Irlanda, una isla situada en el Océano Atlántico no demasiado grande, es uno de los destinos preferidos para los jóvenes españoles que quieren aprender inglés. Con sus prados verdes, sus pubs, sus espectaculares paisajes y su clima húmedo y lluvioso lo hacen ser un destino particular y con un encanto especial. A pesar de ser un país relativamente pequeño tiene mucho que ofrecer, más allá de su capital Dublín.
Dublín, fundada por los vikingos a principios del siglo IX, ha sido escenario de guerras y conflictos hasta llegar a definir su propia identidad en el siglo XX. Por eso, es una capital rica en historia tanto por las guerras como por las tradiciones gaélicas, también destacan sus parajes verdes de los alrededores. Los lugares más destacables de la ciudad serían: Ha’ppeny Bridge, el histórico puente sobre el río Liffey; Trinity College, la histórica Universidad de Dublín; Temple Bar, la zona que se extiende en varias calles donde se da la mayor concentración de pubs, restaurantes y lugares para salir de fiesta; los diferentes jardines de la ciudad como Phoenix Park, St Stephen’s Green o Merrion Square; o las destilerías de whisky irlandés, donde poder disfrutar de uno de los whiskys más prestigiosos del mundo.
Alejándose de la capital y la ciudad más poblada, conviene recorrer otros importantes y sorprendentes parajes del país, como: los acantilados de Moher, situados en la costa oeste de Irlanda, son los acantilados más altos de Europa. La costa ofrece un delicioso paseo por estos acantilados y en los pueblos cercanos se encontrará la legendaria hospitalidad y diversión con música tradicional y barriles de cerveza de sus habitantes.
Otros sorprendentes acantilados que se pueden y deben ver son los de la península de Howth. Se trata de un pintoresco pueblo pesquero con aspecto rústico y tradicional, donde sus acantilados son perfectos para hacer una ruta de trekking y poder avistar las focas que se dejan caer por la costa para llenar la tripa.
El Anillo de Kerry se encuentra en una de las penínsulas al oeste de Irlanda y ofrece una ruta circular para disfrutar de sus paisajes, con montañas y lagos. Destaca la ciudad de Killarney, para disfrutar de las vistas; Victorian Muckross House, situada en el lago central, se trata de una finísima mansión Victoriana situada en el espectacular escenario que proporciona el Parque Nacional de Killarney. También conviene visitar el castillo de Ross, rodeado de un hermoso jardín en plena naturaleza frente al gran lago Leane.
La Calzada del Gigante es una de las áreas más llamativas de Irlanda: miles de perpendiculares y poligonales columnas de basalto, con forma hexagonal y estrechamente colocadas unas junto a otras que desaparecen en la lejanía bajo el mar. Cuenta la leyenda que fue el gigante McCool quien empezó su construcción para cruzar el mar y así poder enfrentarse a un gigante rival llamado Fingal en Escocia. También al norte, se encuentra el puente colgante de Carrick-a-Rede, desde donde se ofrecen unas espectaculares vistas de los acantilados, playas de arena e incluyo vistas de Escocia, y llega a una isla que era donde antiguamente se pescaba el salmón.
La Península de Dingle, al suroeste de Irlanda, ofrece unos pintorescos puertos y paisajes, con interminables playas que han sido escenario de numerosos rodajes de películas. Para echar un vistazo de lo que fue en la edad paleolítica conviene visitar The Burren, un paisaje tan desolador como curioso. Situado cerca de la ciudad de Galway al oeste de la isla, se reúnen una enorme variedad de monumentos ancestrales y de bizarras formaciones rocosas. Galway, una pintoresca y vibrante ciudad, se considera la capital del oeste del país y durante los últimos años es un lugar de moda debido a la insaciable oferta nocturna que se ofrece en ella.
Como lugar de peregrinaje de la isla se encuentra el pico de Croagh Patrick, a unos 764 metros sobre el nivel del mar. Una caminata de un par de horas será necesaria para llegar a la cima y poder disfrutar de las magníficas vistas que desde allí se ofrecen de la bahía de Clew. Por su parte, el Parque Nacional de las Montañas de Wicklow ofrece un precioso valle formado en la época glaciar, Glendalough. Concretamente en este valle se encuentra el monasterio fundado por San Kevin en el siglo VI que se convirtió en uno de los grandes centros de enseñanza de la Irlanda cristiana primitiva.