"No hay nada que envejezca más rápido que el amor mal amado", escribe la magnífica Rosa Montero (70 años) en su último libro, La buena suerte, que estoy devorando. Y qué razón más grande tiene, como siempre. Ese es el mejor y más justo y certero resumen de esta edición de La isla de las tentaciones. Este jueves se ha emitido el mítico capítulo final, seis meses después. Y la conclusión a la que llego es que seis meses después nada es igual: solo existen grietas, toxicidad, reproches, dolor, daño, y muy pocos sentimientos se mantienen firmes e irrompibles. Lo que me lleva a reflexionar que nos queremos mal. 

"Han pasado seis meses de la aventura, dejando atrás miedos, inseguridades, celos, infidelidades, traiciones... momentos para olvidar y otros muchos para el recuerdo. Hace seis meses que se apagaron sus hogueras, pero hoy se verán las caras por primera vez", ha anunciado Sandra Barneda (45 años), estupenda ella como profesional y elegantísimo su conjunto de dos piezas en blanco y negro. ¡Qué mona va esta chica siempre! Empezamos con Jesús y Marina. Su reencuentro. Que se prepare el pusilánime de él para que Marina lo arrolle con su personalidad tan empoderada y femme fatale. ¡Se toma tan en serio a sí misma Marina que la escuchas cinco minutos y acabas aplaudiendo los cuernos y la infidelidad, y censurando el respeto y la monogamia

Jesús y Marina: toxicidad y mentiras

Llega Jesús, con un traje, todo hay que decirlo, que ha sido criticado en las redes a más no poder. Que si es el de la comunión y bla bla bla. A él no le afecta, va con el papel bien aprendido de hombre fuerte y mudado, que ha superado todo y el arrojo se ha instalado en él. Le durará poco. "Me encuentro mejor que nunca, he visto al verdadero Jesús. Me di cuenta de que no era la mujer de mi vida, en realidad me hizo un favor para no estar toda la vida engañado. Le doy las gracias a Isaac", hace su repaso por la isla. Y añade: "Me dolieron cosas, pero estoy en uno de los mejores momentos de mi vida. Han pasado personas ya, he tenido historias, pero no puedo dar el cien por cien de mí para una relación seria".

Marina hablando con Sandra sobre su paso por el 'reality'. Mediaset

 

"Han pasado personas", dice. Qué pena me da este chico y qué mal actor es, ¡por Dios! Ni mintiendo... Insisto, querido, cuánto tienes que aprender de Marina. Ella se empodera y se lo cree. No se apea del personaje, y digo personaje porque no me la creo tampoco, pero le pone empeño al papel. "Quedamos un día para hablar en la puerta de su casa, me pidió perdón por la manera en que lo hizo, no por lo que hizo. Yo la ruptura la he llevado bastante bien. Es una pena que se esfumen así cinco años, pero es lo que hay. Habló mal de mí, me criticó..."

Y aquí Marina suelta las dos bombas de la noche: "Su entorno me ha criticado a mí. Aquí no ha contado que intentó mantener relaciones conmigo, intentó volver.  Le mandé un mensaje de que quería hablar con él, me recogió en su coche y le cambió el chip. En el fondo creo que no me ha olvidado. En esa noche noté que seguía ese deseo por mí, que me echaba de menos. Me comió el cuello en el coche". Y sí, me la creo. Ahí ha sido sincera: Jesús siente algo, no sé si amor u orgullo herido a espuertas. 

Jesús, enfadado y defendiéndose de Marina ante Sandra Barneda. Mediaset

Espera, más munición de Marina: "Cuenta qué mensajes te dedicaste a mandar en el avión de vuelta aquí. Le dijiste a todos 'Marina, hoguera 1: ha hecho esto y esto'. No me diste el derecho a explicarme yo. He fallado, pero no me arrepiento de nada. Sabías que yo no estaba enamorada de ti antes de la isla, lo sabías". Jesús se humilla más a sí mismo: "Yo tampoco estaba enamorado, te quería mucho solo. Cuenta las cosas como le parece a ella". En fin, entra Isaac, el papito Isaac. ¡Marina y él están juntos! Vaya, no me lo esperaba (ironía modo on). "¿Qué pasa, bombón?", la saluda él. Es que Isaac tiene un flow que no se puede resistir. También entiendo el peligro del que habló Marina: Isaac es un terremoto y esas personas no cambian. "Cuando la conocí estaba más introvertida, y necesitaba explotar", le arroja Isaac a Jesús.

 Raúl, amor generoso y desprendido 

Claudia durante el reencuentro con Raúl en 'Tentaciones'. Mediaset

Sí, sí, lo reconozco: ¡he llorado con la historia de Claudia y Raúl! Ambos no están juntos y han entrado por separado. Pero, lejos de reproches, el protagonista de esta noche ha sido el respeto y el cariño que se tienen. Bueno, cariño solo por parte de ella: Raúl está enamorado. Pero se trata de un amor generoso, lleno de bonhomía y que carece de egoísmo. Raúl la dejó aún amándola. ¿Se puede ser más grande como persona? Querido, a tus pies. 

