'Lagunero' se estiró de tal forma que la gente se quedó extrañada.
-¿A dónde va ese toro?
-Creo que está embistiendo.
En el último día, después de ocho largas tardes en los meandros de la bravura y la clase, salió este jandilla. Embistió por toda la feria. El público, que no ocupaba más de media plaza, calló de sorpresa. "Mira, mira". 'Lagunero' se desenvolvía por allí con un ritmo impecable, sostenido y ágil. Tan despacio como un continente. Extraordinario salvoconducto para que Jandilla repita triunfo ganadero en las Corridas Generales.
No tardó nada en hacerse presente Iván Fandiño. El toro era para cambiarle de nuevo la vida. Se estiró con espontaneidad a la verónica. Igual al natural después, sin pensarlo.
Sin embargo hubo algún enganchón al principio en ese ir del toro bajo las faldas muertas de la muleta. La velocidad de crucero la alcanzó justo después Fandiño. Toreó muy despacio, casi sin tocarlo, y sin afectarse. 'Lagunero' no perseguía, se gustaba. La faena iba evolucionado por fases, sin redondearse, con momentos buenos. No rompió el público. Ahí faltaba algo. Quizá alegría en el toro.
Por el pitón derecho hubo más contundencia. Iván Fandiño no pudo hacer más, toreó suave, enganchándolo y llevándolo. Había sacado algo más de poder 'Lagunero', como quien se apuesta su casa a las cartas. Tómalo. Fandiño eligió manoletinas de rodillas para finalizar. Lo mismo 'Lagunero', con el fondo en ebullición, pensó que eran doblones o unos ayudados por bajo porque embistió rebosándose del trance, que no llega a muletazo por la propia naturaleza de la suerte. Pinchó el de Orduña.
En aquel hueso se quedó la faena, tan despacio, fan cadente que... El público no se decidía a sacar los pañuelos. De repente tomaron conciencia de lo visto. El gesto hizo tirar al resto de la plaza y cuando los percherones alcanzaron a 'Lagunero' en el suelo, Matías andaba contando uno a uno los pañuelos, con el audímetro en la otra mano: calculadísima la mayoría no fue suficiente. Iván Fandiño dio una vuelta al ruedo a regañadientes.
La tarde empezó con protestas. Se pedía la renovación de la Junta o algo así. Al rato el enfado se convirtió en cariño por Diego Urdiales cuando cayeron en la cuenta de que estaba en el callejón. La cariñosa ovación la compartió con sus compañeros.
Urdiales toreó a sus dos toros en esa forma tan suya que es el toreo. Su tarde fue una experiencia para el aficionado.
Al segundo lo metió en la forja. La materia prima era basta. Embestía descompuesto este jandilla. Gazapón. Le sentaban fatal los pases de pecho. El inicio y la primera tanda por la derecha fue una lucha por ver quién cogía el mando. Exuberante en la disposicion, la actitud y el embroque se hizo Diego con él.
Los muletazos llegaban de uno en uno. En ese ritmo donde Urdiales es el número uno. La brisa no ayudaba. El toro medía. Diego Urdiales reina en las profundidades de la distancia media, la jungla de las arrancadas que no rompen. Enroscaba la embestida y le perdía dos pasos. Era suyo. Se cruzaba. El medio pecho. La cintura por delante en la profundidad intensa del embroque. Saltaron los naturales como pavesas. El yunque del clasicismo disparaba muletazos. Uno, otro, el tercero. Al final, sopló un natural definitivo.
De la fragua se despidieron dos molinetes y hasta ahí, porque el toro se paró del todo. Da gusto ver a Diego Urdiales así.
Brindo el primero al banderillero Soto, al que amputaron la pierna en el reverso oscuro de la Tauromaquia. No se empleó demasiado este. Muy perezoso, le costó repetir. Alguna vez lo hizo. Urdiales lo exprimió componiendo poco a poco su obra por las dos manos. No hubo más, con el jandilla a menos.
David Mora tuvo en sus manos el otro toro de la tarde. El sexto rompió para adelante de un modo que ni el propio matador esperaba. También él brindó al compañero cercenado diciendo que no era toro para eso. Los doblones tuvieron transmisión, una alegría distinta a lo visto hasta entonces. 'Lagunero' excelente y este importante. Parecía que la feria iba a redondearse de la forma en que cada tarde se ha salvado: en el último momento, por un toro.
Mora lo toreó sin exigirle en la rueda de la mano derecha. Dos tandas como rotondas, sin salida ni entrada. Aquella vorágine mostraba más al toro que al propio torero. Embestía muy franco, recto. El hocico por delante. Treinta embestidas para acabar con el cuadro. No ocurrió. Cuando se alcanzó el cénit la mano izquierda de mejor trazo descubrió el escaso fondo. El poder diluido. El triunfo por el desagüe. Mató a la segunda.
No tuvo fuelle el sobrero tercero. El inicio de faena de David Mora tuvo dos fases. A mitad el desarme fastidio un molinete. Tuvo que empezar de nuevo y se lo sacó rápidamente. El toro embestía a su aire. Fueron varias las tandas sin llegar a nada. Se apagó.
Fandiño intentó resarcirse con el torazo quinto. Qué castaño era. Todo trapío. Libró una larga cambiada. A la salida el toro descubrió un hueco mientras el matador se reponía y allí que se tiró: por milímetros escapó Fandiño. Las resolutivas verónicas volaron hasta el tercio. Se asomó el enorme bicho por encima de la silla de montar al sentir la puya. Ahí se vio la dimensión animal. El instante reprodujo el cartel de 'Jaws' con el picador arriba empujando.
Otro bichaco es Iván García, que anda como quiere con el capote. En B1 de taurino quiere decir que ahorra embestidas y da buen trato. Todo a favor. El inicio elegido por Fandiño desgraciadamente no lo fue. Tres cambiados por la espalda frenaron al toro antes de tiempo al choque de la tela. Se cayó en los primeros derechazos, algún gañafón había soltado. De nuevo en pie perdió hasta ese cabezazo de puro inerte. Y allí quedó, agarradísimo, sin ni siquiera dejarse en el arrimón mientras Fandiño buscaba algún resquicio desolado por irse así. Metió la espada perpendicular, llovida, provocando una muerte a impulsos que resucitó en cierta manera al bicho hasta recorrer los últimos cinco metros de su idílica existencia.
JANDILLA/ Diego Urdiales, Iván Fandiño y David Mora
Plaza de toros de Vista Alegre. Domingo, 28 de agosto de 2016. Última de feria. Media entrada. Toros de Jandilla, 1º a menos, extraordinario 2º, sin fuelle el noble 3º bis, 4º agarraso, un 5º vacío y 6º importante que se paró.
Diego Urdiales, de azul pavo y oro. Estocada delantera. Un descabello (saludos). En el cuarto, espadazo atravesadísimo que hace guardia y estocada entero (saludos).
Iván Fandiño, de verde manzana y oro. Pinchazo hondo trasero. Un descabello (vuelta al ruedo). En el quinto, espadazo perpendicular (silencio).
David Mora, de rosa y oro. Dos pinchazos sin soltar, pinchazo, pinchazo sin soltar y estocada entera. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo, estocada entera, trasera y contraria (saludos).