Todo invento tiene, en origen, la solución de un problema y en estos tiempos, todo lo que pueda afectar al teléfono móvil lo es: que se te caiga, que se te olvide o que te lo hurten conlleva un quebradero de cabeza económico, sobre todo teniendo en cuenta el precio de algunos smartphones.

Esos problemas, especialmente el de la rotura y el olvido, fueron los que llevaron a Juan Carlos Garrido a preguntarse si no había en el mercado algún gadget que los solventase. "Partía el móvil cada tres meses porque mi profesión me exige trabajos en altura, o se me olvidaba en algún sitio, o se me caía al ir en moto", explica a Treintayseis este bombero vigués que ejerce en Zaragoza. En el mercado, lo único que encontraba eran fundas o cristales templados, que "reducen el daño, pero no son sistemas de prevención". Además, añade, "los cordeles que hay no me resultaban cómodos".

Ante ese vacío de mercado, abandonó la búsqueda, pero la bombilla de la creatividad se le encendió trabajando con un ratón informático retráctil. Ese sistema fue el comienzo de todo. "Lo desmonté e hice un prototipo casero y durante un tiempo lo estuve usando. Cubría todo lo que buscaba: comodidad, seguridad, eficiencia y discreción".

De modelo casero a patentarlo

El "invento" llamó la atención de la gente de su alrededor y, animado por ellos, decidió patentarlo. Para esto, diseñó un modelo más industrial, que tuviese una salida comercial; envió los planos de su prototipo y en unos seis meses recibió la patente. Era el arranque de esta aventura: "Pensé, ¿y ahora, qué hago? ¿Lo meto en un cajón?". Nada más lejos de la realidad, y de la mano de dos amigos de toda la vida, nació el proyecto empresarial.

Cada uno aportó una faceta diferente: un ingeniero, un economista y Juan Carlos la parte comercial, igual que cada uno aportó su economía personal. El desarrollo se llevó a cabo durante dos años, con la ayuda de una ingeniería de Vigo, para lograr un producto que colmase sus exigencias mínimas de calidad, eficiencia y comodidad. Un modelo que todavía hoy siguen mejorando.

La principal dificultad que se encontraron era que no desvirtuase la propia idiosincrasia del móvil; el gadget debería ser lo suficientemente cómodo para que no se perdiese la libertad de movimiento, llevar un teléfono "atado" pero que fuese lo más cómodo posible. Para ello, tiraron de los mejores materiales del mercado, incluido un muelle que fuese apto para el ambiente náutico.

Y es que Stop Crash está pensado para todo tipo de actividades, desde las más usuales, del día a día, hasta las de la práctica de cualquier deporte que ponga en riesgo la integridad del dispositivo. Para mostrar las múltiples facetas y ensanchar el target todo lo posible, realizaron un vídeo en el que muestran multitud de situaciones en las que Stop Crash previene el accidente.

La pandemia retrasó su lanzamiento

La pandemia llegó a los dos meses de sacarlo al mercado, con toda la producción hecha y toda la inversión dedicada a su desarrollo. Ese tiempo lo utilizaron para perfeccionar el modelo que salió a la venta hace poco más de un año, el verano pasado.

Su funcionamiento es sencillo. Un conector se coloca en la funda del móvil para engancharlo al gadget con un mosquetón. Así, Stop Crash se puede enganchar el mosquetón para anclarlo a la trabilla del pantalón o del bolso, por ejemplo, o a través de la pinza de presión que lleva en la parte posterior. Además, cuenta con un sistema de bloqueo del hilo, que permite definir su longitud para adaptarse a cualquier situación, desde sacarse un selfie hasta apoyarlo en la mesa. Además, sirve como soporte para el móvil, tanto en posición horizontal como vertical.

Actualmente, hay varios puntos de venta físicos en Vigo, pero están trabajando para crear una red de venta nacional e, incluso internacional en el mercado mexicano y estadounidense. Online se puede adquirir a través de su página web y de Amazon.

Stop Crash está también teniendo muy buena acogida como regalo promocional, como confirma Juan Carlos, e incluso un equipo de la ACB se ha puesto en contacto con ellos para personalizarlo y venderlo en sus partidos. Una personalización que también está disponible en la web de Stop Crash, para adaptarlo al gusto del consumidor.

Un invento que nace de Galicia para el mundo y que quiere acabar con el estruendo del smartphone impactando contra el suelo o la cara que se le queda a uno cuando echa mano al bolsillo o al bolso y se da cuenta de que no está. Un gadget que quiere convertirse en un imprescindible para el móvil y que cree en las segundas oportunidades.