Marta Estévez, autora de La tercera orilla.

Marta Estévez, autora de "La tercera orilla". Treintayseis

Cultura

Marta Estévez publica 'La tercera orilla': "La heroína no entendía de barrios en el Vigo de los 80"

La escritora cuenta la historia de Ulises con el trasfondo del narcotráfico en Galicia, la reconversión del naval y las consecuencias de la emigración 

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La viguesa Marta Estévez (Vigo, 1972) eligió tratar, para su segunda novela, dos cuestiones que han afectado históricamente -y lo siguen haciendo- al pueblo gallego: El narcotráfico y la emigración. Si bien es cierto que, a lo largo del tiempo, ha habido periodos en los que ambos se han padecido más notablemente. 

Precisamente, tal y como la autora señala, los 80 tuvieron mucho más que "La Movida". Y es que, con el paso de los años, la nostalgia tiende a dulcificar una década en la que se sufrió especialmente el lastre de la droga en ciudades costeras como Vigo. 

Precisamente, en aquel periodo se enmarca la historia de "La tercera orilla", que tiene a Ulises, de 13 años, como protagonista. El joven se muda con sus abuelos a una isla procedente de una ciudad caldeada por la reconversión del naval -que bien podría ser Vigo-.

El padre de Ulises había recaído en la heroína y esto le habría llevado al niño a tener que emprender una nueva vida. Eso sí, una de las primeras cosas que quiso  hacer, junto a sus amigos Toya y Onehuevo, fue eliminar, como venganza, a Leónidas, un narcotraficante isleño. 

Acaba de publicar su segunda novela tras "El secreto de las hermanas Asorey", ¿cómo está siendo la acogida? 

Llevamos de promoción menos de tres semanas, pero está yendo muy bien. En el libro se tratan temas que tocaron a los gallegos en unas épocas muy concretas: Cómo afectó la heroína a parte de la población en una etapa de reconversión industrial. Todo ocurre en una ciudad y, aunque no se nombra Vigo, hay guiños a ella. No obstante, podría ser cualquier ciudad industrial en la época mencionada. La falta de nombres universaliza el problema. Hay un tercer escenario que es Venezuela, que se convierte en la orilla de la esperanza. 

Ha elegido como telón de fondo dos cuestiones que afectaron de lleno a los gallegos: El narcotráfico y la emigración. ¿Por qué decidió embarcarse en estas temáticas? 

Yo hace tiempo que quería contar una historia y ambientarla en los años 80. A la irrupción de la heroína había que añadirle un caldo de cultivo que eran los altísimos niveles de paro. Me pareció interesante complicarme un poquito más y agregar la emigración como antecedente. La historia tiene forma de trenza: Se van intercalando distintos escenarios. Por ejemplo, los abuelos de Ulises tienen que cuidarle a él porque sus padres son heroinómanos, pero es que ellos no pudieron cuidar de su hija porque habían emigrado. 

En los 80 usted tendría la misma edad que el protagonista del libro, para escribirlo, ¿usted se basó en algo que vio o vivió por aquel entonces en Vigo? 

En mi caso, la realidad de la heroína no era mi realidad ni la de nadie de mi entorno. Pero cuando vives en un lugar y en una época en la que sales a la calle y ves a muchas personas, por ejemplo, vagando sin rumbo y en un momento en el que irrumpe la heroína... Bueno, es como un cóctel molotov. Esta es una historia que se cuenta desde los márgenes y, para hacerlo, tuve que vaciarme de mis propias experiencias. Tuve que hacer un esfuerzo para no idealizar aquella época de La Movida. 

¿Cómo lo hizo o qué la impulsó a escribir? 

El "chispazo" fue una historia real que nos contó un amigo de la familia. Esta persona era maestro en los 80 y nos dijo que uno de sus alumnos vivía una situación familiar muy compleja, con un padre heroinómano, algo que le hacía estar muy triste al niño. Pues un día este mismo niño llegó alegre al colegio y le contó al profesor que había fallecido su padre. Aquello me hizo pensar cómo habría sido la vida de aquel niño para que la muerte de su padre terminase siendo un motivo de alegría. Me impactó. También recuerdo el olor a caucho quemado de las manifestaciones y barricadas de la época. No ha sido mi historia, pero pude ver cosas aunque fuese desde una cuarta o quinta fila, porque al final la heroína no entendía de barrios ni de clases sociales en el Vigo de los 80. Eran víctimas que generaban otras víctimas. 

También pone el foco en las consecuencias que pudieron padecer los hijos de la emigración. 

Yo no pretendo retratar la emigración, pero sí introducir una variable como la que representan los abuelos de Ulises, que se van a Venezuela. No les va todo como esperaban y su hija se queda embarazada con 16 años y luego viene el problema del que hablábamos, de la heroína. La presencia y el amor de los padres es muy importante y esto es algo que debería reflejarse en nuestros días con una ley de conciliación. Entiendo que la falta de unos padres tiene consecuencias aunque en la novela es verdad que se llevan al extremo y son muy drásticas, porque los abuelos de Ulises están muchos años lejos de su hija. 

Una de las primeras reacciones de Ulises es trazar un plan para acabar con el narcotraficante de la isla. En Galicia, colectivos que han sufrido especialmente las consecuencias de la droga, se quejan de cómo se suaviza la imagen de los narcotraficantes. 

La abuela de Ulises está inspirada en las madres coraje que emprendieron una lucha infatigable contra el narcotráfico y los narcotraficantes. También sacaron los colores a las autoridades, porque éstas no estaban preparadas para ayudar. Leónidas está inspirado, por su parte, en aquellos narcos que la prensa del momento retrataba como incultos y paletos, pero que se adueñaron de las rías. A mí me parece increíble que a alguno se le haya retratado posteriormente como un Robin Hood o se le haya otorgado características positivas o cierto buenismo. 

Es importante, en definitiva, conocer nuestra historia para no repetir errores. 

Yo no soy muy partidaria ni de mandar mensajes ni de de adoctrinar. Creo que el lector es soberano. Pero sí que pienso que lo que no se nombra no existe, y lo que no se nombra en literatura a veces existe menos. Creo que es de justicia recuperar, por decirlo así, algunas de nuestras "miserias", precisamente, para no repetirlas. El efecto devastador de las drogas o la emigración forma parte de la genealogía gallega. También es de justicia recordar a las mujeres que lo perdieron todo -a sus hijos- y decidieron que nadie las iba a callar.