Francis, el panadero de Pilas (Sevilla), es un hombre con suerte. Se hizo millonario de la noche a la mañana. El joven, de 36 años, ganó los 121 millones de euros del bote del Euromillones el 3 de mayo del 2011. Tras esto, se echó novia, cerró su tradicional panadería, se fue del pueblo y comenzó a disfrutar del dinero obtenido. Un Porsche Cayenne, un dúplex a cinco minutos de la Catedral de Sevilla o una semana en Nueva York en una suite de 700 euros. Son algunos ejemplos de la nueva vida -millonaria- de Francisco Manuel Delgado Rodríguez -su nombre completo-.
Pero el joven no se alejó en ningún momento de su esencia y sus raíces. Siempre se preocupó por su padre -enfermo de corazón-, por su suegro -con problemas de huesos- y por sus hermanas, a quienes está muy apegado. Quería que ellos también fueran felices, al igual que lo es él. Les colmó con caprichos y grandes lujos. Y, al contrario de lo que suele suceder, su fortuna siguió creciendo. Ahora es más rico que antes.
Cerró su panadería y se mudó a un lujoso dúplex
Pilas es un pequeño municipio al oeste de Sevilla. En este pueblo, de poco más de 13.000 habitantes, todos se conocen. El panadero del pueblo -Francis- regentaba el negocio de sus padres -ya mayores- y se recorría de punta a punta cada establecimiento de Pilas para repartir sus productos. Era normal verle montado en su Vespa o en la furgoneta Berlingo, propiedad de la empresa. Pero Francis ya para poco por Pilas.
En mayo de 2011, el joven compró un boleto en una de las Administraciones de lotería. En ese momento, no era consciente de que la vida le iba a cambiar por completo. Acertó los cinco números y las dos estrellas. Retó a la baja posibilidad de ganar el bote de Euromillones. Fue la excepción que confirma la regla. En este sorteo, la probabilidad de acertar la primera categoría es 0,000000013, aproximadamente 1 por cada 75.000.000. Es decir, es mucho más fácil morir por la descarga de un rayo -1 a 3.000.000- o de sufrir el impacto de un meteorito -una vez entre 1.600.000-.
El lunes siguiente decidió echar el cierre de la panadería que regentaba con su padre. Eso sí, con 121 millones de euros en su bolsillo. Tras esto, en el pueblo aseguran que no le han vuelto a ver. Algunas veces cuando vuelve, él se agobia y prefiere retirarse a su dúplex, cercano a la Catedral de Sevilla. Allí ha formado una familia. Tras hacerse con el bote, formalizó su relación con Rosario. Chari -como así la llaman- trabajaba limpiando varias casas entre Pilas y su pueblo natal, Villamanrique. Entre ellas, la casa de uno de los hermanos de Francis.
Allí se conocieron, pero no era nada serio. Algunas veces se veían, otras se alejaban, pero siempre manteniendo los espacios. Pero, a partir de mayo de 2011, todo cambió. Formalizaron su relación y tuvieron un hijo. Poco más se sabe de la vida privada de la familia Delgado. Francis se encargó de cubrirles las espaldas. Su padre -ya fallecido- disfrutó de sus últimos días recorriendo las plazas de toros de la geografía española junto a un chófer -al que contrató su hijo-. Francis también les construyó una imponente mansión a Juan y Josefa, sus padres.
Un Porsche, una mansión y un viaje a NY
La vivienda se construyó a las afueras de Pilas y no le faltaba ningún detalle. Piscina, cientos de metros cuadrados y cámaras de vigilancia por todos lados. Según pudo saber EL ESPAÑOL, además, Francis había asignado a sus padres mensualmente una cantidad nada desdeñable de 6.000 euros. Para que pudieran vivir sin preocupaciones y holgadamente. Igual que hacen ellos. Después de los 121 millones de euros, Francis y Chari se fueron de vacaciones a Nueva York. Allí se hospedaron en un céntrico hotel a dos pasos de Central Park. Y eso se paga. Más concretamente, 700 euros por noche. También se compró un Porsche Cayenne y una moto BMW de alta gama.
Mientras, su fortuna seguía creciendo. En 2013, dos años después de hacerse con el ansiado premio, tenía en su cuenta bancaria 75,4 millones en tres sociedades de inversión de capital variables, las conocidas como Sicavs. Las tres empresas de Francis tienen un capital de más de 90 millones de euros. El dinero está depositado en el Banco Santander, la misma entidad en la que confió el sevillano cuando ganó el premio. Tal y como comprobó este diario, en Pilas dicen que a cambio recibió un majestuoso dúplex a cinco minutos a pie de la Catedral de Sevilla y varias plazas de garaje con acceso privado hasta el inmueble.
