Omán, la cara moderna de Arabia sin olvidar su tradición
El principal atractivo de Omán está en la gran diversidad de bellezas naturales que posee.
18 octubre, 2019 01:45Omán se encuentra en la península Arábiga, en la costa sureste de la misma, entre Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Yemen y el mar Arábigo. Omán es el destino perfecto para aquellos que buscan la cara moderna de Arabia sin abandonar por completo el espíritu antiguo de su tradición. A diferencia de los demás países de la península, El sultanato de Omán es más accesible que Arabia Saudí, más seguro que Yemen y más tradicional que los emiratos del Golfo Pérsico. La mejor época para visitarlo es en los meses de invierno, de octubre/noviembre a febrero/marzo ya que su clima presenta unas temperaturas suaves en invierno, con una media de 26ºC, mientras que en verano las temperaturas pueden rondar los 40 ºC.
En Omán se puede disfrutar de la historia beduina que marcó al país, de la tradición marinera que ha dejado un legado de fortalezas extraordinarias y de las construcciones tradicionales que caracterizan a la zona. En Mascate, la capital, está el zoco de Mutrah: supone la materialización de un bazar árabe de ensueño, con oro que refulge y nubes de incienso.
Pero el principal atractivo de Omán está en la gran diversidad de bellezas naturales que posee: playas preciosas, aserradas murallas pétreas de sus cordilleras y la perfección de las dunas del Lugar Vacío. Posee un rico patrimonio y una sociedad integradora, con un poderoso sentido de la identidad con orgullo al aroma del incienso. Las visitas que no pueden faltar en tu viaje son:
Jebel Shams: la montaña más alta de Omán, de 3075 metros. Es conocida no por su cumbre, sino por las vistas del profundo Wadi Ghul, considerado el “Gran Cañón de Arabia”. Cuenta con precipicios verticales de más de 1000 metros. Por otro lado, la península de Musandam, separada del resto del país por la costa oriental de los Emiratos Árabes Unidos, es conocida como la “Noruega de Arabia” por sus hermosos barrancos, sus pueblecitos y sus espectaculares carreteras junto a las montañas.
Fuerte Nakhal: se trata de una edificación preislámica, cuyas torres y entradas se construyeron durante el reinado del imán Said bin Sultan en 1834. Desde las murallas se pueden contemplar unas magníficas vistas de la llanura de Batinah. En su construcción destacan las ventanas perfectamente alineadas para beneficiarse de la brisa incluso en verano, y los majlis (salones) son un sitio fresco para disfrutar de la tranquilidad.
Declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, el fuerte de Bahla cuenta con impresionantes almenas, visibles desde cada curva de la carretera. Es una de las ciudades amuralladas más extensas del mundo y según se cuenta, las proyectó una mujer hace 600 años.
En el desierto de Sharqiya se puede disfrutar del mar de dunas infinitas. También conviene conocer la vida de El solar de los beduinos, un modo de vida tradicional que está especializado en la crianza de camellos.
Explorar Salalah, región famosa por su oro, incienso y mirra. Se trata de una ciudad subtropical, donde desde mediados de junio hasta agosto las nubes monzónicas traen lloviznas constantes creando un oasis de pastos brumosos. Por otro lado, Masirah es la típica isla en un desierto: con un rocoso interior de oasis de palmeras y maravillosas playas de arena. Por el día rondan las playas flamencos, garzas y ostreros, y por las noches los cangrejos. Esta isla es un paraíso para los amantes de la naturaleza, por eso algunos la llaman “Isla de la Fantasía”. Algo espectacular sería ver el espectáculo nocturno en Ras al-Jinz, un notable desovadero de la tortuga verde. Más de 20.000 hembras regresan cada año a la playa para dejar sus huevos, por eso, si coincide en la época del viaje no se puede dejar de presenciar, sin dañar a la especie.
No hay que olvidar su capital, Mascate, donde hay que visitar la Gran Mezquita del Sultán Qaboos, una de las más grandes del mundo, y el zoco de Mutrah. Conserva el interés de un mercado árabe tradicional pero con un moderno techo de madera. Entre las habituales tiendas de textiles, metalistería y oro se encuentran los buenos anticuarios que venden una mezcla de objetos indios y omaníes.
La cocina tradicional omaní, con influencia de las cocinas india, turca, pakistaní y libanesa, tiene como base el cordero, el pollo y el pescado, todo ello aderezado con muchas especias. Como acompañamiento se utiliza mucho el arroz, las sopas o ensaladas. Algunos de los platos típicos son: Majboos, Shuwa, Meshkak, Harees o Khubz rakhal.