Pico Fuciño: los animales de granja más peculiares de Galicia se esconden en A Estrada
Dos amigos ofrecen visitas guiadas (e interactivas) una pequeña comunidad de animales entre los que se encuentran burros, cabras enanas, alpacas y vacas highland
23 julio, 2022 06:00La parroquia estradense de Callobre esconde desde hace algo más de cuatro años una pequeña y peculiar granja. Isa y Rober, dos amigos con una gran pasión por los animales, iniciaron la aventura de crear Pico Fuciño con la idea de que su afición tuviese un espacio en el que desarrollarse.
Isa cuenta que para ella todo empezó como un hobbie, por amor a los animales de granja, que siempre estuvieron presentes en su vida. "En casa de mis padres no había animales, pero sí en una propiedad que había heredado mi padre en Callobre, empecé comprando unos pocos y cuando conocí a Rober fue todo a más", explica. Él, por su parte, lleva toda la vida cuidando de los "animales básicos de granja" porque en su casa siempre hubo ovejas, cabras y algún burro.
Desde que se conocieron, a través de un amigo común, decidieron empezar a comprar animales juntos y crear su pequeña granja en Callobre (A Estrada). "Rober vino a rapar a mis ovejas y empezamos a ayudarnos mutuamente", explica Isa, "después de un tiempo empezamos a comprar animales juntos y nació Pico Fuciño, que se llama así simplemente porque tiene picos e fuciños".
Una granja muy especial
Pico Fuciño es una granja muy peculiar, en la que se pueden ver animales que no hay en otros lugares de Galicia. "Todo son razas de fuera, solo los burros son autóctonos y las vacas do país están en la parte no visitable de la granja", explica Isa. "Empezamos comprando unas alpacas porque a Rober le gustaban mucho y un día, medio de risa medio de verdad, decidimos ir a buscarlas a Bilbao porque allí nos las vendían", explican.
Hoy tienen cerdos enanos, ovejas, cabras y cabras enanas, conejos enanos, ponis, pavos reales, ocas, patos, patos mandarines, gallinas moñudas holandesas y burros. También tienen vacas highland, autóctonas de Escocia, y acaban de ver cómo nace la primera vaca highland gallega, a la que han llamado Margarita en honor a la patrona de la parroquia en la que se encuentra Pico Fuciño.
Visitar, tocar y comprender una granja
Desde el momento en el que Isa y Rober crearon una página en Facebook "para mostrar el día a día en la granja" empezaron a recibir mensajes pidiendo conocer a sus animales. Isa cuenta que, realmente, "no buscamos hacernos ricos", pero empezaron a cobrar las visitas para poder cubrir los gastos de las instalaciones y la manutención de los animales. "Una granja da mucho trabajo y muchos gastos: igual que te da muchísimas alegrías te da muchos disgustos".
Empezaron poco a poco, con familias y algunos vecinos de A Estrada, "un poco sin saber" y ahora han decidido formarse para poder ofrecer el máximo de calidad en cada una de las visitas. "Siempre tuvimos seguro de responsabilidad civil, incluso antes de cobrar entrada, porque dejamos que los niños toquen a todos los animales y nunca sabes lo que puede pasar", confiesa Isa: "ahora acabo de hacer el de monitora de tiempo libre y otro de primero auxilios para estar más preparados".
No obstante, tanto Isa como Rober siguen teniendo trabajos fuera de Pico Fuciño y utilizan los días en los que no tienen que trabajar en sus empresas ni en la propia granja para organizar las visitas. "Tenemos una agenda y organizamos visitas de 20 o 25 personas, que son las que podemos manejar para no perder a los pequeños de vista, que entiendan bien todo y puedan tocar a todos los animales, darles de comer y disfrutar a gusto de todas las instalaciones".
Cuentan que, aunque principalmente van niños y niñas, también tienen visitas de adultos "que disfrutan muchísimo". Ahora, de cara al comienzo del curso, han comenzado a ofrecer visitas "habituales" a los colegios y centros de mayores de la zona, "porque de un mes a otro hay muchos cambios, nacimientos y cosas nuevas y creemos que las visitas asiduas pueden ser muy enriquecedoras para pequeños y mayores", explican.
Con ayuda de sus amigos, "a cambio siempre de un buen churrasco o de una paella", Isa y Rober han logrado crear su pequeña comunidad granjera, que ahora tratan de enseñar a cualquier gallego que decida acercarse hasta el hogar en el que han conseguido hacer de su hobbie todo un negocio rural.