Malos tiempos para la lírica
El título de esta tribuna de opinión esta sacado de un poema de Bertolt Brecht ante el ascenso nazi en Alemania, donde el poeta y dramaturgo alemán avisaba de lo que estaba pasando ya y lo que estaba por venir. También nos lleva a aquella época dorada de los ochenta donde la libertad campaba a sus anchas, impensable hoy (el programa la Edad de Oro sería llevado ante el paredón de los puritanos), también era el título de una canción, ya mítica, del grupo musical Golpes Bajos, liderado por German Coppini que falleció un 24 de diciembre de 2013. Además, esta frase hecha es muy usada por articulistas para casi cualquier embate porque la interpretación es amplia y ahora por este humilde aprendiz de todo. Como decía, son malos tiempos para la lírica cultural
Espero equivocarme, pero van a volver los momentos más sectarios de un lado y otro al área cultural, ¿por qué digo esto? Bien, siempre he creído que la cultura es un lugar de libertad, que cada uno se expresa como le es más natural en el proceso de creación. En ese proceso influyen muchos aspectos de la vida cotidiana. Y en ese concepto entra la social, la política, amistad, familiar o pareja, entre otras. Todo aquello que va conformando nuestra vida y visión del mundo lejano y cercano.
Esta idea de libertad en la creación ya no va a ser tenida en cuenta en su literalidad. Las distintas acciones que hemos leído y las que están por venir me lleva a pensar que la intolerancia se va a disfrazar de libertad. Algunos, en ambos lados, quieren adoctrinamiento y reniegan de la libertad aunque digan que es su lucha.
El nuevo ministro de cultura, Ernest Urtasun, ha declarado que “la cultura es una herramienta de combate contra la extrema derecha”. Declaración de intenciones que ya se sabe lo que significa: la utilización de la creación en un sentido concreto como ariete en la pelea política.
A la extrema derecha se la combate con políticas efectivas que mejoren la vida de la ciudadanía, no con mentiras. A la extrema derecha se la combate sin sectarismo. A la extrema derecha se la combate con acciones para la mayoría, no contra la mayoría. A la extrema derecha se le combate mostrando puentes, buscando consensos incluso con ellos porque el fin de la extrema derecha es que se mantenga el estatus actual de confrontación, de muro.
La cultura es mucho más grande que para utilizarla contra algo. Al hacer eso se reduce a un instrumento al que cualquiera puede incorporarse y con un grafiti (que me disculpen los grafiteros, hay verdaderos artistas) ya se ha ganado un hueco en detrimento de personas que se dedican en cuerpo y alma a mostrarnos lo descarnado y lo bello de la vida.
¿Hay artistas combativos? Por supuesto. Como los hay en cualquier profesión y oficio. La pregunta es si desmerece eso su trabajo. Si necesitan comunicarse de una manera concreta, creo que no. Como tampoco censuraríamos a críticos en cualquier área, en uno u otro sentido porque es lo que nos hace crecer. De todas las áreas conocidas donde la política debe y tiene un papel fundamental, es en el área cultural donde debe notarse menos la presencia de la política.
¿Esto quiere decir que no debe estar? No debe estar porque es quien ayuda al sector cultural a dar sus primeros pasos y lanzarlo al exterior para que el propio artista desarrolle todo su potencial. Debe caminar solo.
Es curioso. La cultura es la parte con la que se le llena la boca a muchos. Es la que más prestigio da y eso a su vez significa riqueza. No estamos hablando de una figura abstracta, estamos hablando de algo tangible e intangible. Para aclararnos, la cultura nos aporta el prestigio y el dinero.
Escribiendo estas líneas acabo de ver algún extracto de la entrevista que le hace un diario a Silvia Abril, coincido con ella en el tema presupuestario, es importante que los presupuestos en cultura aumenten. Cuanto más se invierta en cultura, más rédito sacará la ciudadanía en prestigio, en sabiduría y en riqueza. Siempre dentro de la libertad.
Cuando se decida que la cultura debe servir a la causa política de turno, estarán mutilando la cultura y se estará creando un espacio de adoctrinamiento. Y eso es lo peor que le puede ocurrir al sector: ser de unos pocos y aburridos. Espero estar equivocado. Si lo estoy, entonces la cultura florecerá. Si no lo estoy, veremos carteles con consignas políticas.
Antonio Manresa es exconcejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante.