No fue un evento, fue un secuestro. ¡Y sin que nadie se diera cuenta! El poder político, económico y empresarial encerrado bajo tierra por la dirección de este periódico. En el anfiteatro de la Casa de América. ¡Para que luego digan los académicos que el poder mediático se encuentra en horas bajas y supeditado a todos los demás!
Anda Pedro J. muy empeñado en lo de los pactos de Estado, en el "centro reformista". Aquí, en la barra del Wake Up, no tenemos ni idea de cómo ha organizado herr direktor las mesas de la boda. Pero han venido todos... y nadie se ha insultado. Aquí, suponemos, se dirimen las cosas en el juego de los corrillos.
Vamos con el momento más humano de la primera jornada, el que extendió como un manto ese silencio que nunca existe en este tipo de convenciones, el silencio cuasi absoluto. José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, charlando con José Andrés, que respondía desde Ucrania. En plena calle, en plena guerra. Esa fue la guinda del pastel.
En un claro ejercicio de intrusismo, el presidente de Telefónica, transformado en periodista, ¡eso sí que es género fluido!, hizo una entrevista memorable al cocinero líder de World Central Kitchen.
Con un valor añadido: José Andrés respondía desde Leópolis. Para contestar a Pallete nos enseñó el interior de las cocinas a pleno rendimiento. ¡Doscientas cocinas repartidas por toda Ucrania! Mientras se movía, iba desmigando sus referentes, su condición psicológica, sus motores predilectos del cambio...
"Es el momento de los filósofos digitales. Me preocupa la erosión de la verdad. Estoy muy preocupado por el uso que pueda hacerse de la tecnología". Más razón que un santo. Pero, don José María, ¡que nos han dejado sin los filósofos del futuro! ¡Que han quitado la Filosofía de la ESO!
"Lo esencial es invisible a los ojos", concluyó el presidente de Telefónica. Ay mi madre, ¡lo que nos queda por ver! El Wake Up sólo acaba de empezar. Es cierto que aquella conversación, por lo emocionante, circunscribió todo lo que había sucedido antes y lo que ocurrió después. Pero vayamos al principio.
La llegada de Sánchez
Eran las ocho de la mañana. Se nos había encargado, igual que el año pasado, abrir la barra. Para trabajar en el Wake Up hay que renunciar al amor, a la lectura, a la escritura, al deporte, al ocio. A todo. Pero decía Adolfo Suárez que conviene escoger el camino más difícil y en este sitio, ya decimos, estamos obsesionados con el centrismo.
Total que a las ocho ya estábamos aquí, con el clin-clin de las tazas. En la puerta, nos saludaba un transeúnte de avanzada edad. Muy preocupado, nos recriminaba querer arreglar España con un rótulo exclusivamente en inglés. "Traduzcan, por el amor de Dios, traduzcan. No es tan difícil". Pero, al emplear nuestro traductor, apareció en la pantalla: "¡Arriba España!".
Para salir del entuerto, le ofrecimos saludar a Pedro Sánchez, el primero de nuestros ponentes. Empalideció. "Es mucho más simpático de lo que parece", le insistimos. Pero dio un paso atrás: "¡Lo deja todo lleno de cadáveres! ¡Miren! ¡Miren!". Comenzó a repartir estampitas de Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pablo Casado. Huyó.
Por precaución, dejamos a Sánchez que pasara primero. Por no darle la espalda. Se subió al atril y saludó: "Queridos amigos y amigas, si me permiten que así les califique". Acordándonos del transeúnte, nos echamos a temblar.
Alcanzamos la calma cuando el presidente habló de la "isla energética". En ese instante, yo me pedí un zumo tropical y uno de mis compañeros pasó al otro lado de la barra para ponerse el bañador. Nos sacó del ensueño Pepe Álvarez, el líder de UGT, que lleva fular haga cuarenta grados o ninguno.
