El barrio histórico del Calvario en Vigo
Pertenecía al antiguo ayuntamiento de Lavadores, pero este barrio siempre fue tan vigués como "el olivo": esta es la historia del Calvario
9 noviembre, 2020 06:00Dentro de la parroquia de Lavadores nos encontramos con el barrio del Calvario, uno de los que más ha crecido en el último siglo. Núcleo agrario por excelencia, las calles del Calvario siempre estuvieron pobladas por obreros y a día de hoy sigue siendo un barrio trabajador. Creció con la construcción de la carretera Vigo – Villacastín (Ávila), que supuso un gran impulso para la ciudad por conectarla con una gran parte de las capitales de provincia castellano-leonesas.
El topónimo "Calvario" tiene origen en un viacrucis que partía del desaparecido Cruce de Los Llorones (la confluencia entre las calles Urzáiz, Pizarro y Travesía de Vigo) y llegaba hasta el Pazo de Rivera Atienza (hoy Centro Sociocultural). Entre estos dos puntos había un cruceiro que se encontraba en la calle del Cristo y que ahora puede verse junto a la fachada de la iglesia de Santa Cristina de Lavadores.
Antiguo ayuntamiento de Lavadores
Durante más de cien años, esta parroquia tuvo ayuntamiento propio y contaba con uno de los mayores censos de las afueras de Vigo. Conocido por su fuerte arraigo agrario, Lavadores fue uno de los núcleos obreros más importantes además de Bouzas.
Fue en 1923, todavía siendo parte del ayuntamiento de Lavadores, cuando se empezó a construir el actual Mercado de Abastos del Calvario, uno de los más populares y antiguos de Vigo. Tras la Guerra Civil, en 1941, Lavadores pasó a formar parte de la ciudad olívica, aunque por su cercanía al centro de Vigo muchos habitantes el Calvario ya se sentían vigueses.
El desarrollo del Calvario
Con el comienzo en 1860 de la construcción de la carretera que uniría Vigo con las principales ciudades de Castilla y León comenzó a desarrollarse el barrio, que fue creciendo entorno a la calzada. Vigo, Ourense, Zamora, Salamanca y Ávila eran las capitales que conectaba este nuevo trazado, que en muchas ciudades y pueblos llegó a bautizarse como "calle del Progreso" (en Ponteareas y Ourense sigue llamándose así).
Pero Lavadores seguía siendo un núcleo fundamentalmente agrario y carecía de "zona urbana" como tal, no fue hasta la anexión con Vigo cuando empezó a crecer. Aunque la población era ya muy abundante, pues solo en el barrio del Calvario se contaban más de 4.000 habitantes antes de comenzar la guerra. Gracias a la conexión en tranvía con la zona del puerto de Vigo en todo el ayuntamiento de Lavadores había más de 38.000 habitantes.
Fue, sin duda, la anexión a Vigo lo que potenció también el crecimiento del barrio del Calvario. Si bien es cierto que pertenecía a Lavadores, la población residente en el barrio era, junto con la de Teis, una de las que más desarrollaba su vida en el vecino Vigo. También la instalación de la fábrica de cerámicas del Grupo Álvarez en el barrio de Lavadores dispara el crecimiento de la población en el Calvario.
Agrarismo y Guerra Civil en "la pequeña Rusia"
Lavadores era conocido a principios de siglo con este apodo debido al elevado número de obreros que aquí residían. El Calvario, además, era un barrio con poco terreno edificable, en su mayoría atestado de viñas y frutales, por lo que la población era fundamentalmente agraria. No obstante, muchos de los operarios de los astilleros o las conserveras de la todavía vecina Vigo procedían de este humilde barrio, por eso desarrollaban su vida en Vigo mucho antes de la anexión.
La lucha anticlerical y, sobre todo, antiforal propició que en Lavadores y en el Calvario se formasen varias asociaciones obreras y grupos sindicalistas organizados. Esta fue la principal razón por la que este barrio opuso especial resistencia durante la Guerra Civil Española: el barrio era fundamentalmente republicano.
Cuando se leyó el bando de guerra en la Puerta del Sol, los acontecimientos se sucedieron a toda velocidad, pero cuando las tropas sublevadas llegaron al cruce de los Llorones se encontraron con una oposición feroz. Barricadas y trincheras sorprendieron a los militares y les obligaron a replegarse hasta el Calvario, que resultó ser una solución peor.
Se esperaba una "victoria fácil", puesto que Vigo no daba muestras de oponerse a la sublevación, pero lo que se encontraron las tropas nacionales fue un barrio obrero dispuesto a pelear hasta la muerte. Así, se convirtió en una cruenta batalla en la que cayeron soldados y obreros a partes iguales. La lucha acabó tres días más tarde con los habitantes del Calvario vencidos, porque obviamente carecían de la preparación y los medios de los que disponía el ejército.
Así se ganó Lavadores su apodo de "la pequeña Rusia", y todavía algunos vecinos recuerdan cómo en el Calvario se escondió a republicanos en sótanos y faiados para que pudiesen huir de la represión falangista.
Con Vigo al siglo XXI
Acabada la Guerra Civil, Lavadores pasó a formar parte del ayuntamiento de Vigo, lo que le confirió un crecimiento mucho mayor del que había experimentado en las primeras décadas del siglo XX. En los años sesenta, como parte de varios planes de urbanización de la ciudad, se abren las dos mayores avenidas en el barrio: Gregorio Espino y Martínez Garrido.
Cuando el tráfico se desvía de la antigua carretera Vigo-Villacastín a la actual Avenida de Madrid es cuando el barrio recupera el bullicio y el deambular de los vecinos, librándose del tráfico pesado por el centro de sus calles.
El Mercado de Abastos es, desde que abrió sus puertas, uno de los más conocidos y de los favoritos de los vigueses. Quizás sea por la excelencia de sus productos, por su espectacular arquitectura de principios de siglo, o porque está situado en una zona peatonal muy cómoda para hacer compras.
Desde la humanización y peatonalización de sus calles, el Calvario se ha convertido en un barrio dinámico y lleno de gente, con un tejido comercial muy importante que prioriza los negocios de toda la vida. Además, este barrio cuenta con cafeterías "de toda la vida", restaurantes de comida casera muy recomendables y algún que otro establecimiento único que merece la pena visitar para tomarse un vermú en el histórico Calvario.