"Si explota, será 10 veces más grande que la de Chernóbil". "Hoy en día, enfrentamos una situación horrorosa en Ucrania". "Todo parece indicar que Putin atacará en breve un país de la OTAN". Estas son frases que se han podido escuchar y leer en las noticias mientras se ven vídeos y fotografías de muertos en las calles o bombardeos. El temor a la expansión de la guerra en Ucrania está generando más episodios de ansiedad entre los alicantinos, que han aumentado las visitas al psicólogo por este motivo.
El temor es palpable en ciertos aspectos del día. El colegio oficial de farmacéuticos reconocía el aumento inesperado en la compra de yoduro de potasio por el temor a los efectos de la radiación en el cuerpo a causa de una guerra nuclear. Una compra inútil en este caso porque no serviría para ese objetivo. Y otra, sumada a la huelga de transportistas, es el desabastecimiento en los supermercados de ciertos productos diarios.
El psicólogo Jorge Pérez reconoce sentirse sorprendido al comprobar el aumento de estos comentarios relacionados con esta invasión en las citas en su consulta por ansiedad. "En este mes es de un tercio o más de los pacientes atendidos", cuenta. Y lo que más le llama la atención, añade, es lo temprano de este fenómeno. "Comparándolo con el tema de la Covid, tardaron unos seis meses en aparecer personas a las que les preocupaba la pandemia".
El suyo es solo un ejemplo de una preocupación que aumenta con cada noticia sobre cómo transcurre el enfrentamiento entre ambos países. "Cuando vemos en los medios de comunicación las ciudades de Ucrania, nos puede recordar a Alicante", plantea. Esa sensación de proximidad es la que genera una identidad con el espectador "que nos afecta" porque "si les pasa a ellos, también nos puede pasar a nosotros".
Identificarse
Esa identificación es la que considera este profesional como explicación para estos casos. "Guerras ha habido siempre, pero al pueblo ucraniano se lo considera con una mayor similitud". Y el que se produzca en el mismo continente lo aumenta porque "nos encontramos de nuevo esa pesadilla que fue destruirnos entre los europeos. Es una realidad que pensábamos que no podía volver".
"Cuando acuden estas personas a consultas es porque se encuentran mal o están desreguladas emocionalmente", razona. Eso significa que "no acuden por la guerra, si están regular, es que este tema les influye para peor". Es decir, si este paciente ya tiene una depresión, es probale que tendrá pensamientos peores porque esta información lo apoya.
Y ahí aporta una clave al abordar este tipo de situaciones: "Recomiendo que no se sobreinformen con los medios de comunicación, que se informen una vez al día". Su argumento es sencillo, el "estar viendo constantemente las noticias, como es tan impactante, es como si tu realidad sea la de esa guerra".
El perfil de los que ha ido atendiendo durante estos más de 35 días de invasión incluye personas con "pensamientos recurrentes intrusivos, con una zozobra y nerviosismo que hace que perdamos la atención, que no estemos concentrados y que nos disfrutemos del momento que antes sí disfrutábamos". Eso provoca en esta persona que, "si tiene una depresión, tendrá pensamientos peores porque esta información lo apoya".
Lo que sí valora de este fenómeno es la normalización del contar que "el psicólogo es una persona atiende a quien está muy mal". Por eso concluye en un punto, "¿por qué atender una neumonía cuando se puede atender un constipado?".