Entre adornos, platos típicos navideños y regalos no pasa desapercibida la presencia en toda sobremesa de los postres más destacados de la Navidad. Una amplia gama de postres en función del país de la que encontremos que es muy difícil escapar.
Turrón, la tradición típica española
La ciudad alicantina de Jijona (Xixona) es la cuna del dulce navideño típicamente español, el turrón: una exquisita combinación de miel, azúcar y almendras cuya receta se remonta cinco siglos atrás. En Jijona, el Museo del Turrón muestra la historia, elaboración, transformación y distribución del producto. Hace cinco meses que las fábricas de Jijona iniciaron su frenética actividad y algunas de ellas también permiten visitas.
Degustar el mejor turrón nos lleva a visitar Jijona y, de paso, conocer las ruinas de su Castillo y su Torre Grossa, una de las fortalezas más importantes de lo que fue la frontera entre el reino de Castilla y la Corona de Aragón.
Cerca de la localidad turronera por excelencia, la naturaleza reina en el Parque de Sierra Mariola. 17.000 hectáreas de terreno montañoso, ríos, barrancos y fuentes naturales que sirven de refugio a importantes comunidades de aves rapaces como el águila real, el halcón peregrino, el gavilán o el azor y a mamíferos como el gato montés o la jineta. Los amantes de la espeleología tienen un interesante reto en las Cuevas del Canelobre que albergan una bóveda de 70 metros, una de las más altas de la península. En el centro de la sala se encuentra la estalagmita que da nombre a la gruta, El Canelobre, que ya ha cumplido cien mil años. Alicante tiene otros muchos alicientes, aunque quizá no tan exquisitos como sus turrones navideños.
Bibingka filipino para una larga Navidad
El pastel navideño tradicional de Filipinas se elabora con arroz, agua y coco. Los métodos de la cocina moderna han dejado atrás el recipiente de terracota, en el que se realizaba la mezcla, y las hojas de plátano en las que se envolvía para cocinarlo sobre brasas de carbón. Cumplir con la tradición, de manera estricta, significa degustarlo en torno a la mesa después de la Misa del Gallo. Quizá por eso, la ceremonia religiosa se celebra durante nueve días, desde el 16 de diciembre. Filipinas celebra una Navidad muy peculiar que se prolonga durante cuatro meses, se inicia en septiembre y finaliza el 9 de enero.
Manila es la capital de un archipiélago que cuenta con más de siete mil islas. Una ciudad en la que conviven las tradiciones asiáticas y la herencia cristiana española. Su distrito amurallado encierra el pasado colonial de la llamada Perla de Oriente. El Fuerte de Santiago es parte de la estructura de la ciudad amurallada y fue construido por el navegante y gobernador español Miguel López de Legazpi. Esta ciudadela fue la prisión de José Rizal, el héroe nacional filipino.
La iglesia más antigua de Filipinas, la de San Agustín, alberga en su monasterio un museo con antigüedades del siglo XVII como nichos de oro, carrozas, un magnífico coro de madera tallada y una buena muestra de arte religioso. También La Casa Manila, “bahayna bato”, casa de piedra (en tagalo), exhibe el pasado colonial en una exposición de muebles originales y artefactos típicos de un hogar de clase media.
Risalamande, el dulce danés
Arroz con leche, nata, vainilla y almendra picada, servido con salsa caliente de cerezas o frambuesas, o lo que es lo mismo, Risalamande. Es el dulce danés típico de las celebraciones navideñas que también se consume en Suecia y Noruega, aunque con algunas modificaciones.
El exquisito postre nórdico esconde un pequeño amuleto comestible. Alguno de los comensales encontrará en su porción una almendra entera, lo que le concederá suerte durante todo el año. Aunque quizá no la necesite, dicen que los daneses son las personas más felices de la tierra.
Copenhague es esa capital verde con uno de los niveles de renta más altos del mundo. La ciudad del reciclaje es mundialmente conocida por su Sirenita, el símbolo más reconocible de una urbe de pequeñas casas de colores. Su Teatro Real, del siglo XVIII, y sus museos compiten con la belleza de sus cafés iluminados con velas y una gran cantidad de zonas verdes.
En el centro de Copenhague los jardines rodean también el Castillo Rosenborg, construido en ladrillo rojo y con altas torres de cúpulas verdes. El Palacio, edificado en 1606, es de estilo renacentista holandés y fue la residencia veraniega del rey Cristian IV de Dinamarca. En su interior, los hermosos salones lucen mobiliario de época, tapices, estatuas y mucha documentación histórica. Es la joya del patrimonio danés. Una ciudad en la que los niños podrían incluso prescindir del postre navideño, siempre que se les prometa una visita a Legoland, el parque de las megaconstrucciones realizadas con piezas de Lego.
La opción colombiana de la Natilla
Un dulce navideño con nombre internacional. Leche, canela, fécula de maíz, mantequilla o queso blanco, azúcar, coco y puede servirse con dulce de mora. Un postre colombiano que empieza a consumirse el siete de diciembre, en la Noche de Velitas. La víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción reúne a las familias para encender velas y faroles frente a sus hogares. Un camino de luces que guía a la Virgen para que conceda la bendición al hogar. Dulces, tradiciones y creencias que se mantienen en el motor económico del país, Bogotá.
La capital colombiana tiene su barrio más emblemático en La Candelaria, el centro histórico de Bogotá. Calles estrechas y empinadas de pequeñas y coloridas casas que, en aquel pasado colonial, pertenecieron a la aristocracia criolla y española. Este barrio antiguo se actualiza con el Museo Botero, uno de los mejores museos de arte de toda América Latina. El pintor, escultor y muralista colombiano ha donado una gran parte de su patrimonio artístico a la ciudad y junto a sus obras pueden contemplarse cuadros de Renoir, Monet, Miró o Picasso y esculturas de Dalí o Degas.
Otro de los museos más importantes de Bogotá es el Museo del Oro que protege miles de piezas de orfebrería y valiosos objetos de la cultura precolombina. Pero, la naturaleza también tiene un gran protagonismo y la capital colombiana esta rodeada de cerros que se formaron hace miles de años. Además de ser el mirador más visitado de la ciudad, el Cerro de Monserrate esconde la Quinta de Simón Bolívar.
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