Las zancadas de Juan del Val devoran el paseo de Rosales. Es un tipo aparatoso que camina con ritmo de matón. La actitud de quien se gusta. Es natural, directo y tiene la voz en off, grave, amasada en el Savoy del medio siglo, punteada por el deje cheli. Una ventisca de cuchicheos sale de la barra cuando se levanta. Las dos camareras sonríen desde la esquina más alejada tomando la distancia de la televisión, la radio y los periódicos donde ha vivido las últimas semanas. Ese espacio es el pasillo iluminado de una vida. Reducido detrás de la mesa redonda, se expande de pie.

La carcajada le encoge los ojos, las canas le perfilan la cara, asoman por el flequillo de rebelde de andamio, y la ironía parpadea en cada frase. Su padre le encendió la mecha: explotó con Antoñete. Antes estuvieron Pepe Luis Vázquez, Manolo Vázquez, Rafael de Paula y Curro Romero, las efigies que presiden su infancia. Pasó de ser albañil a cronista taurino, confirmando la escasa distancia entre las dos profesiones, unidas por la crisis y las caras de asco.

Dio el salto con la revista Man y ha escrito libros, guiones y ha hecho radio. Junto a su mujer ha construido el imperio que nadie quiere: una familia sin telones, ni puertas dobles. La sinceridad que conmueve a España. Es de los pocos hombres empeñado en serlo, el Bertín Osborne de izquierdas. El país entero le aconseja sobre cómo tiene que meterse en la cama creando una complicadísima coreografía en la que él se limita a follar. Ahora ha publicado Parece mentira, una lectura ágil donde relata la vida de otro a través de él mismo. “Este es mi coche”, señala al Smart gris mate aparcado. “Esto para Madrid es la leche”. Da la vuelta, se monta y arranca. Dentro no parece él: ahí va un señor normal.

 

 

 

¿Qué me dice sobre la polémica en la promoción del libro?

Mucha gente dice que está premeditado. Si lo premeditas no sale. No era la primera vez que Nuria hablaba de esto. De repente explotó. No se sabe bien por qué, por las redes sociales o los medios de comunicación, que quieren sacar titulares. A Pablo Motos le entusiasma la novela. Para que le guste a Pablo una cosa... Es imposible. Vamos a El Hormiguero y viene Nuria, que tenía lo de TV3, y cuando él entra en la sala de invitados dice: “Bueno, vamos a hacer una entrevista de la que se hable o vamos a hacer una mierda de entrevista”. Le respondí que había venido a torear a Madrid. Salió una entrevista muy natural. Después todo el mundo se pone a hablar del tema de parejas abiertas, que me parece todo una estupidez. Es que hay gente que se ha comprado la novela por eso y me han mandado mensajes diciendo que les ha decepcionado. Esperaban que esta novela tuviera algo que ver con las parejas abiertas. Y no tiene nada que ver. Se ha llegado a quejar incluso un club de intercambio de parejas. La polémica sirve para vender pero si a la gente no le gusta la novela se estanca.

 

¿Son unas memorias?

No lo es. Sí digo que Claudio, el protagonista, soy yo. Pero su vida no es exactamente la mía. Una autobiografía, las memorias, me parece muy pedante.

 

¿Entonces aparece su afición a los toros?

Siempre que escribo hablo de ello. En las dos novelas anteriores y en esta. No es reivindicar: es darle naturalidad a las cosas. Al estar contando la vida de Claudio, que es la mía, hay parte de mi vida que es tal cual. De lo que es mi afición, lo que significan para mí los toros. Me lo inculca mi padre y luego yo me hago un absoluto enfermo del toreo. Cuento el vínculo del periodismo y los medios de comunicación. Empecé siendo periodista taurino sin ser periodista.

 

¿Qué había hecho antes?

Venía de trabajar en una obra, con hormigón y con tierra. No aprobé segundo de BUP. Mi único título es la EGB. Este es mi bagaje académico. Fui un adolescente complicado. Me puse a trabajar con 17 años. Está contado a través de Claudio. Creía que sabía escribir bien y creía que sabía de toros. Ninguna de esas cosas era cierta. Pero decidí con una mezcla de osadía, mentira y engaño llamar a los periódicos, a todos los que escribían de toros en Madrid, y en uno de ellos, en El Independiente, empecé a trabajar. Es lo que estuve haciendo durante 10 años.

