Persianas sucias.

Persianas sucias. iStock

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Ni manchas ni moho: soy limpiadora profesional y uso este sencillo truco para dejar las persianas blancas e impolutas

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Sin lugar a dudas, una de las tareas más tediosas relacionadas con la limpieza del hogar es la limpieza de las persianas y las ventanas, una labor un tanto compleja que hace que en muchos casos se aplace para otro momento. Sin embargo, esto es contraproducente, pues posponerlo demasiado puede hacer que se vea afectada la vivienda a nivel estético, y lo que es más preocupante, que se acumulen moho y bacterias que puedan suponer un problema de salud al mismo tiempo que reducen la vida útil de estos elementos.

Es por este motivo por el cual es aconsejable que las persianas sean limpiadas con regularidad y siguiendo un procedimiento apropiado para garantizar su completa higienización. Aunque el periodo de limpieza vendrá determinado por distintos factores como el clima, la estación del año o la ubicación del inmueble, por norma general se recomienda realizar una limpieza profunda de ventanas y persianas cada 2-3 meses.

Aunque pueda parecer una labor un tanto compleja y laboriosa, pues implica trabajar en una zona poco accesible en la que es necesario desmontar varias piezas, existen algunos consejos claves, entre ellos un truco fácil y seguro para limpiar las persianas por fuera y dejarlas blancas en cuestión de minutos.

Cómo dejar las persianas blancas fácilmente

Para una limpieza fácil y rápida de las persianas y que estas queden blancas sin esfuerzo, tan solo se necesita una aspiradora, un paño de microfibra, un jabón suave, una escoba de mango largo y un cepillo de cerdas suaves (se puede utilizar un cepillo de dientes viejo).

Una vez reunidos todos estos materiales, se podrá comenzar la limpieza. Aunque la forma más habitual de limpiar las persianas por fuera es accediendo a ellas desde la fachada exterior usando una escalera, existe una forma de conseguir su completa limpieza sin salir de la propia vivienda. Para ello hay que comenzar por abrir el cajetín de la persiana, es decir, el cajón en el que se guarda enrollada la misma, en un espacio que se ubica justo encima de la ventana.

En la mayoría de los modelos se puede proceder a su apertura usando una tapa superior, si bien, si es la primera vez que lo haces, será conveniente que eches un vistazo y prestes atención, pues puede que sea necesario retirar algunos tornillos para poder acceder a su interior.

En el momento en el que se haya abierto, se debe bajar la persiana hasta que se pueda acceder a las lamas que se quieran limpiar, siendo aconsejable no bajarla más de lo que resulte necesario, tan solo lo justo para que se pueda trabajar en esta tarea con comodidad. Una vez bajada, habrá que usar una aspiradora para retirar el exceso de polvo y suciedad acumulada, tanto en el cajón como en las lamas de la persiana.

Si la aspiradora no puede llegar al cajón, habrá que usar un cepillo de cerdas suaves
Cuando se haya realizado el aspirado, habrá que llenar un recipiente con una mezcla de agua tibia y unas gotas de jabón suave, teniendo la posibilidad de usar en su lugar un detergente líquido, para humedecer un paño de microfibra en la mezcla y frotar todas las lamas de arriba abajo. Es importante hacerlo en este orden, pues de otra forma, tanto el agua usada como los restos de jabón caerán sobre las láminas ya limpias con anterioridad.

Para conseguir una limpieza más eficaz, es aconsejable usar un cepillo de cerdas suaves o cepillo de dientes viejo, puesto que es un gran aliado, una vez humedecido en la mezcla de agua y jabón preparada con anterioridad, para poder limpiar todos los rincones de las persianas, especialmente todas aquellas zonas que son poco accesibles. Si alguna de las lamas cuenta con manchas muy resistentes, se puede optar por mezclar un poco de agua tibia con dos cucharadas de vinagre blanco de limpieza, que es una potente combinación para desincrustar la suciedad.

A continuación, se deben enjuagar todas las partes usando un paño húmedo, retirando los restos de jabón y asegurándose de que no queda espuma o restos de producto en las lamas, lo que podría llegar a provocar daños en ellas a largo plazo. Es muy importante prestar atención a este aspecto y asegurarse de que se ha retirado todo producto para que queden perfectamente limpias y no se vea comprometida su durabilidad.

Una vez que se haya limpiado toda la zona habilitada, hay que subir o bajar la persiana para repetir el método alrededor de toda la superficie de la ventana. Una vez finalizada la tarea de limpieza en su totalidad, se debe bajar la persiana y dejar que seque al aire libre. Asimismo, se puede usar un paño seco si así se desea para acelerar el proceso de secado, aunque en todo caso se recomienda dejarlas bajadas durante al menos dos horas.

Cuando ya se haya finalizado la limpieza de las persianas, habrá que cerrar el cajón de la persiana, asegurándose de que queda perfectamente cerrado, siguiendo el proceso inverso al utilizado para su apertura.

Aunque se recomienda realizar una limpieza profunda de las persianas cada 2-3 meses, también conviene hacer una limpieza superficial con mayor regularidad, ya que, de esta forma, se evitará que se llegue a acumular una gran cantidad de suciedad en ellas, lo que facilitará el proceso de limpieza posterior.