Las personas alcohólicas, ante el reto de pasar la Navidad sin probar ni una gota: "Son fechas en las que es fácil recaer"
- Desde el Centro Solidaridad de Zaragoza aconsejan minimizar los factores de riesgo y fortalecer los factores de protección.
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"Un brindis". Esa pequeña acción tan repetida por los españoles estas fechas de Navidad pueden resultar inofensivas, sin embargo, para una persona alcohólica puede suponer todo un reto ante la gran presencia de alcohol a su alrededor y con ello una posible recaída.
"Supone un reto para ellos. Tenemos asociado acompañar las celebraciones con bebidas alcohólicas y tienen que concienciarse de ello, hay que trabajarlo", explica Jesús Sánchez, director gerente del Centro Solidaridad Zaragoza, que trabajan con personas con esta patología en Proyecto Hombre. En el informe emitido por el Ministerio del Interior sobre el consumo de alcohol, en España se consumió 5.655 millones de litros de alcohol en 2023.
Este centro trata a alrededor de 900 personas al mes que sufren diferentes patologías, pero es la del alcoholismo la que un mayor porcentaje de pacientes recibe. La gran mayoría reciben un tratamiento ambulatorio, es decir, siguen una vida normal con sus trabajos y su familia, por lo que en estos días festivos se enfrentan de cara a su problema y los factores de riesgo se intensifican.
"El alcohol es más accesible, está disponible en los bares, discotecas y en mayor medida en las casas en las cenas", retrata Sánchez. Además, destaca la "normalización" de los mensajes por parte de la sociedad a la necesidad de celebrar con alcohol en todo momento: "Se utiliza para brindar, celebrar y no se tiene porque beber, hay que comenzar a normalizar brindar con refrescos y con agua", destaca.
Sin embargo, alertan ante el riesgo que conlleva consumir bebidas sustitutivas que se están vendiendo como las cervezas y licores 0,0: "Es un autoengaño para la mente, en el marco cognitivo queda grabado y es el inicio de una desescalada hacia una recaída", explican desde el centro.
Ante tanta cena familiar y celebración desde el centro señalan que la Navidad es una época con la que ya cuentan que vaya a haber alguien que consume: "Es seguro que vaya a haber alguien que recaiga". A pesar de ello, recalcan que lo importante es comunicarlo: "Forma parte del proceso terapéutico y así analizaremos lo que ha ocurrido para poner barreras para que no pase de nuevo", señala.
La familia, factor clave
Por ello, ante estos riesgos, desde el centro trabajan en el contrapunto y establecen factores de protección para que todo el camino recorrido no caiga en saco roto. "Trabajamos con las familias, no tienen porque celebrarse estas fechas con alcohol y así se restringe la exposición de la persona a estas sustancias y él se encuentra más centrado en la celebración", explica Sánchez.
De esta manera, suelen recomendar que sus personas más cercanas no beban alcohol y crear un ambiente seguro: "Es importante que se sienta cómodo para poder expresar si se nota negativo ante la situación y así aumenta la protección", señala.
Una media de 45 años
Desde Proyecto Hombre señalan que la media de pacientes se encuentra en los 45 años ante el "silencio clínico" que se establece. "Al final es una droga muy normalizada y la gente se dice 'yo controlo' hasta que llegan a una situación insostenible que se ha llegado a alargar hasta 15 años", explica Jesús Sánchez.
Así, desde el centro realizan dos tipos de terapias según el grado de dependencia por parte de los pacientes. La más habitual es la terapia ambulatoria la cual tiene de duración una media de año y medio. En esta, el paciente sigue una vida cotidiana acompañado de un tratamiento psicológico y una supervisión médica continua. Medicamente se hace un seguimiento mediante analíticas y diversos exámenes, pero el trabajo más importante es trabajar en la patología, con ello cuentan con terapia individual, de grupo y familiar para trabajar en ello.
Sin embargo, hay personas que necesitan de un tratamiento más intensivo con una intervención más protectora, de ahí que se interne en el centro residencial una media de siete u ocho meses. Una vez que se pone fin a esta se sigue con la fase ambulatoria.