Laura Loomer, a su llegada a Filadelfia, con la comitiva del expresidente Donald Trump.

Laura Loomer, a su llegada a Filadelfia, con la comitiva del expresidente Donald Trump. Eduardo Muñoz Reuters

Estados Unidos CAMPAÑA ELECTORAL

"Comen perros y gatos": Laura Loomer, la agitadora que encandila a Trump y alarma a los republicanos

La conspiradora ha sido censurada varias veces en redes sociales por propagar teorías de la conspiración y mensajes radicales que seducen al expresidente, cada vez más alejado de sus asesores de campaña.

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"Se están comiendo a los perros, la gente que llegó, se están comiendo a los gatos. (…) Esto es lo que está pasando en nuestro país, y es una pena". Cuando Donald Trump pronunció esta frase en el debate frente la mirada atónita de Kamala Harris, muchos de los asesores del Partido Republicano se llevaron las manos a la cabeza porque sabían exactamente de donde venía: la influencer extremista Laura Loomer, cada vez más cercana al expresidente, llevaba días promoviendo esa falsa información sobre la llegada de inmigrantes a EE. UU. en sus redes sociales.

Loomer, una agitadora social muy popular entre la burbuja mediática de la extrema derecha estadounidense, lleva años ganando seguidores a costa de la provocación y de apuntarse a infinidad de teorías de la conspiración. Ha defendido que el 11S fue un ataque de falsa bandera, ha sugerido que Biden estuvo detrás del intento de asesinato de Trump y se ha definido como "orgullosa islamófoba".

Su historial de comentarios extremistas y ataques la han llevado a ser censurada de las principales redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter. De hecho a esta última, ahora llamada X, solo regresó después de que Elon Musk, también admirador de Trump, comprara la plataforma.

En las últimas semanas ha viajado en varias ocasiones en avión del expresidente, incluido el trayecto hacia Filadelfia para acudir al debate presidencial, y su cada vez más notoria influencia en el magnate está enervando a sus asesores de campaña y a otros miembros del Partido Republicano.

"Laura es una partidaria mía, al igual que mucha gente. Ella habla muy positivamente de la campaña. No controlo a Laura. Laura tiene que decir lo que quiere. Ella es un espíritu libre", respondió el propio Trump este viernes a la CNN tras ser interrogado por su relación con la influencer.

Dos días antes, en el aniversario de los atentados terroristas del 11S, las cámaras de televisión grabaron a Loomer como una integrante más del equipo que acompañó a Trump a los actos conmemorativos celebrados en Nueva York. Mientras el magnate se fotografiaba en un cuartel de bomberos, la activista esperaba fuera junto a sus jefes de campaña, Chris LaCivita y Susie Wiles, de quienes la prensa lleva semanas especulando sobre su despido.

La presencia de Loomer en los actos vinculados al 11S llamó especialmente la atención porque ella publicó un video el año pasado en el que aseguraba que fue un atentado de falsa bandera, una teoría de la conspiración ampliamente propagada en ciertos rincones de internet.

"No entiendo cuál es el problema con que vaya a un memorial del 11 de septiembre. De hecho, las personas que saludaron al presidente Trump en el monumento estaban muy felices de verme", se defendió la propia Loomer ante la prensa estadounidense.

Después de que se publicaran varias fotografías de la activista saliendo del avión en el que Trump viaja con su equipo de asesores y guardaespaldas, la campaña evitó dar explicaciones y se escudó en que la atención debía centrarse en "las almas que ya no están y los héroes que salvaron las vidas de otros estadounidenses".

Sin embargo, ese día se hizo evidente el vínculo cada vez más fuerte entre Trump y Loomer, fraguado durante años por una admiración mutua que genera tensiones en el seno del partido.

"A él le gusta. Hay que recordar que el año pasado hubo una debate sobre contratarla", admitió en declaraciones a la CNN un integrante del equipo de Trump que pidió nos ser identificado.

Según el diario Axios, muy influyente en Washington, Loomer llegó incluso a ser entrevistada el año pasado para sumarse al equipo directivo de la campaña electoral, pero Wiles (una codirectora) hizo lo posible para evitar su contratación.

