Desde tiempos ancestrales el té y el budismo circulaban entre el Tíbet, China e India con total naturalidad. El sabor y las propiedades de la infusión le dieron fama y, desde Asia, el té se extendió por todo el mundo.
La ruta del té no constituye un solo camino. El extenso itinerario atravesaba un inmenso y complicado sistema de senderos por el que se fueron estableciendo ciudades comerciales. Una nutrida red que facilitaba el comercio y el intercambio de mercancías en Asia.
El té surgió en las zonas altas y húmedas de Yunnan y en Sichuan, China, y la vía principal de este comercio llevaba hasta el Tíbet.
Yunnan posee la mayor extensión del planeta en jardines de viejos árboles de té. Aún hoy, se realizan peregrinaciones hacia el árbol más viejo de la montaña donde se reza a los guardianes de los ancestros del Espíritu del Té, a ritmo de tambores.
Pero, Yunnan también esconde uno de los monasterios budistas tibetanos más encantadores, Songzanlin. Una ciudad monástica de aire medieval, con tres templos principales y una casa en la que residen los monjes. Edificios, banderas rojas, amarillas, verdes, aroma de incienso y velas de manteca de yak. Y como "banda sonora" las campanillas y los "mantras" repetidos constantemente por los lamas de la túnica roja y azafrán. Songzanlin es el monasterio budista tibetano más grande de Yunnan y se encuentra cerca del condado de Shangri La, el mítico enclave de la "sociedad perfecta".
Lhasa, la capital del Tíbet, está situada en el "Techo del mundo". A más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, en las montañas del Himalaya se alza el Palacio de Potala, hermano mayor del monasterio de Songzanlin. Durante trescientos años fue la residencia del Dalai Lama, la autoridad política y espiritual del Tíbet. Su estructura data del siglo XVII, y se construyó sobre otro pequeño edificio. El lugar ya era considerado sagrado diez siglos antes y fue centro de retiro y meditación de un gran emperador. Ahora, Potala es un curioso museo al que no se permite la entrada con atuendo poco adecuado: gafas de sol o sombrero.
Los tejados dorados muestran el esplendor de Lhasa. El centro mercantil, en el que confluían todas las rutas, daba cobijo al mayor intercambio comercial no solo de té sino de caballos, sal e incluso opio; también de otras rarezas utilizadas en la medicina tradicional china como el hueso de tigre o el cuerno de rinoceronte.
Sichuan, China
Cuenta la leyenda que, casi tres mil años antes de Cristo, el emperador chino Shen Nung se encontraba bajo un árbol de té. Siguiendo las instrucciones que daba a su pueblo, hervía agua para consumirla y, en ese momento, varias hojas del árbol cayeron sobre el agua en ebullición. El emperador quedó sorprendido por el aroma que desprendía aquella infusión y la probó. Cierta o no, la leyenda inicia la larga historia del té en China. Nacía una infusión que, milenios después, se extendería por el mundo. Su sabor, y sus propiedades medicinales, la han convertido en una de las bebidas más consumidas en el planeta.
Las condiciones climáticas de esta próspera provincia china propician, además del té, una agricultura intensiva y grandes recursos minerales. Es una tierra "de abundancia".
Leshan, en el corazón de Sichuan, alberga una gran cantidad de lugares sagrados y los últimos osos panda en sus bosques de bambú. Además, la confluencia de tres ríos señala el lugar en el que fue erigido el Buda de piedra más grande del planeta. Construido en el siglo VIII, mide más de 70 metros y cada pie se extiende once metros. La sabia sentencia local lo define como "la montaña es Buda y Buda es la montaña".
India
India también pasó a ser un importante destino comercial en la ruta del té. Desde la misma Lhasa, capital del Tíbet, las caravanas de té recorrían la ruta hasta el Paso de Nathu La, un agreste camino de montaña en el Himalaya que se utilizaba para dirigirse hacia Calcuta. Té, y sal, a cambio de trigo y arroz.
Calcuta es hoy, una ciudad especialmente activa y aparentemente caótica. Es el principal centro comercial y educativo de la India Oriental.
La ciudad más atractiva de la India mantiene sus toques coloniales, herencia de su pasado británico. Muy cerca de Calcuta se encuentra un famoso templo hindú dedicado al culto de la diosa Kali, protectora de la población. Daksineswar consta de un templo principal dedicado a la diosa, otro a Radha Krishna y doce pequeños templos en honor a Shiva. Además, dispone de un elemento fundamental para alcanzar su posición como centro de peregrinación, el río. Las aguas fluviales tienen un significado religioso muy destacado en la India. Un baño en los ríos sagrados puede borrar todos los pecados y hacer desaparecer, incluso, el miedo a la muerte.