The Hippie Baker, el negocio vigués donde la repostería vegana es una realidad
Sonia González lleva un año trabajando sin descanso en su obrador vegano, desde el que pretende enseñar que existe una alternativa igual de deliciosa que "respeta a otros seres vivos"
8 noviembre, 2021 06:00Sonia González afirma que el dilema ético le llegó antes que la idea de negocio. "Esto es vegano porque yo ya estaba totalmente concienciada de que no quería seguir comiendo de la manera en la que se nos educa". Con esto se refiere a The Hippie Baker, su obrador de repostería vegana, ubicado en el casco histórico de Vigo.
Antes de adentrarse en esta aventura tan dulce (con sus momentos amargos, como todas las historias), Sonia trabajaba de sumiller en Mallorca. Hacía tiempo que se había mudado al Mediterráneo dejando atrás su tierra natal, Vigo. Mientras se dedicaba al mundo de la hostelería desde el lado del servicio, en casa preparaba sus primeros bollos veganos.
"Tenía muchos amigos que se dedicaban a la hostelería y tenían cafeterías de especialidad o pequeños restaurantes. Me empezaron a pedir cositas, se interesaron por lo que yo hacía y poco a poco vi que aquello funcionaba", relata Sonia. Ya ha pasado casi una década de aquello, pero The Hippie Baker no vio la luz hasta hace un par de años.
Volver a casa con una idea bajo el brazo
A comienzos del verano de 2020, Sonia decidió regresar a Vigo junto a su hijo: "No venía con la intención de trabajar inmediatamente ni nada, yo llevaba mucho tiempo fuera, con todo lo que pasó tenía ganas de estar en casa". Sin embargo, su pasión por la repostería nunca ha desaparecido.
En Mallorca compartía un local con otra persona donde vendía los dulces de The Hippie Baker, aunque sin atender ella misma el trato con el cliente y cubriendo la demanda, sobre todo, de cafeterías y restaurantes. Al llegar a Vigo no pensó en continuar el negocio, pero seguía cocinando sus postres. Todo cambió un día en el que se le ocurrió anunciar sus servicios de repostera en redes sociales.
"Se me ocurrió hacer una publicación en Instagram, una publicidad pagada, y lo cierto es que funcionó muchísimo". A raíz de ese post, el número de seguidores de Sonia se incrementó a la par que el número de pedidos. The Hippie Baker debía expandirse acorde a las circunstancias. Como explica la repostera, seguir desde casa era "muy incómodo", por lo que buscó un local; así encontró el entrañable número 10 de la calle Baixada Fonte.
Las dificultades de la repostería vegana
En las vitrinas de The Hippie Baker se exponen los dulces más tradicionales que a todos nos apasionan. Jugosos donuts, croissants tiernos, rollos de canela, napolitanas. La "gran ilusión" de Sonia es que la gente acuda a su pastelería y descubra que existe una alternativa igual de rica que "respeta a otros seres vivos".
Sonia se levanta cada día a las cinco de la mañana ("o a las seis si se presenta el día tranquilo", puntualiza) y comienza a preparar en el obrador los dulces que, recién hechos, se muestran al público a las 10. La época también influye en el ritmo de trabajo: "En Navidad hay noches de preparar roscones en las que me toca no dormir".
La especialidad de The Hippie Baker son las masas levadas, la bollería y el pan de masa madre, que cada vez produce en mayor cantidad. Además, destaca entre sus productos el hojaldre, ya que declara que "es difícil encontrar uno vegano que esté bueno y este parece que gusta mucho".
¿Pero cómo se consigue reproducir la bollería que todos conocemos sin ingredientes como los huevos? "Hay que probar, tirar mil recetas a la basura hasta que encuentras una buena", explica Sonia. Ella misma de clara que hay ciertas cosas en las que no merece la pena buscar una réplica, como por ejemplo el flan. Con todo, confía en que cada vez será más sencillo porque aumenta la cantidad de información. "¡También es difícil hacer repostería tradicional a veces!", exclama la dueña del obrador.
Buena parte de la clientela de The Hippie Baker la conforman los vecinos de la zona, y por él pasan tanto fieles consumidores veganos como curiosos. Sonia González está entusiasmada con la acogida que ha tenido el negocio. "La gente es super receptiva, creo que Vigo sí que está abierto a muchas cosas". Hace un año, cuando empezó, su familia le dijo "que no se comería un rosco". Tras este tiempo, ha demostrado que todo lo contrario.