Decir que fue un político de los de antes no dejaría de ser una perogrullada que tampoco encajaría con la clase política que abundaba. Calificado como "un técnico anterior a la tecnocracia”, Torrevieja está recordando estos días el 150 aniversario del nacimiento de uno de sus ciudadanos más ilustres, Joaquín Chapaprieta, (26 de octubre de 1871) y convertido a la postre el único presidente del Gobierno que ha tenido la provincia de Alicante.
Su biografía es la de un político que pudo transitar por la convulsa España del primer tercio del siglo XX hasta toparse con la realidad y resignarse a ella. Y lo hizo con una cojera que arrastraba desde el accidente que tuvo en su infancia y que le granjeó burlas y chistes en su larga etapa política. De hecho, según el estudio 'La caricatura política durante la II República', fue objeto de 37 caricaturas, más que Unamuno o Victoria Kent.
En su adolescencia pasó de estudiar en el seminario de Orihuela a graduarse en Derecho en la universidad, con especialidad en Derecho financiero. Y como abogado, pasó de llevar los temas contencioso-administrativos a estrenarse, con 30 años (en 1901) como diputado en las Cortes gracias al que era su jefe en el bufete, Santiago Alba, uno de los líderes del Partido Liberal.
La Gran Guerra
La primera etapa de su carrera, que acababa de comenzar, se vería frenada por la dictadura de Primo de Rivera en 1923. Antes, además de compaginar durante un tiempo el derecho y el escaño, en 1916 fue designado subsecretario del ministerio de Hacienda en un momento en el que se disparaba el déficit presupuestario por la coyuntura de la Gran Guerra. Fue en ese momento en el que empezaba su cruzada contra la deuda pública que padecía el país.
Y fue poco después cuando ostentaría su primer ministerio, el de Trabajo, Comercio e Industria durante los 9 meses previos a la llegada de la dictadura. Tras el apagón democrático, Joaquín Chapaprieta pudo demostrar su valía durante la convulsa Segunda República donde, al principio, sufrió el revés de ver cómo el partido por el que se presentó a las elecciones en 1931, la Derecha Liberal Republicana, se quedaba en un suspiro. Así que, en 1933, se presentó por el Partido Republicano Independiente.
Ministro de Hacienda
El gobierno de Alejandro Lerroux le nombró, en 1935, ministro de Hacienda y a Chapaprieta se le metió en la cabeza sacar adelante su Ley de Restricciones, un ambicioso paquete para reformar el sistema fiscal y la hacienda pública de la ya de por si maltrecha economía española. Fue "un hombre de más terquedad que auténtica energía”, recordaría de él el también republicano José María Gil Robles en sus memorias.
Pero Lerroux estaba amortizado y desgastado, por lo que con su caída llegó el ascenso a la presidencia del Consejo de Ministros del abogado torrevejense desde septiembre a diciembre de 1935 y, un mes después, le explotó uno de los grandes escándalos de corrupción de esta etapa, el del estraperlo. A la dimisión de los ministros pertenecientes al Partido Radical, Chapaprieta no cejó en su empeño de aprobar sus reformas fiscales y tributarias que tan necesarias consideraba pero, sin lograr el consenso necesario, tiró la toalla tres meses después y dimitió.
Unir (sin éxito) a las derechas
Sin embargo, el último esfuerzo lo dedicó a intentar formar una gran coalición de centro-derecha que apuntalara las opciones de gobierno, sin éxito. Pocos meses después, la coalición de izquierdas englobadas en torno al Frente Popular ganaría las elecciones hasta que Franco y los suyos dieron el golpe militar que desencadenaría en la Guerra Civil.
Un esfuerzo que se tradujo en el libro 'La paz fue posible' escrito en plena contienda, aunque no fueron publicadas hasta 1971, donde Joaquín Chapaprieta defendía, en contestación a Gil Robles y sus memorias 'No fue posible la paz', que la unión de las derechas hubiera frenada al Frente Popular y, por ende, el golpe de estado.
Protesta contra Franco
¿Qué hizo este político de Torrevieja al estallar el conflicto? Por suerte para él y su familia, se encontraba en ese momento de vacaciones en Suiza y no volvió a España hasta que no acabó y lo hizo para ejercer de nuevo como letrado. Eso sí, según cuenta Cuenca Toribio "estuvo ocho años recluido a cal y canto en su domicilio particular madrileño, como simbólica protesta contra el régimen de Franco".
Falleció en Madrid en 1951 y, para que su vida no quedara en el olvido, Torrevieja le dedicó una de sus principales calles y el Instituto Municipal de Cultura.