las casas con las puertas abiertas mientras pasan la aspiradora, ruido que no cesa en la pequeña escalera, fiestas nocturnas de visitantes no preocupados por el descanso de los vecinos porque ellos no viven allí y el mismo fenómeno, pero aplicado al cuarto de basuras, que se desborda constantemente y produce olores poco agradables.
"Echan a los vecinos del centro de Madrid"
Esto es vivir en un edificio afectado por la turistificación. Así es como nos echan a los vecinos del centro de Madrid.
La idea original de Airbnb era maravillosa, alquilar tu piso a turistas cuando no lo usas para ayudar con el alquiler y los gastos. Una genialidad. Pero poco a poco se ha ido degenerando y se ha convertido en un negocio. Los propietarios ya prefieren poner su piso en Airbnb antes que dedicarlo al alquiler de larga duración. Ocho millones de españoles han puesto su vivienda en alquiler turístico entre 2014 y 2016.
El problema es además un ecosistema completo del que no se puede escapar. Ante la situación actual de mi edificio hemos decidido buscar nuevo piso por la zona. Misión imposible. El propietario ya se ha dado cuenta de que dedicar su vivienda al alquiler turístico es mucho más rentable que hacerlo para el alquiler residencial.
"Subidas del 50% en el alquiler"
Esto ha reducido drásticamente la oferta de pisos y por lo tanto disparado el precio del alquiler. Hemos llegado a detectar subidas de hasta un 50% en los precios del último año. Este dato no viene de ningún estudio ni agencia, este os lo doy yo después de cuatro meses buscando piso sin éxito. Aunque si queréis datos, según Idealista, el alquiler de larga duración en Malasaña aumentó un 15% en los tres últimos meses de 2016.
Antes competíamos buscando casa contra otros residentes, ahora lo hacemos contra fondos de capital riesgo, grupos financieros, grandes empresas inmobiliarias y agencias dedicadas al turismo. Es imposible ganar. Y lo peor es que el alojamiento turístico no tiene una gran contribución a las arcas públicas en España, por lo que ni siquiera nos vemos beneficiados indirectamente.
Los daños colaterales
El aumento de viviendas dedicadas al turismo tiene efectos colaterales en el barrio. Las tiendas empiezan a desaparecer, las cafeterías se convierten en locales modernos donde a uno le atienden en inglés y el precio de la vida sube. Por eso la turistificación está tan asociada a la gentrificación. Los barrios de Madrid se están convirtiendo en barrios para turistas porque son sus nuevos inquilinos. Y al final Madrid dejará de ser Madrid. Podéis aplicar esto mismo a cualquier otra ciudad, no os creáis que os podéis librar.
El turismo es bueno para España y es bueno para las ciudades. Pero tenemos que buscar un punto de equilibrio entre el crecimiento del turismo y las necesidades de los residentes. Porque ante lo que está ocurriendo los vecinos nos vemos obligados a abandonar nuestras casas, y como no hay alternativas viables en la zona porque todo se dedica al turismo, a abandonar también el centro.
Lo que pedimos los vecinos es que se controle la situación y se regule para respetar a los que vivimos aquí. Esto depende de la Comunidad de Madrid, que actualmente se limita a mantenerse a la espera de que las cosas cambien, mientras que el Ayuntamiento pide que delegue estas funciones para poner solución al problema.
Hay que tener muy clara la diferencia entre criticar el turismo y los efectos de la turistificación sobre los residentes de una ciudad. No se puede tergiversar algo así porque la protesta no es contra el turismo, sino contra la falta de respeto por los vecinos de una ciudad en favor de los turistas.
"No demonizo el turismo"
No demonizo el turismo porque no es el demonio, es uno de los pilares económicos de nuestro país. La vivienda es un derecho constitucional y los gobiernos deberían empezar a intervenir. En Manhattan la pérdida de control del precio del alquiler fue ligada a la desaparición de sus vecinos que se dispersaron por el resto de Nueva York en favor del turista. En Madrid todavía estamos a tiempo de hacer algo al respecto y no llegar a ese extremo. Hay que encontrar un equilibrio.
Mientras termino de escribir estas líneas oigo maletas en las escaleras de mi edificio. Es domingo y los afortunados turistas que han podido disfrutar de un fin de semana en una ciudad tan maravillosa como Madrid vuelven a casa. Más vale que empecemos a cuidar el centro y a respetar su esencia si queremos que los próximos visitantes conozcan el auténtico Madrid y no uno hecho a medida para turistas en el que los madrileños ya no viven.
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