"Es tóxica"

La cada vez más pujante presencia de Loomer en los postulados y discursos de Trump también está volviendo a fracturar al Partido Republicano, que había conseguido reunirse para afrontar las elecciones presidenciales tras pasar los últimos tres años profundamente dividido en torno a la figura del expresidente.

"No suelo decirlo mucho, pero la historia de esta persona es realmente tóxica. No creo que sea útil en absoluto", dijo esta semana al Huffington Post Lindsey Graham, uno de los senadores más cercanos a Trump.

Pero la reprobación más sorprendente llegó de la congresista Marjorie Taylor Greene, quien hasta ahora siempre se había mantenido como una de las voces más ruidosas y fanáticas dentro de la esfera de fieles a Trump.

Esta semana, Greene calificó un tuit de Looner como "espantoso y extremadamente racista". En el mensaje denunciado, la activista decía que si Harris resultaba elegida presidente, la Casa Blanca "olerá a curry y los discursos se facilitarán a través de un centro de llamadas (call-center)", una referencia clara al origen de Kama Harris, cuya madre nació en la India.

"No representa quiénes somos como republicanos o MAGA (Make America Great Again, el eslogan de Trump). Esto no representa al presidente Trump. Este tipo de comportamiento no debería ser tolerado nunca", añadió en su crítica Greene.

Un vistazo rápido al perfil de Laura Loomer en X (antes Twitter), donde cuenta con más de un millón de seguidores, descubre todo tipo de mensajes incendiarios: "Kamala Harris quiere separar los hijos de sus padres si se niegan a cambiar su género", dice un tuit. "Con Kamala los inmigrantes ilegales te asesinarán", añade otro.

Gatos y perros

En su cuenta secundaria, en la que promueve un podcast propio, uno de los últimos mensajes compartidos se refiere al bulo que el propio Trump difundió en el debate electoral del martes, ante más de 60 millones de espectadores, sobre que los inmigrantes en la localidad de Springfield, en el estado Ohio, se estaban "comiendo a las mascotas" de los habitantes.

David Muir, el moderador, revisó de inmediato las afirmaciones de Trump y recordó que las autoridades de la ciudad de Springfield habían dicho anteriormente que no había creíbles de mascotas "dañadas, heridas o abusadas por personas en la comunidad inmigrante de la ciudad".

"La gente en televisión lo ha dicho", rebatió Trump.

"No hay pruebas de eso", insistió el presentador.

El bulo, que llevaba difundiéndose días antes, construía como suele ser habitual una falacia con datos sacados de contexto, como un vídeo antiguo de la detención de una mujer alterada en otra localidad, Canton, y en el que los policías le preguntaban por un gato.

Ese mismo martes, horas antes del debate, el propio compañero de candidatura de Trump, el aspirante a vicepresidente J.D. Vance, admitió que esa información podía ser falsa, pero Trump no escuchó esa rectificación y llevó el bulo hasta uno de los momentos más decisivos de la carrera presidencial, consiguiendo crear así uno de los videos que más daño está haciendo a su campaña.

Cuando Trump aterrizó en Filadelfia horas antes del cara a cara, Loomer estaba entre los pocos aliados que desembarcaron en su avión privado.

Nuevo círculo de Trump

Desde entonces, se han conocido más detalles sobre la relación entre la activista y el expresidente: Loomer también vive en Florida, de hecho ha intentado en varias elecciones ser congresista de ese estado, y acude a la residencia de Trump en Mar-a-Lago con frecuencia.

Fuentes cercanas al partido señalan que tras el intento de asesinato que sufrió en Pensilvania el pasado julio, Trump —muy tendente a rodearse de gente que le idolatra y a prestar atención a teorías de la conspiración— ha ido dejando de lado a su equipo más "formal" para prestar atención a personalidades de internet y activistas similares.

Según el New York Times, durante el debate, una veintena de activistas conservadores se reunieron en un hotel de Filadelfia convocados por la campaña de Trump. Entre ellos, Chaya Raichik, denunciada por contenido transfóbo y campañas de difamación contra escuelas, hospitales y bibliotecas; Jack Posobiec, un creador de podcast que difundió teorías como el "pizzagate"; y Rogan O'Handley, quien niega el resultado de las elecciones de 2020.