Alicante

Preparar una exposición para que cualquiera pueda disfrutarla y aprender con ella es una de las misiones de los museos. Conseguir que en proyectos como Etruscos. El amanecer de Roma las personas ciegas puedan acceder a su contenido es posible en el Museo Arqueológico de Alicante gracias a un trabajo colaborativo y el uso de nuevas tecnologías.

Esa suma es la que valoran Josep Albert Cortés y Gema Sala quienes además celebran el haber conseguido el premio al turismo inclusivo que otorga la Generalitat Valenciana a través de Invat·tur. Este es el último de los reconocimientos que ha conseguido el Marq desde que empezara a aplicar estos protocolos en 2005.

Los textos en braille se acompañan de códigos QR que dirigen a las guías de audio sobre el tema.

La colaboración directa que abrieron entonces con la Once es la que les ha abierto un camino en el que han aprendido juntos y con el que han mejorado la presentación de contenidos. "Esos recursos suman a la exposición", recalcan el director gerente y la coordinadora de didáctica y accesibilidad del museo.

Textos en braille, reproducciones de las piezas más emblemáticas, guías en audio o ambientación por olores son cuatro de las técnicas que han usado en este sentido. Y como insisten, aportaciones que han beneficiado a todo tipo de público durante su visita a las muestras.

Desde el principio

"La accesibilidad es una de las apuestas más firmes del Marq", afirma con orgullo Julia Parra. La vicepresidenta de la Diputación de Alicante explica que así "se ha trabajado para que en todos los proyectos expositivos, también en la muestra internacional de Etruscos, se plantee desde el principio un proyecto que integre a las personas con discapacidad".

Cortés y Sala insisten en esa idea. "Sobre todo, saber las necesidades de los usuarios de primera mano", explican. Eso es lo que consiguieron hablando con los expertos de la Once, que les fueron explicando las cosas que necesitaban y las que no cuando se trata de entender mejor el contenido de una exposición. "La colaboración con la Once nos ha permitido que la visita al museo y a los yacimientos sea una experiencia totalmente accesible para las personas ciegas", valora Parra.

Paso a paso

El braille fue la primera de las claves que manejaron. Gracias a la relación con la Once, se trabajó en la adaptación y traducción de los textos que se presentan en la sala y que están adecuadamente impresos en relieve. En el caso de los perros guía, se marcaron las necesidades para poder moverse por el espacio de las vitrinas y piezas expuestas.

Estas son opciones que se incluyen ya en origen, destacan Cortés y Sala, dentro del programa de necesidades que marca el museo para que el equipo de arquitectura diseñe la presentación de contenidos. En ellas se trata tanto la altura de las vitrinas para que no supere la que se puede ver en una silla de ruedas o el número de recursos que se usarán para los que no tienen visión o visión reducida.

Las reproducciones en maquetas de grandes elementos arquitectónicos permiten entender mejor el diseño espacial.

La reproducción de las piezas más destacadas fue la siguiente de las sugerencias que recibieron. Eso permite que puedan tocarlas libremente para descubrir su aspecto. Un salto en el que la tecnología de impresión 3D ha facilitado y abaratado mucho las posibilidades. "Al principio era muy costoso, pero ahora se puede reproducir lo que quieras. Y con diferentes materiales y texturas para que puedan apreciarlas mejor".

La elección de las obras a representar parte del ámbito científico técnico que señala cuáles son las más relevantes para ofrecer al público. De ahí se trata con el Centro de Recursos Educativos de la Once y luego el ámbito de didáctica habla con la empresa alcoyana que se encarga de fabricarlas. Estas se colocan en puntos estratégicos y acaban atrayendo la atención de todos.

"Al ponerlas llaman la atención de todos: la gente mayor, quien no tiene conocimiento, o a los niños les atrae mucho tocar las piezas", destacan ambos. Y no se trata solo de esculturas o pequeñas piezas, también incluyen reproducciones de edificios, como templos. "Eso hace que las personas ciegas puedan saber cómo son, cómo es una tumba funeraria o un barco vikingo".

La última de las técnicas que aplican en Etruscos es la audiodescripción. "No todas las personas que se quedan ciegas saben braille", apuntan. Por eso ofrecen estos archivos que se pueden escuchar desde el móvil solamente con apuntar al código QR que acompaña la pieza seleccionada. valoran este sistema que permite explicarles la historia de la pieza.

Y aunque no aparezca en este caso, Cortés y Sala recuerdan el uso de olores como una manera de aportar más valor. La usaron por primera vez en 2010 con la exposición El enigma de la momia para explicar la necesidad de perfumes y ungüentos en el proceso de momificación. La especialmente positiva respuesta que recibieron les animó a repetir con los Mayas y el aroma a cacao en 2017, entre otros ejemplos.

"El adelanto hecho a día de hoy en las capacidades diferentes es el empoderamiento. Se comprende que son un colectivo numeroso y que busca que el acceso a la cultura sea universal, que tienes derecho igual que yo para disfrutarlo", concluyen. "Tienes que poner en el centro a las personas y que vengan al museo y lo disfruten".

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