Locura de Puerta Grande: el río por el que me lleva Ferrera
Decimonovena de abono.- El extremeño forma un lío en Madrid tras el accidente del Guadiana, saliendo a hombros con tres orejas; dos debió cortar al primero por una faena inspiradísima.
1 junio, 2019 21:33Ferrera brindó al cielo. Alguno pensó que se estaba brindando así mismo. Al Ferrera que rescataron hace unos días del Guadiana. Puede ser. En los medios, con la muleta sobre el hombro izquierdo miró al toro. Cierta incertidumbre, por si planeaba caerse de nuevo. Bonito era un tacazo con trapío. Ferrera desplegó la muleta con el boato de los malos de serie B, como si el Team Rocket tuviera torería. Un farol sin torear, abierta la muleta como en un cucurucho de fragola. Quizá me pongo intensillo pero no lo había visto nunca. Tampoco es que haya estado en 15.000 corridas. La faena cogió un ritmo tropical, de selva sudamericana, como si la bachata asaltara la Cátedra —risas enlatadas— del toreo. Ferrera toreó a placer desde el primer momento.
Había una naturalidad electrificada, muchos cortocircuitos pugnando por salir de esa cabeza. Un rayo de genialidad cruzaba Las Ventas cada vez que Ferrera se situaba frente al toro. La ayuda la tiró en la primera tanda. Todo lo hizo al natural. Creo que se desmayó el Rosco cuando vio a Bonito acudir tan largo, ansioso, como si lo llamara Fernando Domecq desde el burladero a la espaldas de Ferrera. El toro iba a más, girando la cara, profundo, con la clase extraordinaria para paladearlo. Ferrera lo toreó como le dio la gana, sin atender a la técnica. No había barroquismos. Juro que se abandonó. Creo que hasta Marta González lo entendería.
¿Cómo se llaman los naturales con la derecha? ¿Derechitas? Bueno, pues cuando toreaba por derechitas dejó a medias una tanda. Salía andurreando de la cara, a paso de desfile, dándole su aire al toro. Fue una conversación que fue un monólogo. Ferrera se decía cosas, no sé qué cosas. ¿Qué queréis? El toro se rajó, miró a los toriles un momento. Buscaba al mayoral. “Pero qué está pasando”, le decía. Tres naturales llegaron como si aterrizaran tres hidroaviones en Las Ventas. Estábamos chorreando. No era torería, ni valor, ni temple, ni nada parecido: era inspiración. A unos cuantos cronistas se le gastaron los adjetivos el viernes.
No entretuvo mucho más Ferrera. Cogió la espada, otra vez envuelto en la muleta, colocándose a diez metros del toro. Bonito fue a la muerte decidido pero sin violencia, fijo y con el galopillo de la clase. La estocada aterrizó caída, ¿y? En esta feria hay ejemplos de que a veces da igual. Parece que las excepciones sólo cuentan para los esforzados o los poderosos: los que son un reflejo nuestro. No se puede venir a Las Ventas a ser simplemente genial. Todavía embistió el toro tres o cuatro veces. Murió para darle gloria a Ferrera. Hubo petición fortísima de dos orejas. Algún estreñido lloraba por la violación de los criterios. ¿Pero qué criterios, alma de cántaro, tú has visto eso? Al final, el presidente fue peor que la sicata de Juncal. Váyase por ahí, no va a ver nada igual en su vida. Ferrera le restregó las dos vueltas al ruedo.
Sinceramente, a partir de aquí me aburrí. Era todo demasiado corriente.
No tendría que haber cortado las orejas al cuarto Ferrera, por cómo quedó la espada. Una por otra, já. Tuvo calidad el toro, rajadito. Pensé que se había ido al hotel el matador. Ya lo hacía en la ducha. Se inventó una faena tardía. Antes, sacó al toro del peto por chicuelinas. Al primero ¿el quite del oro? Solucionó bien Fernando Sánchez la papeleta. La verdad es que su forma de estar en la plaza llega a molestarme, pero es un profesional cumbre. La faena pareció morir cinco veces. Tan metidos en el tercio. Toreó Ferrera abstraído, cerrándolo y abriéndolo, al natural siempre otra vez. Varios finales juntos. Otro electroshock en los tendidos. Más festivo, hubo muletazos muy buenos. Y la estocada esa esperándolo, tan fea, tumbó al toro. Puerta Grande inovildable.
A Curro Díaz le jodieron el invento de la inspiración. Conté tres remates, más o menos, al segundo, que no se empleó. Obvio: también un bonito inicio de faena. Muy cabreado toreó al quinto. Trató de recoger la embestida suelta. Un intento preciosista.
Sólo Luis David puede salir de un pase de pecho peleado con un toro como Fogonazo. Qué fondo, qué hechuras. Mató muy bien Adame, maquillando la faena trabajada, los andamios sobre la embestida para bisturíes. Otro toro para recordarlo cuando viejo, cuando le pregunten los nietos al mexicano “¿qué te pasó en España, abuelo?”. Que le embistieron casi todos. También el feo y exigente sexto.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Sábado, 1 de junio de 2019. Decimonovena de feria. Menos de media entrada. Toros de Zalduendo, gran toro el 1º, no se empleó el 2º, con fondo el buen 3º, con calidad el rajado 4º, manso el 5º, exigente el 6º.
Antonio Ferrera, de verde botella y oro. Estocada algo caída desde diez metros (dos una oreja y dos vueltas al ruedo). En el cuarto, espadazo muy bajo en la suerte de recibir (dos orejas).
Curro Díaz, de azul noche y oro. Estocada baja (silencio). En el quinto, estocada arriba (palmitas).
Luis David, de corinto y oro. Buena estocada (silencio). En el sexto, pinchazo hondo, pinchazo arriba y medio espadazo. Un descabello (ovación).