 

¿En qué medios trabajó?

Fui alternando. Empecé ahí. Se cierra y entré en Clarín, en Radio Nacional de España, que buscaban gente joven y me llaman. Entró el equipo de Tendido cero con Fernando Fernández Román, me quedé con ellos. Después me enteré de que querían echarme. Me lo reconocieron. Aprendí con ellos muchísimo. Con todos los que había. Fernando, Fede, Paco Aguado, que luego acabaron fatal. Curiosamente hicieron Vía Digital, me llevaron, y luego a Tendido Cero. Colaboraba también con 6Toros6. Iba alternando con otras publicaciones. Empecé a trabajar en Man, que era potente en ese momento, y entrevistaba a otros personajes y de ahí ya derivé. Pero la afición la mantengo.

 

¿Le vino bien cambiar?

Escribía cosas. Hacía guiones, entretenimiento. Los toros, tanto la afición como el periodismo, atrapan mucho. Llevo 25 años escuchando a amigos decir “esto lo tengo que dejar” pero siguen. Yo tomé una decisión. Era arriesgada. Veía que en el que el periodismo taurino no se podían hacer más cosas, al menos en aquel momento, ahora sí creo que se pueden hacer más cosas. Me vi en el espejo de los compañeros mayores que yo. Había cierto nivel en aquella época. Los taurinos tenemos varios complejos y cuando sales a otros mundos, y yo he estado en todos, ves que no hay nada que envidiar. A veces estamos ensimismados en nuestras cosas... Pero el nivel que he visto en los 90 es un nivel excepcional. Y luego vas a otros mundos y no hay muchísimo más talento. Tenemos muchos complejos. Hice bien. Además es lo que me apetecía hacer.

 

Cómo lo ve ahora desde fuera.

El periodismo está ahora horroroso. No sólo el taurino, en general. El periodismo está bastante muerto. No hay periodistas. Soy bastante contrario a la nostalgia pero ya no se trata de periodismo, más bien del número de visitas. Una cosa es clara: a mí el periodismo y el toreo me han formado como persona. Soy lo que soy por esos años. Al lado de toreros, aprendiendo de toros, los valores que tenía. Y ahí había mediocres y menos. Lo que pase ahora, os conozco menos, supongo que será similar. Hay problemas. Estamos muy mal vistos. Cualquier cosa que se habla, que si los antis... Eso no pasaba en los 90. Eras más libre de manifestar tu afición. No sé cómo está el periodismo taurino.

 

Los toros se han vendido fatal siempre.

No sé exactamente quién tiene la culpa. Yo creo que no hay sector. Hace falta una manera de contarlo que está por hacer. No sé cómo se hace. No tengo ni puta idea de cómo poder hacer esto. Hay que contratar a profesionales de la comunicación. Es cierto que el toreo es extraordinario pero es tremendamente discutible, algo que no pasa con ningún otro espectáculo. Cuando lo ves desde fuera comprendes que es muy difícil de defender. Entiendo que no se entienda. Estamos ante una cosa excepcional. Seis animales muertos todas la tardes. Si no lo has mamado es difícil argumentar. Igual es un estadounidense que vive en Michigan el que tiene que hacer esto. No lo sé. Lo que está claro es que si el que te tiene que comunicar el toreo son los empresarios o ganaderos que hay estamos perdidos. Si tu coges una campaña de comunicación, por ejemplo, la del procés, dices “quién ha hecho esto”. Pues hay que contratar a esos. Estás hablando de una cosa que es una farsa y que internacionalmente ha tenido impacto y credibilidad mediática. Imagina hacerlo aquí dentro con gente que te mueva esto.

 

¿Conoce la Fundación Toro de Lidia?

Por encima, no puedo hablar de ellos. Sí, bueno, conozco que existen. Creo que han estado pendientes de poner demandas, de los insultos y las agresiones a toreros. Eso es importante pero creo que la comunicación va por otro lado.

 

Dicen que están trabajando en un plan estratégico.

