Esta pequeña región francesa se encuentra en Sudamérica, entre Brasil y Surinam, por lo que no resulta extraño el dato de que el 90% de su territorio sea selvático. Se trata de un destino fuera de los abarrotados círculos turísticos, por eso es un destino ideal para los más aventureros y los amantes de viajes recónditos y poco conocidos. En un clima caribeño se encuentra este reducto colonial galo que ofrece una inquietante historia de colonias penitenciarias y parte de la mayor diversidad de fauna y flora del planeta.
Esta región ofrece unos maravillosos paisajes, unos bosques selváticos que merece la pena adentrarse y descubrirlos, así como una arquitectura y unas culturas con una clara influencia europea. La mayoría de la población vive en la costa y, aunque la zona selvática posee un gran atractivo, no es fácil adentrarse en ella porque solo existe una carretera nacional que recorre a lo largo de la costa desde Cayena, la capital, hasta Saint Laurent du Maroni.
Cayena es la ciudad más importante de Guayana Francesa, con más de 60.000 habitantes procedentes de varias partes del mundo, por eso se trata de una ciudad multicultural donde se puede encontrar a gente europea, asiática, americanos y de cualquier otro lugar. Esto es algo que suele sorprender porque suele ser considerada como una zona muy recóndita. En el famoso mercado de Cayena se pueden encontrar los elementos culinarios más característicos de la zona, su pescado, verduras, frutas… Recorrer el centro histórico de la ciudad será un paseo muy sorprendente y cultural: enormes caserones coloniales, una plaza de incontables palmeras, una feria tradicional que se realiza tres veces a la semana, museos sobre la cultura y la naturaleza de Guayana o las ruinas del Fuerte Ceperou son algunas de las cosas que merecen una visita.
Saint Laurent du Maroni, con 40.000 habitantes, también ofrece una gran diversidad étnica y cultural. Esta región es famosa por la producción de ron, y es aquí donde se hacen algunos de los mejores del mundo. Su fiesta más popular es el Carnaval, donde sus calles se inundan de colores, bailes, disfraces y un ambiente festivo plagado de conciertos y alegría popular. Kourou sorprende porque en ella se encuentra un Centro Espacial de la Agencia Espacial Europea. El Museo Aeronáutico es su gran atractivo, donde se pueden conocer las instalaciones y, si hay suerte, algún lanzamiento espacial. Además, cuenta con el puerto principal del país que permite las importaciones marítimas y realizar el recorrido a las Iles du Salut, las antiguas islas que servían como base de prisiones francesas y hoy son museos que permiten evocar aquella época.
En el centro de recuperación de Chou-Ai se puede apreciar al referente de la Guayana Francesa, el oso perezoso. En este centro se podrá tener la oportunidad de alimentar a estos animales e incluso poder cogerlos, así como observar sus lentos movimientos y su apacible carácter. En el Parque Nacional Kaieteurn en la zona central de la selva guayanesa se puede ver el salto de agua más importante del mundo, las cataratas Kaieteur, que caen unos 200 metros desde el río Potaro.
La Reserva de Iwokrama es otro lugar donde la naturaleza es la protagonista. En ella se pueden encontrar unas 475 especies de aves y es un buen lugar para los amantes del ecoturismo. Hacer una caminata por sus parajes será una actividad fantástica para recorrer sus puentes colgantes, con extensiones de hasta los 154 metros y alturas de 30 metros. Otra actividad para los más aventureros será la de descender el río Naroni en canoa para descubrir los paisajes y los municipios que se encuentran a su paso.
Finalmente, el grupo de pequeñas islas de origen volcánico de las Islas de la Salvación que un día fueron un reducto penitenciario no deben faltar en el itinerario del viaje. Están situadas a unos once kilómetros de la costa y popularmente se las conoce como Islas del Diablo, debido a la gran cantidad de personas que murieron en esas tierras y por la dificultad en su acceso por las corrientes marinas, el fuerte oleaje y la gran cantidad de naufragios. Además de conocer su historia penitenciaria, cuenta con una gran belleza natural por su abundante y densa vegetación.
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