"Fui con dudas de Raúl y me estampé. Toni me hizo ver lo que era una relación más sana. En el momento de la decisión tenía dudas, pero cuando lo abracé me sentía como en casa. Al salir me sentía desconectada de él emocionalmente. Él me dejó, pero era luchar contra una pared. Rompió porque sabía que yo no iba a dar el paso. Después, volvieron a resurgir los sentimientos. Quedamos como amigos, nos liamos, y ahora nos vemos. Hemos encontrado el equilibrio. No estamos juntos, somos exnovios, pero estamos bien juntos". Vamos, lo que las redes han bautizado como ese término tan vulgar, follamigos

Toni junto a Claudia y Raúl. Mediaset

"Ha sido un poco telenovela turca. No sé ni lo que ha pasado. Ha sido todo muy rápido. Yo la quiero un montón. Me hubiese encantado llegar aquí de la mano con ella, porque salí de la isla súper enamorado", dice él. Ella se rompe, lo mira buscando, anhelando sentir algo más, pero no: Claudia ya no lo ama. "Estaba fría y el que tuvo que dejar la relación fui yo estando enamorado", confiesa Raúl. Y lloro con él. Cuenta ella que Toni, el tentador, fue a su casa de Gran Canaria a intentarlo: "Vino a Gran Canaria a vivir. Estuvimos dos semanas liándonos, quedando me empezó a venir el recuerdo de Raúl, como si le estuviese poniendo los cuernos. Y hablé con Toni y lo dejamos". Me encanta el resumen que hace Raúl de Toni: "El pibe es un vendemotos".  

Entra Toni. "¿Cómo estáis?", pregunta. "Mejor que tú, seguro", responde Raúl. Se masca la tensión. No es para menos: Toni es un estafador emocional, un tipo mentiroso, frío, calculador. Que se ha notado lo que buscaba: fama y más fama. Ha reaparecido como un témpano, ni siente ni padece. "No, yo no lloro. No estaba enamorado", dice. Raúl explota en defensa de su amada: "Le vendiste que era el amor de tu vida". Toni ni pestañea: "Ella me dijo que conmigo estaba perfecta, pero que le debía un luto a Raúl. Yo siento cariño, le tengo aprecio". Sí, me ha dado miedo.

Lola y Diego: una cárcel y un perro "rayado"

Diego desahogándose con Sandra. Mediaset

¡El turno de Diego y Lola! Teniendo en cuenta el repaso que le dio él en la última hoguera, ¡me he frotado las manos! Y sí: sabía que ella iba a seguir utilizando el argumento de que vivía poco menos que en una cárcel con Diego, que era una mujer de 50 en un cuerpo de 24. Prefiero escucharlo a él: "Son muchos sentimientos, de tristeza. Era una relación que no es muy fácil construir esa familia que teníamos nosotros. Da tristeza. Ella es la responsable de lo que pasó". Y añade: "Nos hemos visto por el perro, cuando viene a recogerlo. También en Madrid, en el AVE, se puso a llorar". Ella lo recoge al cabo, patéticamente: "Lloré porque tenía un mal día. De hecho, me encontró llorando ya". 

Confiesa Diego que no sabe nada de Carla, que aquello no fue a más: "Con Carla me llevo bien, pero cuando salimos de allí ella retomó la relación con su exnovio. Lo entiendo". Y tiene claro que Lola no está con Carlos -sí, el innombrable Carlos-: "Carlos y Lola no están juntos, porque Lola está con otro chico. No es que esté pendiente, es que me lo pasan los colegas. Es inevitable". Y la traca de la noche: "Noto que Horus, el perro, está rayado, cuando me lo devuelve está como ausente". ¡La única víctima de todo este desamor! Lola, por su parte, habla de un dolor causado por ambas partes. Así, hija, haciendo autocrítica. 

Lola confesándose con Sandra seis meses después. Mediaset

"Creí que iba a ser una final súper bonita rollo 'lo hemos superado'. Pero sentía que hacía vida de señora, y descubrí que podía disfrutar. Cuando un chico guapo te decía cosas explosivas...", asegura. Y vuelve de nuevo: "Fue una relación fuerte, pero Diego era muy frío conmigo. Le decía 'ven y abrázame' y me decía 'ya sabes cómo soy'. El maldito videoclip me desenamoró. La Lola de ahora es independiente, tengo una pareja". Diego le ha plantado cara: "Me pedías todo el rato tener un hijo. Si yo estoy mal, corto, no pido un hijo". Y Lola se corona: "Porque era lo que nos faltaba en la relación, quería formar una familia contigo". Lola es un show andante: no he conseguido entenderla en ningún momento. Está, pero no; siente, pero no; llora, pero no. 