Ojalá les salga bien. Pasa una cosa en el toreo. Todo el que ha estado un ratito lo sabe: hay mucha mala leche. Siempre hay 25 tirando desde la envidia cuando alguien quiere hacer algo nuevo. Desde que yo lo conozco ha pasado siempre y no va a cambiar. Yo me incluyo. Nos falta generosidad.

 

¿De dónde te viene la afición?

Mi padre es aficionado a los toros. Me transmitió la pasión por el toreo y por la vida. Es un hombre muy apasionado. Le gustaba mucho el toreo. Veíamos los programas taurinos. Me enseñaba a torear con la toalla. Me llevaba a los toros. A mí me fascinó. Me parecía todo la hostia.

 

Qué recuerdas de aquellos años.

Hay muchas cosas entre la niñez y la adolescencia. Aquellas impresiones primeras cuando el conocimiento no te daba para entender aquello que me fascinaba. Recuerdo tocar una hombrera alzando la mano a Rafael de Paula. Esa imagen la tendré siempre. A Manolo Vázquez y Antoñete. A Pepe Luis Vázquez de novillero. Recuerdo a Robles. Y recuerdo a Ortega Cano. Pero hubo un punto de inflexión cuando entiendo que esto me ha atrapado para toda la vida. Fue lo de Antoñete con el toro de Garzón. El cartel creo que era Antoñete, Curro Romero y Curro Durán. Ese día me fui a los toros con una entrada de mi abuelo, que se la robé, a una grada del 8. Y yo ahí ya morí. No sabía lo que veía pero me pareció alucinante. En ese momento entendí que era lo que más me gustaba en el mundo.

 

¿Cuál ha sido su mayor decepción en una plaza de toros?

Pues imagínate. Cuando yo iba a ver todos esos carteles de Manolo Vázquez, Antoñete y Curro Romero o Antoñete, Curro y Rafael de Paula había muchas decepciones. Hubo uno al que tenía mucha admiración. Leía sobre él. Me fascinaba El Cordobés, el Benítez. Me vi los vídeos. En una de esas reapariciones que hizo fui al campo a verlo a tentar y me di cuenta de que no tenía que haber ido. Lo tenía tan mitificado y se me convirtió en humano. A los toreros los admiro a todos mucho. Es un tópico, pero es que los envidio. Un tipo capaz de hacer eso está en otro nivel. Me gustan muchos toreros. El mejor que he visto jamás en mi vida es Morante y creo que nadie ha visto a otro mejor. Me encanta Enrique por muchísimas cosas. Desde la admiración y porque torea de la hostia. Soy bastante loco de Talavante.

 

 

¿Esos eran tus toreros?

Los de mi padre, los heredé. El torero de mi padre era El Viti. Siempre me decía que a Camino no tuvo nunca la oportunidad de verlo bien. El Viti es el que le volvía loco. Hay un momento en el que tu crees que sabes de toros y te das cuenta de que no tienes ni idea. Cuando empecé a coquetear con los toros era un aficionado medio del '7' súper radical. Lo que le pasa a todo el mundo que no tiene ni puta idea. Lo reivindico. Ponlo si quieres. No saben nada. Cuando empiezas a aprender, a hablar con toreros, con profesionales, y a entender, te das cuenta de que valorar lo positivo es mucho más difícil. Lo negativo es mucho más fácil. Lo resuelves con tres tópicos; que si pico, crúzate... y nadie sabe qué es eso. En estos años he hablado con aficionados selectos del '7' y ni puta idea. Saben seis cosas, seis tópicos. Es como si me pones a analizar cine y digo que qué bonita la fotografía.

 

Tengo la sensación de que se le exige al aficionado tanto como al profesional.

No, es al revés. Creo que es al revés. Personalmente, me gusta un aficionado que no sepa de toros. Es la leche. Esto es una broma pero no tanto. Me he hecho aficionado en Madrid y ver toros allí me cuesta muchísimo. El problema no es el que sabe o el que no sabe. Lo indignante es el que no sabe y se cree que sabe. Es que eso es un problemón. Que hacen muchísimo ruido. Tu puedes tener una sensibilidad diferente. No todo puede ser como quiera el torero, evidentemente. Ya lo sabemos. O si no lo sabemos lo decimos. El toro evidentemente es muy bravo pero creo que hace falta emoción por todos lados. El torero cuánto más cómodo está, mejor.

