Signo de Sevilla.

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El popular refrán español que viene de Sevilla y que todos usamos: su origen se remonta al siglo XV

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Los refranes y dichos populares en España son una parte esencial de la cultura y reflejan la sabiduría popular acumulada durante siglos. Estos dichos suelen transmitir consejos, lecciones morales, o describir situaciones de la vida cotidiana, muchas veces usando lenguaje sencillo y metáforas. Son recursos que enriquecen el lenguaje y ofrecen una forma de comunicación eficaz y expresiva.

En la sociedad española, los refranes se usan a menudo para simplificar conceptos complejos o para enfatizar una opinión. Ejemplos comunes son "Más vale tarde que nunca" (resaltando el valor de llegar a un objetivo sin importar el tiempo que lleve) o "Dime con quién andas y te diré quién eres" (sobre la influencia de las compañías en el carácter personal). Estos dichos tienen equivalentes en otros idiomas y culturas, lo que demuestra su universalidad.

¿Y en el caso de "Quien fue a Sevilla perdió su silla"? Este es un refrán muy popular, que usamos a menudo, y que además, tiene un origen muy curioso. Te contamos de dónde viene dicho refrán.

Tal y como explican desde la cuenta de Instagram de la Catedral de Sevilla, este refrán de "Quien fue a Sevilla perdió su silla" tiene que ver con un hecho histórico que está directamente relacionado con la propia Catedral de Sevilla.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que el refrán "Quien fue a Sevilla, perdió su silla" hace referencia a la pérdida de algo propio tras una ausencia, especialmente cuando otro ocupa su lugar. Esta frase se basa en un hecho histórico del siglo XV que involucró a dos arzobispos emparentados: Alonso de Fonseca el Viejo y su sobrino, Alonso de Fonseca el Mozo. En una situación de intercambio temporal de sedes episcopales, el sobrino asumió la sede de Sevilla durante un tiempo en lugar de su tío.

Catedral de Sevilla.

Catedral de Sevilla.

Cuando llegó el momento de devolver el cargo, el sobrino se negó a renunciar a la estratégica y deseada sede de Sevilla. Esto dio inicio a una disputa entre ambos, en la que el arzobispo sevillano recurrió al rey Enrique IV e incluso solicitó una orden papal de Pío II para recuperar su puesto. Finalmente, Alonso I consiguió regresar a su cargo, aunque el conflicto se resolvió de forma violenta, con la ejecución de algunos de los seguidores de su sobrino.

Resulta llamativo el hecho de que existen otras versiones de este refrán, por ejemplo, tal y como indica el Instituto Cervantes existe el refrán: "Quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Aragón se la encontró".

Además, también indican las siguientes versiones: Quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Jerez, la perdió otra vez; Quien fue a Sevilla, perdió su silla; quien fue y volvió, a garrotazos se la quitó. Algunas carecen de referencia geográfica: Quien fue a Sevilla, perdió su silla; quien fue y volvió, la recobró/encontró. 

También las siguientes: Quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Morón, perdió su sillón. Asimismo, este refrán tiene gran cantidad de adaptaciones, en función de la zona geográfica en la que se emplee: Quien fue a Padrón [Galicia], perdió su sillón.