'Master of None', comedia tierna en la era digital

'Master of None', comedia tierna en la era digital

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'Master of None', comedia tierna en la era digital

La serie de Netflix, creada e interpretada por Aziz Ansari, responde desde un humanismo ligero al desconcierto contemporáneo.

Michi Huerta
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Dev reflexiona sobre el hecho de la paternidad. Dev choca contra los estereotipos raciales de la industria del espectáculo. Dev acepta que una mujer casada le utilice para satisfacer sus impulsos adúlteros. Dev descubre la soledad de los ancianos. Dev se entrega a una relación idílica hasta que la rutina la pudre. Dev es un treintañero de origen indio que protagoniza de forma omnipresente la última comedia de producción propia que Netflix ha incorporado a su catálogo de series.

'Master of None' es el título de la obra protagonizada por Aziz Ansari, creada por él mismo junto a Alan Yang. El cómico, conocido hasta la fecha por su participación en 'Parks and Recreation', soporta buena parte del peso de un relato de diez capítulos que tiene en la levedad del tono uno de sus rasgos principales. En eso no se desmarca mucho de 'Unbreakable Kimmy Schmidt' y 'Grace and Frankie', las otras comedias que Netflix ha servido recientemente a sus suscriptores y que adoptan una epidermis amable completada con toques puntuales de mala leche.

Quien busque virtudes revolucionarias en 'Master of None' sólo hallará frustración. La premisa de un personaje adulto que se resiste a aceptar las reglas del compromiso porque quiere seguir siendo un joven hedonista no es nueva en absoluto: sobre ella pivotó el éxito de la coral 'Friends', algo hay de eso en la histórica 'Seinfeld' y de idéntico combustible se alimenta el motor de 'Girls'. Con esta última comparte el hecho de no cumplir el formato de la sitcom clásica y de respirar el ambiente de unas calles neoyorquinas atestadas de gente que deambula pegada a las aplicaciones de sus teléfonos inteligentes.

Una escena de la serie.

Una escena de la serie. Netflix

En cualquier caso, a Aziz Ansari no parece importarle caer en la humildad y ponerse menos estupendo de lo que suele hacerlo la actriz y guionista Lena Dunham. Del mismo modo sabe que, por buscar otros referentes a tiro, tampoco es Louis C.K. El autor de Louie, por cierto, no admite parangón, ya que su serie es una obra maestra del audiovisual que retrata –desde un humor existencialista y a veces deprimente– tanto el submundo de los monologuistas neoyorquinos como una amplia gama de crisis personales.

¿Y entonces?

En busca del humor humanista

Pues entonces Aziz Ansari se decanta por la ternura y prepara un menú basado en la empatía que genera el personaje principal, un tipo frágil y bueno. Dev no es ni una chavala egocéntrica en busca de su sitio ni un padre de familia divorciado que provoca carcajadas gracias al dolor, la soledad y el desconcierto ante todo lo que le rodea. La vida del protagonista consiste en una sucesión de pequeños acontecimientos mientras actúa en anuncios y participa como secundario en películas de ciencia ficción. Eso en lo profesional, pues en la dimensión más íntima mantiene diferencias domésticas con sus padres, es muy amigo de sus amigos y se mete en una relación de pareja que podría ser la de cualquiera.

Master of None acaba desarrollando la historia de un tipo sensible y divertido con conflictos fácilmente reconocibles. Su estructura plantea una división en dos partes, con una mitad de la temporada más bien episódica y otra dominada en continuidad por el noviazgo de Dev con una divertida chica llamada Rachel. El mecanismo narrativo resulta un tanto peculiar, pues Ansari y Yang dedican las escenas iniciales del primer capítulo a un encuentro fortuito de la pareja para olvidar de inmediato la relación y recuperarla, con todas las de la ley, a partir del sexto episodio.

La trama sentimental deviene en una crónica más bien rutinaria y es entre la segunda y quinta entrega cuando emergen los momentos más brillantes de la serie. Algunos de ellos tienen que ver con las contradicciones de un individuo con hábitos genuinamente estadounidenses que es visto por buena parte de la sociedad con el filtro de su apariencia racial. La crítica, que la hay, adopta sin embargo un tono bajo y se ceba especialmente con los tópicos que sobre las minorías generan las industrias culturales.

De ahí que 'Master of None' emplee un antídoto en su discurso: normalizar a ese personaje humanista y a veces cargante que es Dev. Su existencia gira en torno a las charlas con los amigos, las largas veladas en restaurantes, los paseos por una ciudad pletórica de vida, los locales de copas y las discusiones absurdas sobre cultura popular. De paso, la narración deja múltiples pinceladas sobre un mundo cibernético que guía constantemente las decisiones del protagonista, haciendo del usuario de Netflix que se entrega a sus aventuras alguien que entiende bien la visión que proyecta sobre el mundo. Y, finalmente, el banquete digital le deja al espectador la grata sensación de quien ingiere un plato ligero de fácil digestión.