 

Si fuera por el torero...

Claro, si fuera por el torero esto estaría... Lo paso mal con esa intransigencia que proviene del desconocimiento más absoluto. Todo tiene un equilibrio. No todo puede ser como quiera el torero, claro. Ese espectador que va a los toros pensando que el señor de abajo le quiere engañar... es tremendo. Se producen cosas absurdas en Madrid. Lo de la colocación de los toreros. Cuando uno está fuera, que no se quiere poner, se ve muchísimo. Pitar o gritar entre muletazos es no saber nada. Es imposible. Tienen parte de culpa los periodistas taurinos dándole esa pátina de sabios a todos esos. “Está aplaudiendo hasta el Rosco”. ¿Y qué? Quién coño es El Rosco. Es un señor grande y maleducado. Cuando algo pasa de verdad, la afición de Madrid responde. La afición de Madrid no tiene ni puta idea y especialmente los señores de ahí.

 

Igual que hizo su padre, ¿le ha podido inculcar algo a sus hijos?

Sí, y sin pretenderlo tampoco. No escondo que me gustan los toros jamás, a pesar de que a veces no es fácil, no lo voy a esconder a mi casa. Me han visto, si voy por el salón y hago así [mueve la mano toreando al aire] ellos lo ven. Mi hijo mayor, que tiene 15 años, se debatió un rato en el cole, que si antitaurino y eso, y el pequeño, que tiene 11, es súper aficionado. Torea por ahí con la toalla. El mayor se ha reconvertido y ahora le encanta. Vamos a los toros. Hacemos unas escapadas que llamamos de chicos. Este año fuimos a Bilbao. Estuvimos el día de Enrique [Ponce], de las dos orejas. Conocía bastante a Enrique, somos amigos, aunque no tengamos relación. Fuimos una tarde, les gustó y se quisieron quedar. Una noche más de hotel y todo lo que supone, claro. Además conocieron a Enrique y se volvieron locos perdidos. Este año tenemos que hacer tres o cuatro viajes. Le gustan a los dos.

 

¿Ha tenido en algún momento dificultad al decir que es aficionado a los toros o cree que le puede causar algún problema una entrevista como esta?

Es que me da igual hablar de eso. He estado cuatro años hablando de ello en la radio. Luego también hay mucha gente que dice "me encantas a pesar de que te gustan los toros". He vivido situaciones surrealistas. No me preocupa que se sepa mi afición a los toros y si no es conveniente me da igual. Existe gente que lo es y no se quiere mostrar. Hace falta más valentía. Las redes sociales nos convierten en cobardes. Me da igual que me afecte o no, pero sinceramente creo que no me afecta. La cosa más bonita, la más alucinante que me ha pasado, fue un tipo que me escribió por Twitter, y le apoyaron bastantes, diciendo que me tenían que quitar la custodia de los hijos por enseñarles esos valores. Eso es lo más grande que he escuchado nunca. Esta gente pensaba que iban a estar mejor en un centro social.

 

¿Con quién se ha encontrado dentro del armario?

Con mucha gente. Ah, mira, tío, una actriz. Candela Peña es súper taurina. No sé si le va a gustar que lo diga. Cuenta que iba con su padre a ver toros a Barcelona. Las redes sociales nos han convertido en cobardes. Un periodista o un escritor la última cosa que puede ser es cobarde. Que haya 25 subnormales en las redes sociales y asusten nos empobrece un poco a todos.

Hace falta personalidad fuera y dentro.

Claro. Es que la gente de dentro...

 

Cómo te vas a relacionar con el mundo del toro. No tiene asideros estéticos. Quiero decir, sí los tiene, pero no fuera del ruedo, que es un páramo. ¿Es que cómo te vas a relacionar con los bolsos de capote?

