Juan y Lola, el matrimonio alicantino que cambió las uvas por cruzar Marruecos en Vespa: "Fue una aventura total"
Recorrieron el país en etapas de más de 300 kilómetros con un vehículo de más de 35 años con el que cruzaron, arena, ríos y nieve.
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El matrimonio alicantino formado por Juan Antonio y Lola tuvo una despedida de año poco habitual. No tuvieron que decidir si ver las campanadas con Broncano o con Pedroche y, de hecho, ni siquiera tomaron las uvas. El cambio de calendario les pilló en el desierto de Marruecos durante una aventura en Vespa de miles de kilómetros.
No es la forma más convencional de viajar en épocas navideñas, pero era algo que Juan Antonio llevaba queriendo hacer desde hacía casi 40 años. La aventura comenzó en su mente desde que tuvo su primera vespa con 18 años y, ahora, acompañado de su mujer, ha cumplido su viaje soñado.
El primer paso de esta semana de recorrido, en una experiencia a la que han denominado como Dos nómadas y una vespa, fue poner la vieja máquina a punto para el exigente itinerario, que les haría atravesar tierra, arena, un río e incluso nieve.
"Llamábamos mucho la atención porque la gente normalmente va con motos de grandes cilindradas", comenta Juan Antonio, quien añade que tuvieron que llevar un depósito auxiliar para no quedarse tirados en medio del desierto al recorrer largas distancias, ya que era de solo siete litros.
"Fue una locura. Hemos cruzado bancos de arena, ríos, nieve; nos hemos cruzado con dromedarios, pero la moto se comportó fenomenal. No hemos tenido ningún percance, e incluso las motos que nos adelantaban nos saludaban", explica.
Juan Antonio Planelles es fundador de Sport Bike Alicante, una empresa que organiza expediciones ciclistas al país vecino. Su experiencia anual en Marruecos le ha hecho familiar con el territorio, pero asegura que este viaje fue especial.
No le hizo falta convencer a su mujer, ya que, como él, comparte un espíritu aventurero. De hecho, se conocieron en uno de los viajes que él organiza.
"Nos vimos por primera vez en un viaje al que ella se apuntó como clienta. Marruecos es un país que significa mucho para nosotros, es como nuestra segunda casa", apunta. Desde entonces, han ido colocando chinchetas en el mapa con viajes en bici y en vespa por países como Islandia, Chile, Bolivia o Italia.
Ruta
La expedición partió después de Navidad desde Alicante para llegar en furgoneta hasta Almería y, desde allí, cruzaron en barco al continente africano. Una vez en Marruecos, cargados tan solo con dos bolsas como equipaje, emprendieron una primera etapa de 400 kilómetros, a una velocidad media de entre 80 y 90 kilómetros por hora.
La pareja aprovechó las amistades que tenían en el territorio, fruto de las actividades de Sport Bike, para alojarse en casas de pueblos marroquíes al finalizar sus trayectos, que solían durar unas seis horas. En uno de estos hogares se refugiaron de una borrasca que provocó nevadas durante su camino hacia las montañas del Atlas.
Con las carreteras cortadas por la nieve, tuvieron que rodear el desierto en otra jornada de más de 300 kilómetros, cruzando las montañas. Planelles indica que "la gente piensa que Marruecos es solo desierto de arena, pero tiene zonas verdes, zonas de montaña y áreas áridas como las hamadas marroquíes, que son planicies grandes de piedras y tierra. Eso también es desierto".
Posteriormente, visitaron la llamada cárcel portuguesa. "En una población que se llama Rissani. El sitio es famoso porque hay una montaña redonda con una entrada amurallada. Se construyó para retener presos dentro de la montaña. Tiene la peculiaridad de que allí se rodó la película La momia", relata.
Otro de los momentos destacados del viaje fue pernoctar en el desierto de Erg Chebbi. "Estuvimos ahí por la noche viendo las estrellas sin contaminación lumínica", recuerda.
Durante su aventura, también visitaron una ciudad abandonada y pueblos de agricultores y madereros, entre otras paradas. Con el cambio de año de por medio y sin celebración, completaron el viaje que concluyó con la subida hacia el norte, llegando a Alicante el 4 de enero.
Acostumbrado a liderar grupos de excursionistas en bicicleta y a asumir la responsabilidad, Planelles explica que fue "muy bonito" porque lo vio "desde otro punto de vista". A diferencia de sus viajes en grupo, en esta ocasión viajaron sin ningún vehículo de apoyo, lo que convirtió la experiencia en "una aventura total", concluye.