La tormenta arrecia sobre mojado
El presidente de la Condeferación de Empresarios de Galicia (CEG) aporta su visión sobre la guerra en Ucrania y las terribles consecuencias humanitarias, y también económicas, de este triste suceso
Nunca lo hubiéramos deseado; hablar, opinar, escribir sobre una guerra como la que ya ha empezado a hacer estragos desde hace dos días en Ucrania, una barbarie que nos devuelve a la historia de los peores capítulos del siglo pasado. Y es que el conflicto armado nunca es la solución. Máxime, y en primer lugar, por la población que lo vive en primera persona; la pérdida de cuantiosas vidas humanas o su desplazamiento forzoso, así como la destrucción material que entrañan.
También y cómo no, por las innumerables consecuencias para las distintas economías afectadas. En un año clave para la consolidación de la recuperación económica en España tras la pandemia, sin duda esta contienda añade un problema a la ya tormenta perfecta que la está comprometiendo, como es el aumento de los costes logísticos y de materias primas, así como el desabastecimiento de estas últimas y la falta de personal cualificado.
Ya en el caso concreto de Galicia, las relaciones comerciales de nuestras empresas al mercado ruso han ido incrementándose de manera continuada en los últimos años, aunque con el lógico retroceso en 2020 por el inicio de la crisis sanitaria. En cualquier caso, las exportaciones a Rusia desde nuestra comunidad las protagonizan los bienes de consumo, mientras que las importaciones las encabezan los bienes intermedios. Más del 27% de las exportaciones totales de nuestra comunidad a la república en el último año -y según datos del IGE-, se correspondieron a productos de las industrias químicas, seguido con más de un 26% del total de exportaciones de materias textiles y sus manufacturas, concretamente ropa y complementos de vestir.
Igualmente hay que tener en cuenta que Ucrania es uno de los mayores exportadores de trigo a nivel mundial. Y por eso los agricultores y ganaderos españoles y gallegos piden a la Unión Europea que no miren a otro lado. Todo el país depende de Ucrania -el granero de Europa- en trigo, maíz y también fertilizantes. Un corte de suministros supondría otro freno en la recuperación para este sector.
También estamos preocupados por las consecuencias del conflicto en la industria gallega. Y es que además de la automoción, muy presente en esos enclaves, también la industria marítima-naval tiene cada vez mayor preponderancia, y compañías dedicadas a tuberías industriales están trabajando igualmente en los países enfrentados.
Por supuesto, mención especial merece el hecho de que tras el estallido de la guerra en Ucrania, el alza de los precios del gas y del petróleo -por encima de la barrera de los 100 dólares- amenaza a las gasolinas y a la factura de la luz. La negativa de Alemania a certificar el gasoducto Nord Stream 2 -diseñado para transportar directamente gas de Rusia a Alemania por el mar Báltico-, provocará probablemente un desabastecimiento y encarecimiento mayor del precio de esta materia prima. Y aunque afectará probablemente de forma más directa al aprovisionamiento del Norte de Europa, resulta un problema añadido a que debido a los desencuentros entre Marruecos y Argelia, éste último cerró el gasoducto Magreb-Europa que afecta a nuestro país más que de lleno.
Por lo tanto, nos encontramos en un momento harto complejo y preocupante, que esperemos pueda ser minorado por la vía del diálogo y la cordura.