No tengo nada más que añadir. A ver, hay un problema. En los últimos 10 o 15 años se ha identificado al toreo con una ideología muy determinada. Con ser fachas. Los que no somos de derechas tenemos todo el rato problemas. Cuando yo era pequeño había mucha gente de izquierdas en los toros. Se acercaban los intelectuales. Ahora no. En el sector taurino hay muchísima gente de derechas, quizá más de la cuenta, gente respetable, ojo, pero que han terminado por echar a muchísima otra gente por la identificación de la tauromaquia con patriotismo, tradición… Esas cosas. Nada se puede defender sólo porque es una tradición. El mensaje es erróneo. Hay tradiciones que no se pueden defender, afortunadamente. Al final el único partido que defiende al toreo es el PP, y aunque se agradece, reduce mucho.

 

Hipoteca.

Te hipoteca, exactamente. Te reduce al hecho de tener otra ideología y no poder ser aficionado. No tiene nada que ver. Es más, la tauromaquia tiene mucho más que ver con un pensamiento de izquierdas.

 

¿Por qué?

Joder, porque el toreo es pueblo, tío. Tiene un componente de élite, que está muy bien, pero el toreo es pueblo.

 

¿El toreo es la gente?

La gente es el toreo. La ciudadanía, que es una palabra de mierda. Eso es el toreo. El sol debe estar siempre lleno de gente. El torero siempre ha sido popular. Luego entramos en la sofisticación que quieras, en los matices que tú quieras. El toreo tiene que ver con eso desde los inicios. Al principio iba un tipo a caballo y alguien decidió hacerlo a pie. Eso es el pueblo. No soporto a los rejones ideológicamente. Para empezar se pegan una vuelta al ruedo por no haber hecho nada, sólo porque van a caballo. A mí me encanta un tío con la mano izquierda y de verdad. Con los señoritos no puedo. A ver, a mí me va bien ahora, pero yo vengo de otro lado. Con 16 años era de las juventudes comunistas. Luego he madurado: no puedo soportar a esa peña de paletos de Podemos. No soy sospechoso de ser derechas. Mis dos abuelos republicanos estuvieron en la cárcel. Respeto cualquier cosa. Nos ha hecho mucho daño a mucha gente el hecho de que se le impida acercarse a los toros a una determinada ideología. Salen huyendo al ver las respuestas del sector y del aficionado. Me echa para atrás a mí, imagina a alguien que va por primera vez y aparecen seis o siete personajes de los que están habitualmente en el tendido de sombra de cualquier plaza. Eso es preocupante. Hay que hacer mucho trabajo para desvincularlos ideológicamente.

 

Hay ahí un trabajo de fondo, de lobby.

De hablar con los políticos. Desvincularlos de la política no significa que no pueda ir nadie con significado político. Puedes ser de cualquier ideología e ir a los toros sin identificarte con ningún tipo de tradición, ni cultura de país, ni hostias.

 

Parece que la entrada se convierte automáticamente en un voto al PP.

Es peligroso porque reduce. No tengo nada en contra de ellos, otra cosa es que no les vote. Agradezco que se posicionen de manera inequívoca. Creo que todo el sector, la gente que vive de esto, a los que nos gusta, debería abrir más las miras, y acercarse a esa otra gente, explicarlo a políticos, a intelectuales, que no tienen nada en contra pero les da pereza.

 

Aún así, la posición de la nueva izquierda ha terminado de convertir a los toros en un movimiento cultural revolucionario.

Es de punkies. No sé quién lo ha dicho, pero eso es fenomenal. El buenismo y la corrección política es un problema que tiene la sociedad en general. Lo políticamente correcto, lo conveniente, nos afecta a todos. El toreo tiene mucha fuerza. Los políticos tienen que ver que esto también da votos. Hay que trabajar para que no haya cosas tan espesas ideológicamente. Ideológicamente el toreo tiene un problema. Es un sector conservador, y en algunos casos conservador y reaccionario. Esto es un problema.

 

La politización y la polarización ha provocado la creación de un partido antitaurino.

Es el PACMA. Tiene un huevo de votos. Son animalistas. No están en el parlamento por el tema de la ley electoral. Pues muy bien. Y tiene un mensaje fácil de comprar. El nuestro es más difícil. Partido contra el maltrato animal, con esa base les voto yo también, claro.

 

La brecha ideológica es un problema. Que no se hable de la parte ecológica de la tauromaquia es peor.