Su homólogo en Comisiones Obreras, Unai Sordo, nos debió de ver bastante rechonchos. Por eso nos recomendó el mito de Sísifo: subir la piedra hasta la cima para que se caiga y volver a subirla para que se caiga y volver a... Los sindicalistas son maravillosos dando instrucciones.
Fue muy sugerente el análisis de Carlos Torres, el presidente del BBVA, que nos regaló los secretos que hay que dictarle al cuerpo "para que fabrique proteínas". ¡Y luego algunos les recriminan a los bancos su falta de humanidad!
Tanto habló Sánchez de los "microchips" que uno de los más agoreros de la barra dedujo: "¿Lo veis? Se carga Filosofía del plan de estudios para meter chips en la cabeza de todos los chavales. Así ya no tendrá que ejercer el funambulismo pactista". Pero, ¡cómo va a hacer eso Sánchez, hombre! ¡Que somos sus "amigos y amigas"!
Yo aproveché, además, para proclamar mi admiración por el presidente del Gobierno. Es un maestro de la sintaxis. Y Pedro J. siempre nos dice que respetemos la sintaxis. Fíjense, en un discurso sobre economía, Sánchez mencionó tres o cuatro veces a la "ultraderecha". Sin despeinarse. ¡Un maestro!
Los gasistas
El problema que tiene la barra del Wake Up es que es barra libre. Nos estábamos poniendo hasta arriba, porque el día es muy largo, hasta que un ponente samaritano nos avisó del "inflacionismo". Después, aparecieron Josu Jon Imaz, el consejero delegado de Repsol; Francisco Reynés, el presidente de Naturgy; Maarten Wetselaar, el CEO de Cepsa; Arturo González Aizpiri, de Enagás; y Loreto Ordóñez, de Engie. Todos ellos mencionaron el "gasismo". Y los de la barra nos fuimos corriendo al baño, no fuera a ser que nuestro "inflacionismo" se tornara...
Ya es el segundo año que venimos a esto que llaman "el Davos español". Para definirlo, los que saben utilizan muchas palabras en inglés, expresiones ininteligibles. A nosotros nos da la sensación de que este es el lugar donde se toman las decisiones. Y que por eso todo el mundo quiere estar aquí. Así de simple. Hemos pasado de 150 a 200 ponentes. No han sido 300 porque habríamos acabado todos divorciados. ¡A punto hemos estado de fichar a Mbappé!
Sin embargo, hemos vuelto a cometer un fallo intolerable. Cuando apareció Federico Linares, el presidente de EY, pensamos que alguien le pondría en las manos una guitarra; y que sus acompañantes, Alberto Granados (presidente de Microsoft con pinta de actor de Hollywood) y Luis Furnells (presidente de Oesía que debería añadir una "P" a su empresa por la calidez de su voz), le harían los coros. ¡Miren el Instagram de Linares! ¡Cómo canta el tío! ¡Y nosotros pidiéndole que hable, en estos días tan tristes, de "La economía española ante la recuperación".
Otro error de bulto: no deberíamos volver a invitar a Cristina Garmendia, presidenta de Cotec.
–¡Es que no tendría que haber dejado de ser ministra! Imagínate que ahora estuviera ella en lugar de... –decía uno de la barra.
–¡Calla, hombre! Que te van a oír y no nos van a volver a llamar a nosotros.
Pero tenía razón. Escuchar a Garmendia era como colocarse ante un oasis. La música siguió sonando muy bien. Apareció Therese Jamaa, la vicepresidenta de Huawei, y todos nos enamoramos. Uno de la barra quería declararle su amor en el escenario. Tuvimos que sujetarlo.
¡Qué discurso el de Jamaa! Nos habló del éxito, pero también del fracaso. Sin esconderlo, con historias concretas, casi como en una película. Anotamos con fruición. No pudimos saludarla al concluir. Obnubilados, nos tocó escuchar a la vicepresidenta Teresa Ribera. Habló de cosas muy serias, entendimos poco. Pero los compañeros que la persiguieron dijeron que contó "lo importante".
¡Ya es martes!