La orgía de fandangos y patria: Leonardo, décima Puerta Grande
Vigésima de abono.- El rejoneador corta una oreja a cada toro de su lote de una corrida sin celo y sosa. Ventura, a gran nivel, pinchó el triunfo.
2 junio, 2019 22:00Munera recorrió el ruedo de punta a punta como si fuese a cargar contra alguien. No había ningún ejército en frente. Hubo mucha reunión con Arrebato, la rueda sobre la grupa, metiendo al mansurrón de la confirmación debajo del caballo. Con Dámaso se arrimó de forma teledirigida, que es como se arriman los rejoneadores. Ese caballo es guapo, el Jon Kortajarena de los caballos. Munera estuvo muy bien, a pesar de algún tropezón. Encendido, el rejoneador era un reactor volando por encima del toro. Entre los auxiliadores y él lo cuajaron. La faena lo dejó exhausto. Para cuadrarlo giraban y giraban, derrotado el moura. Hasta cierto punto el rejonazo lo espabiló. O al menos lo reafirmó en su pereza. Total, que no se echaba. Ni se dejaba descabellar.
“El rejoneo es primura”, decía la letra del fandango que le cantaron a Ventura mientras montaba a Nazarí. Una morena de las que se pasean en La Tienta como si fuera Milán se levantó en el 2, acaparando toda la atención de la plaza. El torrente de voz rebotaba por los tendidos. Que la banda sonora de tu vida sea a veces una mujer cantando fandangos no está tan mal, depende para qué, claro. Que te acompañe y que cante al bajar de la moto o cuando enciendes un pitillo. El torillo estaba hiptonizado, tan consumido por el ruedo y la situación, un toro demasiado chico para tanto Ventura. El galope a dos pistas fue muy bueno. La forma de templarlo de salida. Las banderillas. Y a dos manos con Dólar sin cabezal, que lo enseñaba como enseñaban los gladiadores las piernas de los rivales. Mató en dos veces, apretando. La hemorragia del toro contuvo las masas. Un dique del triunfo cantado. Con una oreja quedaron conformes.
No es por llevar la contraria a la cantaora, pero el rejoneo es más bien el Eurovision de los que visten con detalles taurinos. El Madcool de los que llevan en el coche la banda sonora del programa de Bertín. Estos días la plaza está Bertín, bertinea. Leonardo Hernandez se trabajó otro fandango pero no hubo nadie que le cantara. Los vivaEspaña supieron a poco: sólo hubo veintidós. El tercero estaba más hecho. No era difícil. Como el anterior, se dejó. La faena de Leonardo fue vertiginosa, estirando al toro con el repertorio habitual, tan flexible el rejoneador y su cuadra. Hace el desplante del teléfono exagerándolo, el teléfono fijo, el teléfono fax que había antes en las oficinas. Se tumba sobre el toro con la decisión de un teleoperador. No pudo redondear con el rejón de muerte, agarrado al número. Pidieron con fuerza la oreja: oreja.
La gente tenía ganas de ser protagonista. La matraca sobre la jubilación del Rey, supongo, había hecho ventosa en Las Ventas. Un señor se levantó en el 2 —el tendido de variedades— como si pidieran voluntarios para comer jamón. Tarzán no habría gritado ese “arriba España” con tanta fuerza. Toreó cumbre Ventura con Sueño, rodando muy templado. Se le escurren los toros por la grupa, fluye a un ritmo perfecto. Salió con Lío y otro señor canturreaba a lo lejos. El quejío no se escuchaba tanto. Pero sonaba a fandango también. La faena subió con este jaco, cuando el público estaba ya empachado de partirse las camisas, de tirarle los vivas. Sin cabezal otra vez, puso un par de fuera a dentro antológico. Entró marcha atrás con el caballo en las cuadras, como si manejara maquinaria pesada sacando los brazos por la ventanilla. Pinchó muchas veces. A ver en Beneficencia.
Este nuevo viva España tuvo un tono más apagado. La voz estaba afónica, era nueva, no había ensayado lo suficiente. Le puso Leonardo la cola en la testuz al quinto, que no colaboraba mucho. Alguien soltó un piropo al caballista y un grupo alrededor respondió coreando otro viva, convertidos ya en bots patrióticos, la avanzadilla real de la cuenta de tuiter esa que nos va a llevar a otro 98. Las rosas calentaron pero no mucho. Quizá lo suficiente. Esta vez mató bien. Hubo más entusiasmo en la petición que en el seguimiento de la faena. Sacaron a hombros a Leonardo.
Munera se encontró con un marmolillo al final. Estábamos agotados, consumidos por la orgía identitaria. El sexto flipaba con el juego de manos de su caballo. Clavó cortas como puntillas. A la espada llegó Munera como Vinicius al área.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Domingo, 2 de junio de 2019. Vigésima de feria. No hay billetes. Toros de María Guiomar Cortés de Moura, mansurrón el 1º, se dejaron el 2º y el 3º, 4º soso, 5º sin celo, igual que el 6º
Diego Ventura, rejonazo (oreja). En el cuarto, cuatro pinchazos y rejonazo apoyándose (ovación).
Leonardo Hernández, rejonazo caído y rejón (ovación). En el quinto, buen rejón (oreja).
Juan Manuel Munera, en el de la confirmación, rejonazo contrario. Siete descabellos. Dos avisos (silencio). En el sexto, varios pinchazos y rejonazo. Varios descabellos. Aviso (silencio).