Cuando llegan las altas temperaturas los gallegos comenzamos a ocupar los mejores arenales de la comunidad: la arena blanca, el agua tranquila y cristalina y la cercanía de un buen chiringuito son los tres pilares sobre los que se apoya la elección de nuestra playa favorita.

Sin embargo, no para todos es esencial que la playa esté cerca de casa o que cuente con determinados servicios, sino que algunos buscan la tranquilidad del mar para pasar una jornada relajados en soledad y disfrutando del sonido de las olas. 

Si eres de estos últimos, lo más importante a la hora de elegir una buena playa es irse a las que están algo más alejadas de las ciudades, incluso aquellas que pueden tener accesos un poco más complicados. Cuanto más pequeña sea la cala, además, más nos aseguramos de que esté poco transitada, porque normalmente los visitantes de estos arenales buscan precisamente la soledad para disfrutar del mar. 

Es el caso de las calas de la cara norte de la península de O Grove, entre las que se encuentra la playa de O Barreiriño. Salvaje y solitaria, esta cala de apenas 50 metros de largo está totalmente resguardada y suele estar poco concurrida en verano. Sus aguas turquesa y la arena blanca y fina la convierten en un pequeño rincón de paraíso en las Rías Baixas, y el acceso (que debe hacerse caminando unos 300 metros entre la vegetación) suele garantizar la soledad y la paz en el arenal.