Cinco cosas que han cambiado en un año en el Celta de Vigo

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Celta de Vigo

Cinco cosas que han cambiado en un año en el Celta de Vigo

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En 1964, Bob Dylan cantaba a la revolución y al cambio generacional en The Times They Are A-Changin’. Dylan hacía una llamada a los mayores, a que no fuesen un obstáculo para el progreso, para el cambio, criticaba un sistema y unos valores obsoletos, y pedía a las nuevas generaciones que liderasen ese cambio.

Sin saberlo, Dylan estaba retratando parte de este último año en el Celta. Con las condecoraciones de guerra dignas de un héroe del Vietnam, Benítez llegó a Vigo con una libreta de anillas repleta de ideas escritas a bolígrafo; la mayoría no funcionaron. Hace un año, a punto de despedir 2023, el Celta perdía en la Cerámica ante el Villarreal por 3-2, en un partido en el que el empuje le permitió quedarse a las puertas del empate.

Así, remataba el año en descenso, tercero por la cola y con 13 puntos. En su haber, sólo dos victorias: ante el Almería y ante el Granada, esta última en la jornada 17 y que eran los primeros 3 puntos en Balaídos.

De esa película de terror en blanco y negro, un año después el Celta se acerca más a un ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra, con la banda sonora de Amélie y la escena del aeropuerto de Love Actually

Claudio Giráldez por Rafa Benítez

El cambio en el banquillo ha resultado clave. La apuesta por Claudio Giráldez, un hombre de la casa que sumaba méritos en las categorías inferiores, ha sido como un soplo de aire fresco a un equipo que llevaba dos años deprimido y sin encontrar un capitán que los llevase a buen puerto.

Un año después, en la misma jornada 18, el Celta descansa en una cómoda 11ª posición, con 24 puntos, a uno de la Real Sociedad, que marca la séptima plaza que da acceso a Europa, y a 9 del descenso. Además, sólo los 5 primeros clasificados han marcado más goles que el equipo celeste, que cuenta con 27.

En defensa, Giráldez ha encontrado a sus hombres: Marcos Alonso, Javi Rodríguez y Starfelt. El sueco es una de las grandes noticias para el equipo, y arropado por sus dos compañeros poco tiene que ver con el central del año pasado. 

Otro de los destacados es Mingueza; ya lo era con Benítez, pero el arranque de temporada del ex del Barcelona ha sido tan llamativo que ha recibido la llamada de la selección y los cantos de sirena hablan de su regreso al club azulgrana, además del interés de otros equipos europeos.

Sobre el césped, en especial en Balaídos, el Celta dispone un juego alegre, quiere mandar y sabe presionar y tocar las teclas necesarias para desactivar al rival. 

Iago Aspas

En una de sus primeras ruedas de prensa, Benítez dejó claro que Aspas tenía que comenzar a saber que su lugar sería, progresivamente, el banquillo. El experimento de dejar al de Moaña no le salió siempre mal, pero al delantero se le notaba mustio, además de presentar unos números poco habituales para él, por lo bajos.

La llegada de Giráldez fue como la reconexión de Aspas; en la recta final de la pasada campaña recuperó el tiempo perdido y, en esta temporada, los números hablan por sí solos. Ha conseguido 6 goles y su incidencia en el juego es, de nuevo, básica. 

Por quinta vez, se ha proclamado máximo goleador nacional de la Liga en un año natural: ha terminado 2024 con 14 goles, uno más que Ayoze, del Villarreal.

El mejor regalo de Navidad, su renovación un año más. 

Protagonismo de la cantera

El 1 de marzo de este año, Benítez rompió una racha que se extendía desde el año 2008: alineó un once inicial sin ningún canterano. Fue en casa, frente al Almería, y el resultado fue una victoria por 1-0, pero el trasfondo del encuentro era que, progresivamente, la cantera había ido dejando de contar para el técnico madrileño.

Lo curioso es que, dos semanas después, Giráldez debutaba en el Sánchez Pizjuán con cuatro jugadores de la casa de inicio: Carlos Domínguez, Hugo Sotelo, Hugo Álvarez e Iago Aspas; además, hizo debutar en el segundo tiempo a Damián. El resultado fue, también, una victoria.

Desde que el porriñés se hizo cargo del primer equipo, la cantera ha pasado al centro del proyecto deportivo. Jugadores como Hugo Álvarez y Damián se han consolidado, han aparecido Javi Rodríguez y Fer López, aunque fuese de manera fugaz por la lesión que sufrió el mismo día que debutaba en Liga; ha regresado Carreira para establecerse como una opción más para el carril; y Alfon y Pablo Durán han pasado de estar en la línea de salida para marcharse a contar con minutos y titularidades, a las que han respondido con creces.

A éstos se suman Iván Villar, Carlos Domínguez y Hugo Sotelo y, de manera más testimonial Yoel Lago y Javi Rueda. Además de, por supuesto, Iago Aspas, como faro que guía a los más jóvenes.

El descenso, de lejos

La imagen del equipo es, un año después, muy diferente a la que despidió 2023. Al margen de la posición en la tabla, el Celta está hoy en posición de mirar hacia arriba y olvidarse de la pelea de los de abajo. Al menos, de momento.

Gran parte de esta situación privilegiada, especialmente si miramos a las últimas temporadas, en las que la Segunda División ha sido una amenaza constante hasta el final de la temporada, son los resultados en Balaídos.

Esta temporada, con Giráldez, el estadio municipal ha vivido 10 partidos con 6 victorias, dos empates y dos derrotas; 6 puntos que se dejaron escapar ante Real Madrid y Atlético, y otros 4 ante Barcelona y Girona. 

En la jornada 18 del año pasado, el equipo había ganado dos partidos, sólo uno de ellos en casa ante el Granada en la jornada 17. Estrenaría el año con una nueva victoria ante el Betis en Balaídos, un espejismo, porque hubo que esperar a ese once sin canteranos, casi dos meses después, para que la afición volviese a ver ganar en casa.

Para el 2025, queda en el debe de Giráldez trasladar el juego, las sensaciones y, sobre todo, los puntos a los partidos que el Celta juegue lejos de Balaídos.

Proyecto

La imagen del Celta ha cambiado, también, fuera del césped. El primer tercio de temporada estuvo regado de polémicas arbitrales, derrotas en las que se miraba más al VAR que a lo que estaba ocurriendo en el campo. 

El 12 de diciembre, se producía un movimiento que determinaría el futuro a corto plazo: Carlos Mouriño cedía la presidencia a su hija Marián. La llegada de la primera presidenta de la historia del Celta supuso un antes y un después.

Con el paso de las semanas, se fueron dando pasos en busca de un cambio de dinámica. Se marchó el asesor externo, Luis Campos, y se confió en la figura del mexicano Marco Garcés para la dirección deportiva; se estrecharon lazos, o más bien se recuperaron, con el Concello de Vigo, una relación institucional que marcó uno de los capítulos más negros en los últimos años del club, con un duelo que no benefició a nadie; y se lanzó un mensaje de recuperar la conexión con la grada, con la afición y regresar a las raíces. 

Quedaban, todavía, algo más de dos meses para que Marián Mouriño diese el paso de dejar de contar con Rafa Benítez y abriese la puerta a Giráldez, pero las semillas comenzaban a plantarse en el terreno celtista. 

El resumen de 2024 ya es el fruto del árbol que ha ido creciendo y que se espera que siga floreciendo a lo largo de los próximos meses.