Rutas naturales, establecidas y reguladas en el siglo XIII. Sendas por las que, cada año, transitan grandes rebaños de ovejas y cabras. Un viaje en busca de preciados pastos y temperaturas idóneas. El siglo XXI sigue siendo testigo del pastoreo trashumante. Una práctica ecológica y un patrimonio cultural digno de conservación.
Las Cañadas Reales abarcan 125.000 kilómetros, demasiados pasos para un solo viaje. Pero, una gran pista para desarrollar el turismo cultural en contacto con la naturaleza. La Cañada Real Soriana Occidental es una de esas vías pecuarias. Una circuito que conecta Cáceres con Soria atravesando provincias, preciosos paisajes y muchos rincones aptos para visitantes curiosos.
Por tierras cacereñas
El Valle de Ambroz posee muchos encantos para los senderistas. La vegetación ribereña bordea el río Ambroz de alisos y fresnos. Paisajes con preciosos bosques en los que abundan robles y castaños, y pueblos en los que la historia dejó hermosos vestigios.
Abadía, en Cáceres, es uno de los pueblos más reconocibles de la Cañada Real Soriana Occidental. Recibe su nombre de una antigua abadía cisterciense que, entre los siglos XV y XVI, se transformó en palacio. Don Fernando Álvarez de Toledo, Tercer Duque de Alba, edificó la fortaleza de Sotofermoso, en la que recibió y alojó a intelectuales y literatos como Garcilaso o Lope de Vega y, también, a miembros de la realeza. El patio del palacio conserva arcos de herradura apuntados, pertenecientes al antiguo claustro, y capiteles con motivos vegetales y animales. A pesar del deterioro, aún se observa parte de los jardines renacentistas y la preciosa entrada de la Capilla de las Uvas.
El trazado de la Cañada Real y sus cercanías reúnen hermosos paisajes y bosques repartidos por la sierra, increíbles rutas para caminar e incluso alguna piscina natural, ideal para el chapuzón veraniego. Además, la historia ha dejado su huella en el municipio de Hervás. Su judería es una de las mejor conservadas de España. Mantiene el trazado urbanístico medieval con sus recovecos y estrechas callejuelas, sus casas de adobe y madera, y algún taller artesano de cuero o forja. Cerca de Hervás, los Baños de Montemayor presumen de un magnífico balneario con origen en unas termas romanas.
Por tierras de Salamanca
Las huellas de la trashumancia resultan visibles en el valle alto del Tormes. El lugar en el que el río recibe sus aguas de gargantas abruptas y escarpadas. Rutas que pueden deleitar a cualquier aficionado al cicloturismo o el senderismo. El Tormes, el que bautizó al pícaro Lazarillo, embellece su cauce con preciosos puentes medievales.
El Puente del Congosto, además de dar nombre al municipio, atraviesa el caudal del río Tormes con trece arcos de medio punto. El puente, del siglo XVI, es un excelente mirador desde el que se observa el castillo. El edificio está restaurado, pero no recibe visitas salvo en fechas señaladas puesto que es de propiedad privada. Durante la Edad Media, la fortaleza tenía la función de defender el paso del puente, por el que transcurre la Cañada Real Soriana Occidental. El mismo camino natural que recorre la parte baja de la Sierra de Guadarrama.
Por tierras segovianas
En la falda del Parque Natural de la Sierra de Guadarrama aparece El Espinar. El municipio segoviano presume de una fantástica flora y fauna y es un lugar ideal para deportes al aire libre, incluido algún paseo a caballo. Los senderistas descubren una magnífica naturaleza salpicada con tramos de calzada romana, restos de molinos y algunos puentes. El pueblo fue una importante villa gracias al tránsito comercial de maderas y, por supuesto, de ganados y lana.
El núcleo urbano mantiene patrimonio de origen románico como la iglesia parroquial de San Eutropio, aunque las sucesivas restauraciones han dado lugar a una mezcla de estilos arquitectónicos. La ruinas del Palacio del marqués de Perales recuerdan que fue una casa solariega, de la que aún resulta visible su escudo nobiliario. Pero, también era conocido como el Palacio del Esquileo, el lugar en el que se esquilaba a las ovejas. Varios siglos atrás, los rebaños trashumantes disponían, en El Espinar, de varios “establecimientos” en los que acicalarse para afrontar el verano.
Por tierras sorianas
Su pasado árabe dio nombre a un hermoso paraje de esta Cañada Real. “Qalat al-Nusur”, castillo del azor, más conocido como Calatañazor. Es un pequeño y encantador pueblecito medieval que conserva una buena parte de su muralla, un impresionante conjunto de calles empedradas y casas de piedra y barro, con entramados de madera y chimeneas cónicas.
La curiosa y empinada calle central conduce a la Plaza Mayor, en la que se alza la fortaleza. Cuenta la tradición que el cruel Almanzor cayó derrotado a los pies de la torre, muriendo poco después camino de Medinaceli. Cerca del centro urbano se divisa una masa boscosa de hermosos y viejos árboles. Dicen que el Sabinar de Calatañazor es uno de los mejor conservados de toda la península.
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