Tras seis años y medio de novios, José López (40 años) decidió que era momento de dar el paso. Quería casarse con Déborah Gurrea (30 años). Era un momento muy especial para él y decidió hincar rodilla en la capilla de San Fermín (Pamplona) para pedirle matrimonio. Ella, sin titubear, le dijo que "sí". Comenzaría la cuenta atrás para preparar la boda, que se iba a celebrar este 4 de abril. Pero, aquel junio de 2019, ellos no sabían de la existencia del coronavirus Sars CoV-2. Ni ellos, ni nadie. Y mucho menos que iba a llegar a España a finales de enero para provocar una crisis sanitaria que ha obligado al Gobierno a decretar el estado de alarma para frenar la expansión del Covid-19. Y, claro, el gran día se truncó. Pero... sus vecinos de Arnedo (La Rioja) no habían dicho la última palabra: organizarían, por sorpresa, una boda en el balcón de la casa de la pareja confinada.
"Cuando empezaron a darse casos de coronavirus en España, José y yo éramos positivos. Pensábamos que era como una gripe que se iba a pasar. Pero cuando la cosa se puso más seria, ya nos preocupamos", se sincera Déborah, con mucha amabilidad, en conversación telefónica con EL ESPAÑOL. "Fue cuando nos llamó el restaurante Las Carpas del Chef Nino, en Calahorra -donde se iba a celebrar el banquete-, diciéndonos que estaban obligados a cerrar por la cuarentena. Que lo sentían, pero había que mirar otra fecha", continúa esta novia riojana, cambiando de tono, pues lo recuerda con tristeza. Su día se había echado a perder.
Esta pareja, nacida en Arnedo, se puso entonces manos a la obra. Pero para hacer algo que no querían: deshacer todos los preparativos de la boda. Llamaron a la iglesia de San Cosme y San Damián a comunicarles que tenían que cancelar la boda por la cuarentena. Y, luego, se comunicaron con cada uno de los invitados -familiares y amigos- para decirles que el matrimonio había quedado truncado hasta nuevo aviso. "Había que hacerlo, pero la última semana antes de este 4 de abril fue la más dura. Lloramos mucho porque queríamos pasar por el altar", cuenta Déborah. Fue cuando las personas cercanas a la pareja comenzaron a pensar cómo alegrar a José y a Déborah. La solución: una boda en el balcón.
La idea partió de las cabezas de Rebeca y Alejandro, amigos de toda la vida de los novios y vecinos del número 10 de la calle del Este, en Arnedo, lugar donde residen José y Déborah. Y se pusieron manos a la obra para celebrar la boda de estos novios desde el balcón de sus casas. Para ello, contactaron con todos los vecinos de la citada calle para que decoraran sus balcones con globos o pancartas que pusieran ¡Vivan los novios!. Y, todos, se prestaron a hacerlo. Era una manera de alegrar el 4 de abril a la pareja confinada que no había podido ir al altar.
La organización de los vecinos
Entre todos los vecinos, se pusieron en contacto con el alcalde de Arnedo, el socialista Javier García Ibáñez, quien ofició la boda desde la calle, acompañado de un grupo de trabajadores de Protección Civil, que llevaron altavoces y animaron el ambiente con música nupcial y, cómo no, con el tradicional vals que la pareja bailó en su balcón tras pronunciar el "sí, quiero". Y, así fue, el primer edil del Consistorio, este cuerpo de protección y el vecindario estaban preparados a las 12:00 horas, como relojes, la misma hora en la que hubiese empezado la boda normal.
"Ese día nos levantamos llorando, era duro. Y decidimos hacer un desayuno un poco especial para animarnos, así que preparamos chocolate con churros. Después, José se fue a pasear al perro y volvió a las 12 menos cuarto, ya que queríamos estar por lo menos juntos a las 12:00. Y nos sentamos en el sofá y empezamos a llorar porque teníamos que estar en el altar. No ahí. Y, de repente, sonó el timbre. Había una caja con un tutú, un ramo de novia, un sombrero y una pajarita. Empezaron a llamarnos por la megafonía del coche de Protección Civil y, al salir, vimos todo aquello montado. Nos quedamos flipados y no nos lo creíamos. Luego, nos dijeron que nos pusiésemos de boda. Y, así hicimos, nos pusimos los trajes de novios que nos habían dado", recuerda Déborah, aún incrédula por lo que ocurrió.
"Yo me sentí muy emocionado. Ni vergüenza ni nervios, ni nada. Todos los vecinos se prestaron a participar y se nos pasó el disgusto. Fue un día estupendo. Por ello, aprovecho para agradecer todos los que hicieron que ese día fuese inolvidable", explica José, que es de los pocos novios que ha hecho esperar a la novia, porque cuando se estaban preparando no encontraba su camisa. Una vez listos, volvieron al balcón: ella de blanco y él con pajarita.
El momento del "sí, quiero"
En la calle, el alcalde de este municipio riojano les dedicó unas palabras, con humor, a los novios. "Es una boda poco común porque directamente vais a pasar a la luna de miel, sin escuchar al cuñado, ni las críticas sobre si el cabrito estaba bien hecho o crudo", se reía. Después, el primer edil ofició esta boda leyéndoles los artículos 66 y 68 del Código Civil para que ellos diesen el "sí, quiero". Realmente, el matrimonio no tiene efectos legales y José y Déborah deberán celebrar otro evento pero, al menos para José, ésta siempre será su boda y los aniversarios serán el 4 de abril.
Además, habían decidido esa fecha porque la pareja es muy aficionada a los San Fermines. De hecho, él es corredor desde que tiene 18 años y, por ello, el 4 de abril es importante: porque este año, el cuarto día de la escalera que lleva hasta el 7 de julio caía en sábado. Era el 4 del 4. Es más, Déborah ha desvelado a este medio que la temática de su boda iba y va a ser en honor a esta festividad navarra.
Ahora, la feliz pareja, tras tomarse los respectivos cubatas desde el balcón en compañía de sus vecinos, celebrando, bailando y disfrutando, ya piensan en la boda real, que se celebrará un sábado cuando acabe la cuarentena. Después de ella, se irán 15 días de luna de miel a Sri Lanka. Pero, por el momento, siguen en casa, ayudando a frenar la propagación del virus. Un confinamiento que ha provocado una de las bodas más inusuales que se hayan celebrado en España: en estado de alarma y desde un balcón.