Un hombre que se desvive por su familia
Mucho de ese dinero depositado se convirtió en bonos del Estado. Siempre bien asesorado mantuvo una actitud conservadora. “Antes se levantaba a las dos de la mañana para hacer pan. Sabe lo que cuesta hacer dinero. Le dijeron que no arriesgara y que viviera de las rentas. Le ha ido bien y eso sigue haciendo”, explica una persona de su círculo más cercano en Pilas a este diario. Además, dos de sus tres hermanas aparecen como consejeras de tres de sus sociedades. Ninguna vive ya en Pilas. Como él, residen a caballo entre Sevilla y Madrid.
Después de la muerte de su padre, los hermanos decidieron que la matriarca, Pepa, dejara la mansión de Pilas y se marchara con una de las hermanas, donde la mujer reside actualmente.
“Al principio, las hermanas también vivían aquí en unos chalets que les hizo el panadero. Luego, sólo se quedaron sus padres. Francis se marchó como un rayo, desapareció de las redes sociales y, desde entonces, es muy receloso con su vida privada. Después de tocarle el dinero, un día vino a la feria del pueblo y se tuvo que ir del agobio. Todo el mundo le preguntaba y se acercaba a él. No debe de ser sencillo gestionar esa fortuna de la noche a la mañana”, cuenta el dueño de un negocio próximo dónde se ubicaba la panadería de Francis.
En Pilas son conscientes de la solidaridad de Francis. El joven se desvive por su familia -directa y política- y no se le han subido los millones en la cabeza. “El padre de ella sufre problemas de huesos desde hace años, como toda su familia. El chiquillo lo está llevando a los mejores médicos de España para que le ayuden”, cuenta una vecino que vive unas casas más abajo que los padres de Rosario.
Los otros millonarios
En septiembre de 2017, una persona anónima compró el boleto ganador en una Administración del Centro Comercial El Mirador. Esta zona es reconocida por ser popular entre los turistas británicos y no se sabe si el afortunado jugador era un local de España o un turista en vacaciones visitando la zona. Este era el premio mayor número 83 obtenido en España, superando cómodamente el premio mayor más grande obtenido anteriormente en el país de 137 millones de euros en junio del 2014. El afortunado se hizo con 190 millones de euros.
Pero, antes de eso, los primeros afortunados fueron los Bayford. La pareja inglesa ganó, en 2012, 190 millones de euros. Es decir, el mayor premio de la historia del Euromillones y el segundo premio de lotería más grande del Reino Unido. El dúo, formado por Adrian y Gilian lo celebraron cenando en el Domino’s Pizza, aunque pronto se les acabó el amor. A los quince meses, pusieron fin a su relación. Ella se casó de nuevo y se arruinó. Se habían gastado la mayor parte del dinero en lujosas mansiones, coches y aviones privados.
Igual suerte corrieron Chris y Colin Weir. La pareja, con un matrimonio de más de 30 años y dos hijos, compraron el boleto, con un premio de 180 millones de euros, en una tienda McColls en el pequeño pueblo de Largs (Escocia). Tras esto, fueron incluidos en el lugar 430 de la lista de ricos según el Sunday Times. Colin, que trabajaba como cámara en una cadena de televisión escocesa y Chis, enfermera psiquiátrica, donaron parte del premio a distintas causas benéficas.
El segundo ganador del Euromillones fue un jugador portugués que decidió permanecer en el anonimato. El 24 de octubre del 2014 fue su día de suerte. El Súper Sorteo de Euromillones se había celebrado tres semanas antes y la mayor cifra se había alcanzado tras acumularse hasta cinco veces seguidas. El afortunado jugador comparte así el título de ser el mayor ganador de un premio en la historia de la Lotería.
El 70% se arruinan
El 70% de los ganadores suelen arruinarse cinco años después de ganar un premio alto de lotería. Los psicólogos apuntan que es fácil “perder el control” y hacer caso “fácilmente” a aquellos embaucadores que solo buscan el beneficio propio. Además, si el premio se comparte con amigos, familiares o parejas es más fácil que afloren los desencuentros y las diferencias. Y no solo eso. Las desavenencias amorosas se traducen en un 2% de divorcios tras ganar un premio alto de lotería.
El caso más conocida es el de Michael Carroll, un joven británico que con tan solo 19 años ganó un premio de 9,7 millones de libras. El chico se fundió la alta cantidad en menos de ocho años en prostitutas, drogas y discotecas. En 2010 tuvo que vender la mansión que se había comprado y volvió a su antiguo trabajo de basurero.