Lucía y Manuel: besos y atracción sexual 

Lucía hablando con Sandra de lo mucho que ha sufrido en la isla. Mediaset

Alucino con las mentiras patológicas de este señor llamado Manuel. Es flipante, ¡se cree sus propias mentiras! Se ha liado tan parda que Sandra Barneda ha tenido que llamar al orden a Manuel y Lucía, y los ha puesto poco menos que contra la pared para que se controlasen. ¡Los gritos y los insultos se han elevado demasiado! Cuánto rencor y odio he notado. Antes de lo mollar, empecemos por el principio. "Me da mucha pena escucharme decir en la isla que qué será de mí. Hoy me he dado cuenta de que no lo necesito. Hoy no saldría de mi boca que necesito a un hombre para ser feliz. Me duele verme así, me da pena de mí misma", dice Lucía. 

Y confiesa dos encuentros con Manuel: "Nos hemos visto dos veces, pero esporádicamente. La última, en Navidad, en el pueblo. Y otra vez, parado en un semáforo. Le hice un corte de mangas y le dije 'qué quieres'". Él comienza a escupir: "Ese es su carácter, que la gente lo vea, que no eres una mosquita muerta". Lucía se crece y desvela algo gordo: "En el avión de vuelta, que son nueve horas, me dijo que quería estar todo el tiempo mirándome, lloró mucho, 'qué guapa eres, te quiero mucho', me dijo. Nueve horas llorando. Cuando bajamos me dijo 'espérate, espérate'". Manuel no pierde el tiempo: "Cuenta que me comiste la boca y me dijiste 'quiero volver'. Me tocaste por debajo de la manta". ¡Tocamientos furtivos! 

Manuel escuchando a Fiama. Mediaset

Lucía reconoce besos: "Nos besamos en el avión. Yo le dije que era la última vez que me veía, pero estaba débil y lo tenía al lado... No podía permitirse más humillaciones, porque me iba a costar la salud". El retrato de amor que hace Manuel es durísimo: "Estaba muy cansado, mi relación era una mierda. Yo no podía ir por la calle y mirar al lado porque ya me la estaba liando. Con esa cara de pobrecita que tiene. Me recordaba todos los días que le puse los cuernos, que fui un hijo de puta". Y narra que visitó su casa tras la isla sin él saberlo: "Pidió entrar en mi casa, oler la ropa, tocar la cama". Dice Manuel que lo suyo con Fiama acabó: "Hemos perdido un poco el contacto, luego lo hemos retomado. Yo a la chavala le tengo mucho cariño".  

Entra Fiama. "Qué guapo estás", le dice ella a Manuel. "Tú también", responde el aludido. "La veo muy guapa y la veo muy bien, me ha encantado verla", sigue con el agasajo. "Llegué a sentir por él muchas cosas, en poco tiempo volví a los 15 años. Todo el día riéndonos y besándonos", sostiene ella. Pero el amor se les acabó, de tanto usarlo. ESTALLA LA BOMBA: ¡Manuel no le contó a Fiama que se besaron en el avión! Y esta, lejos de enfadarse, ni se inmuta: ¿qué le pasa a Fiama? ¿Está como demasiado relajada o son cosas mías? Como si le hubieran quitado la pila. "Solo que hablaron me contó", dice ella. Manuel se ruboriza: "Sí, la besé, te lo conté". 

Ella no se arredra: "No, me dijiste 'nueve horas llorando'. Pero no me enfado, es entendible, tanto tiempo juntos... Es normal. No le puedo pedir más, si luego se quedó conmigo..." Y da la clave de la profundidad de su historia. Ejem, ejem: "Atracción entre nosotros la hay, pero luego en el día a día no tenemos nada que ver". Ni que lo digas, hija. Luego entra Lucía y le suelta a Fiama lo que sigue, coronándose como la reina indiscutible de la edición: "Te doy las gracias porque si no hubiese estado con él toda la vida". A continuación, Lucía y Manuel protagonizan un momento lamentable de chillos, insultos y conatos de acercamiento sulfurado. Yo pienso lo mismo que Sandra: entre ellos sigue habiendo atracción sexual. 

Hugo y Lara, el único amor sano y maduro 

Hugo pidiéndole matrimonio a Lara junto a Sandra. Mediaset

No conozco mejor manera de acabar este blog que hablando de ellos. ¡De su amor, sano y maduro! ¡De la pedida de mano de Hugo a su chica ante Sandra Barneda! Qué momentazo. ¡Viva el amor! La única pareja que ha sobrevivido a esta carnicería amorosa. "Somos muy felices, mucho", proclama Hugo, para añadir: "A mí por un lado me gusta verme en la isla, pero recuerdo lo mal que lo pasé. Me di cuenta de que la quería con locura, es una persona indispensable en mi vida. Entré para ponerme a prueba y me di cuenta al momento de que sí era la mujer de mi vida". Ella también se muestra pletórica, al tiempo que reconoce: "La relación no estaba bien porque no había seguridad en nosotros". Y todo acaba, ay, con Hugo, nervioso, hincando rodilla: "Para mí, eres la mujer de mi vida, estoy nervioso, ¿quieres casarte conmigo?". El "Sí" llega al segundo. Barneda, emocionada, acepta ser la madrina. Termino como empecé el blog, pero a la inversa: qué longevo puede ser el amor cuando es bien amado. 

[Más información: El discurso de Diego que hunde a la díscola Lola y la vergüenza nacional de Jesús en Tentaciones]

Noticias relacionadas