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Los yogures son probablemente la gama de derivados lácteos más amplia de los supermercados y la que más rápido se adapta a las tendencias de consumo que triunfan en cada momento. Sólo hay que hacer un rápido repaso a las secciones de yogures de las cadenas de distribución para descubrir por dónde va la demanda: yogur natural y de sabores, desnatado, 0% azúcares, 0% materia grasa, griego, con bífidus, con calcio, con vitaminas; con fruta, frutos secos, cacao, extra de proteínas, vegetal… Pero, ¿por qué?

El yogur es un producto asociado a una dieta sana desde hace décadas. Es un probiótico natural; contiene microorganismos vivos que alimentan la microbiota intestinal y protegen el sistema inmune. Por eso es un alimento recomendado y asociado a la dieta sana desde su debut en el mercado español, en la década de los 80. La cada vez más creciente preocupación por el cuidado de la alimentación ha convertido las gamas de yogures en un extraordinario campo de innovación para las marcas de alimentos lácteos. Y así encontramos yogures con todo tipo de supuestas propiedades pero, ¿son tan diferentes? Y sobre todo, ¿cuáles son los yogures más sanos?

Yogur desnatado versus yogur entero

El yogur desnatado o light ha sido tradicionalmente considerado como el más sano por su menor cantidad de materia grasa. Sin embargo, el yogur desnatado es tan saludable como el yogur entero, tal y como indica el portal especializado en productos lácteos Mundo Lácteo.

La explicación científica a esta afirmación está en qué función tiene la grasa de la leche y si es buena o mala. Los yogures enteros contienen entre un 2,5% y un 3% de grasa, pero además las grasas de los lácteos son consideradas saludables por su importante misión en el organismo: transportar las vitaminas liposolubles (A, E y K), favoreciendo su absorción. Además, contienen componentes que protegen la salud cardíaca y frenan el desarrollo de tumores. El yogur semidesnatado tiene menos grasa pero con ella pierde algunas de sus propiedades saludables.

Yogur sin azúcar, un imposible

Todos los yogures tienen azúcar, con lo que un yogur 0% azúcares es un imposible sin que el yogur pierda las propiedades que permiten llamarlo yogur. Los yogures están elaborados con leche y la leche contiene en torno a un 4,5% lactosa, que es un tipo de azúcar presente de forma orgánica en ella. Incluso los yogures o la leche sin lactosa tienen lactosa, porque la práctica habitual de las marcas que elaboran lácteos sin lactosa es agregarles lactasa, la enzima que permite que los intolerantes a la lactosa puedan digerirlos. Existen yogures sin azúcares añadidos, que sólo tienen el azúcar natural, unos 4,5 gramos por cada 100 gramos de yogur si el yogur es de leche de vaca. Algunas leches distintas a la de vaca, como la de cabra, tienen menos cantidad de lactosa, y por lo tanto, de azúcares. Sin embargo, el yogur de cabra tiene más cantidad de grasas y más calorías que el de vaca.

Yogur griego, ¿cómo de griego?

La receta clásica del yogur griego contiene leche de oveja y logra su textura más cremosa a través de un proceso de filtración (en su origen, con coladores de tela) que reduce su volumen y exige emplear mayor cantidad de leche que para obtener un yogur natural de leche de vaca. Así, el yogur griego clásico tiene más proteínas, más grasa, y también más calcio y vitaminas que un yogur natural tradicional. Por eso es otro de los yogures que se ha ganado la fama de saludable.

 Pero, ¿cómo es el yogur griego de venta en supermercados? La mayor parte de los yogures griegos, -tanto de marcas líderes, como los de marca blanca o de distribuidor- poco o nada tienen que ver con la receta tradicional. Casi todas las marcas incorporan en sus ingredientes nata o leche en polvo y su contenido en grasas varía en función de la marca; del 6% del más sano al 11% de los más grasos, más del triple de grasa que un yogur natural clásico.

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