El actor que soñó con ser Lawrence de Arabia pero acabó en ‘La pasión turca’
Georges Corraface iba a protagonizar 'Nostromo', el proyecto soñado por David Lean que se vino abajo por la muerte del director. Una carrera frustrada que recoge un documental de TCM sobre este proyecto.
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Todos los genios tienen una obra inacabada. También los cineastas. Orson Welles nunca pudo terminar El otro lado del viento, Jodorowsky luchó contra todos para levantar su versión de Dune, y Terry Gilliam parece que por fin verá terminado su deseo de adaptar El Quijote. Lo mismo le ocurrió a David Lean, que tras regalar a los cinéfilos obras maestras como Lawrence de Arabia, Breve encuentro o El puente sobre el río Kwai, soñaba con parir una última obra maestra. Sería la más compleja de todas sus películas, una adaptación del Nostromo de Joseph Conrad, una novela famosa por su complejidad y densidad.
Lean tenía claro que quería que fuera su siguiente proyecto, y con casi 80 años se puso a preparar un proyecto que parecía maldito. El realizador hacía todo a la antigua usanza, con grandes decorados, presupuestos, miles de extras y localizaciones elegidas al milímetro, por lo que necesitaba un presupuesto que a finales de los años 80 no iban a dar un director tan mayor. La edad jugó en su contra, ya que las aseguradoras no apostaban por él, e incluso le obligaban a contratar a un director de reemplazo por si a él le pasaba algo.
Cuando parecía que todo se arreglaba y la Warner accedió a financiar un proyecto mastodóntico, a David Lean le diagnosticaron un cáncer que acabaría con su vida el 16 de abril de 1991. Los restos del naufragio fueron muchos. Primero la empresa, que ya había gastado muchos millones en la preproducción de Nostromo, también España, ya que Almería era el lugar elegido para grabar gran parte de las escenas del filme, un rodaje que se esperaba que levantara el que había sido el gran plató de Hollywood y que agonizaba por culpa de los nuevos efectos especiales.
De entre todos los afectados destaca uno, el actor Georges Corraface, que había sido elegido por el mismo Lean para dar vida al protagonista. Tras meses de gimnasio y preparación, el griego recibió la noticia de que su pasaporte a Hollywood se cancelaba. Más tarde el cine español rescataría a Corraface en La pasión turca, y él consiguió tener una carrera bastante constante, pero aquel proyecto que le iba a cambiar la vida se vino abajo.
Claro que pensé que podría ser el nuevo Peter O'Toole, pero al mismo tiempo pensaba, tranquilo, no te emociones demasiado porque nunca sabes lo que el destino te va a traer
Todo este coitus interruptus cinematográfico lo recuerda Nostromo, el sueño imposible de David Lean, el documental dirigido por Pedro González Bermúdez y producido por el canal TCM que inaugura su propio festival. Un trabajo que ha contado con la colaboración de la fundación creada por los herederos del director, que ha aportado una caja de Pandora llena de storyboards y recuerdos de una película que nunca se materializó.
También hablan a cámara muchos de aquellos que fueron parte del proyecto, como el guionista Christopher Hampton, el director artístico español Benjamín Fernández, Hugh Hudson o el propio Corraface, que ha visitado España para hablar de este proyecto y de unos recuerdos que califica como “agridulces”, aunque le quita peso y añade que “la vida es así, agridulce”. Se le iluminan los ojos al recordar cómo el maestro Lean le recibió en su casa y le hizo una prueba que parecía un rodaje. Un proceso de selección larguísimo en el que colaboró Steven Spielberg –amigo y para muchos heredero de David Lean- . “Nunca rodé Nostromo, pero tengo la sensación de que sí que rodé con David Lean, porque el cásting fue con cámaras, caracterizados, con actores dando la réplica, con el equipo de luces… nada que ver con esas pruebas que te hacen hoy en un cuarto enano y con una pequeña videocámara, que lo odio”, dice el actor a EL ESPAÑOL.
Corraface reconoce con humildad que hizo su propio cuento de la lechera, se imaginó siendo una estrella, el nuevo Peter O’Toole y arrasando en Hollywood. “Claro, claro que lo pensé, pero al mismo tiempo pensaba, tranquilo, no te emociones demasiado porque nunca sabes lo que el destino te va a traer. Pero, claro, es como si eres conductor y conduces un Toyota y de repente te contrata el equipo de Ferrari, y tienes que manejar un Ferrari… tú crees que puedes hacerlo, te has preparado y eres un buen conductor, pero ahora hay que demostrarlo”, confiesa.
Tras vencer en lo que él definió como “una batalla” y haber conectado con un director por el que “hubiera matado”, Lean fallecía dejándole huérfano de padrino y con el cántaro de leche roto en el suelo. “Fue muy duro, tuve una sensación muy grande de pérdida, pero también de derrota, una derrota compartida con todos, también con David Lean, porque era la película por la que había luchado tanto tiempo y no lo había logrado”, añade.
Años después Hugh Hudson intentó hacer realidad el sueño de David Lean, incluso habló con Georges Corraface y rescató esos viejos storyboards, pero ya nada era lo mismo, como explica el director del documental. “Me gustaría ser optimista y pensar que la película pudo filmarse. Sin embargo, es cierto que los modos de producción de aquella época ya comenzaban a tener un encuentro difícil con el estilo y meticulosidad de Lean. Es evidente en cosas como el uso que se empezaba a hacer de la creación de entornos virtuales, ¿alguien se imagina a David Lean rodando planos en un plató usando un croma verde?”, explica.
Nostromo quedará para la historia como un sueño que estuvo a punto de hacerse realidad, el deseo de uno de los directores más grandes que ha dado el cine, que hasta el día de su muerte pensó que sería capaz de ofrecer una nueva obra maestra.