"El hombre de los tatuajes" puso un silenciador a la pistola. Disparó a bocajarro. Eran cerca de las seis de la mañana. Dejó el arma en el suelo del garito y huyó a la carrera. La Policía encontró muerto al camarero y dueño del establecimiento al otro lado de la barra. Varios tiros en la cabeza. Una mujer, con una herida de bala en el tórax, fue sometida a ejercicios de reanimación durante más de media hora, pero también murió. En el mismo escenario, su novio fue acribillado a la altura del muslo. Los Servicios de Emergencia lo trasladaron al hospital, donde permanece con pronóstico reservado.
Esta es la foto que encontraron los agentes al llegar de madrugada al "On the Sea", un pub de rockeros situado en el 8 de la calle Pozas, en Alcorcón. Un bar pequeño, cuadrado, con un grifo de cerveza, las botellas en la estantería y decenas de CDs tras el mostrador.
Identificado, pero huido
El hombre tatuado, todavía huido pero ya identificado por la Policía, amortiguó el ruido de los disparos, aunque los gritos del tipo que sobrevivió al tiroteo y la bronca anterior despertaron a varios vecinos. "¡Ayuda, ayuda, me han pegado un tiro! ¡Han disparado a mi novia! ¡Me van a romper las piernas!", dice que escuchó una persona afincada en las inmediaciones del bar.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL de fuentes policiales, los agentes corrieron al hospital para recabar el testimonio del hombre que perdió a su pareja y recibió un balazo en la pierna. Cotejada la identidad, se presentaron en su domicilio, pero no estaba. El ajuste de cuentas es el móvil que contempla la Policía, aunque todavía no se ha filtrado cuál es el vínculo entre el autor de los disparos y los fallecidos.
Así es el "On the sea"
La calle Pozas es estrecha, casi emparedada. Quizá ni diez metros separen sus dos aceras. El "On the sea" brilla amarillo, con pared rugosa y grafiteada. Lo precinta un cartel de la brigada de homicidios. "Es el típico bar donde todos se conocen, los que van son siempre los mismos. Huele mal. Creo que vendían cocaína. Habría deudas", explica uno que toma café un par de avenidas más allá.
Otro suscribe su tesis, pero profundiza: "Traficaban con mandanga -droga-. Claro que se conocían. Eran casi las seis de la mañana. Ese pub cierra hacia las tres. Estaba cerrado. Tuvieron que abrirle para que entrara".
"El camarero era tranquilo"
Al sol de las terrazas, otro vecino alumbra: "Sólo he estado una vez en ese bar. Me ha sorprendido. El camarero era un tipo tranquilo, agradable, no daba problemas".
Varios coinciden en que el "On the sea" es un sitio "de poca luz", plano entre semana, pero "conflictivo" los sábados. "No es la primera bronca. Por eso cuando escuché los gritos no me sorprendió, ni siquiera pasé miedo", cuenta uno que vive en un portal cercano.
"¡Los han encontrado secos!"
Alcorcón tiene 170.000 habitantes. El bar, aunque la calle no sea muy frecuentada, se enclava en pleno centro del municipio. Subiendo unas escaleras, se accede a una avenida repleta de bares y tiendas. Varios ancianos comentan el suceso que les saludó al despertarse. "Sí, sí, ahí al lado. Dos muertos. Es un bar muy raro, de juventud", dice uno mientras empuña el bastón en dirección al "On the sea". Otra completa: "Habían pasado cosas, gritos y eso, pero nunca muertes".
"¡Los han encontrado secos! ¡Menuda tragedia! ¡Y aquí al lado!", cuenta un joven a unos amigos.
En menos de una semana Alcorcón ha encabezado las portadas en un par de ocasiones. Primero fue la visita de Richard Gere, que quiere instalar allí el mayor templo budista de Europa. Ahora ha sido la sangre, el tiroteo del "On the sea".