Es acojonante. No hay nada más ecologista. Eso es lo que de muestra que no hay sector. Estamos en otra historia. La dehesa, ese animal, y la gente no lo sabe. Que el toreo no sea capaz de venderse como algo puramente ecologista significa que tenemos un problema. Lo que tenemos no lo vendemos. El arte es subjetivo. Matarlo, tal, todo esto tiene debate. Pero te vas a una finca, a Cádiz o Salamanca, y se acaba el debate. Hay que llamar a todos los ecologistas del mundo y que monten ahí un lío. Preferimos quedarnos con el pliego de condiciones de Málaga. A lo mejor tenemos lo que nos merecemos.

 

¿Es de los que piensa que se torea ahora mejor que nunca?

Sí, pero no creo que los toreros sean mejores que antes. El toro, que es muy bravo y noble, permite hacer un toreo inverosímil. Esto es más de matices y técnico: se torea demasiado bien. El toreo no admite a los toreros diferentes y eso antes no pasaba. No hay imperfección. El dominio es tan apabullante que no deja espacio a la emoción. Ves a gente con un dominio de los chismes que es imposible... El toro te coge, eso es evidente, pero echo de menos a un torero que toree muy bien y que sea muy mal torero. Ya no existen. La dinámica del espectáculo los ha eliminado. Sale un novillero y se dice “no puede funcionar”. No hace falta que funcione, quiero verle dos muletazos. Luego habrá otros que sean El Juli y Ponce, pero eso es un puñetero milagro. No puede haber eso e imitadores de eso. Falta frescura. Los conocimientos técnicos limitan la inspiración. No te hablo de Paula, que es un genio. No se puede torear mejor siendo tan mal torero. Recuerdo a Posada de Maravillas. Su debut en Olivenza fue increíble. No sé dónde está ahora, pero no se puede permitir que esos tipos se vayan.

 

El público está mal educado. No se admite el muletazo que no sea limpio, por ejemplo.

El público reacciona. Si tu creas ambiente ahí... El último que ha sido así es Cayetano. No estoy diciendo que sea Manolo Escudero. Sí que digo que Cayetano tenía un punto de aquí va a pasar algo, este chico... Eso no pasa ahora. La técnica llega a un punto... La única manera en la que se produce emoción es un arrimón desproporcionado. Es igual lo del valor. Toreros que tienen tantísimo valor. Tienen todos una cantidad de virtudes… Hostia, faltan toreros diferentes.

 

Un paula sería imposible en el escalafón.

¿Y crees que el toreo se puede permitir eso? Paula no hubiera salido. Por eso Morante es un milalgro. Tiene la técnica de todos y es Paula. Todos están cortados por el mismo patrón. Una de las cosas que más daño le ha hecho al toreo son las manoletinas. Manolete bien. Pero ya a partir de ahí… José Tomás vete a tomar por culo ya con las manoletinas. Es un torero estratosféricamente bueno pero las manoletinas ya está bien. Soy muy de José Tomás, eh. Las bernadinas [resopla]. Eso lo prohibiría. Para que el toreo sobreviva hay que prohibir las manoletinas y que desaparezca el PP (risas).

 

¿Hay una oleada de cursilería?

Sí y de falsa intensidad. Se hacen muchas cosas mal. Las entrevistas a los toreros en el patio de cuadrillas son un ejemplo. Eso no es importante. Si pones sólo una cámara tiene muchísima más fuerza. Un tío liado con el capote de paseo pasando miedo… Eso tiene mucha fuerza.

 

Sobra boato.

Un poquito. Algunas veces son insufribles los toreros y algunos periodistas. La pose de intenso es insufrible. Hablan muy despacio, sintiéndolo, yo qué sé. Eso es tremendo. Te quedas esperando a ver si arrancan

 

Hablar siempre de Goya, Picasso o Lorca es insufrible también.

Los taurinos somos muy pesados con Lorca. Es maravilloso que fuese aficionado. También es verdad que alguno de los que reivindican a Lorca lo hubieran fusilado si los pones en el 36. Esta es la realidad. Y alguno de los antitaurinos lo hubiera maltratado por ser taurino.

Juan del Val Cedida

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