"Soy bollera, gorda y fea": así es la cómica que da una lección a los hombres
La australiana Hannah Gadsby brilla en el especial de Netflix en el que se ríe de todo: del feminismo, del lesbianismo, del LGTB... y sobre todo canta las cuarenta al machismo.
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El mejor humor es el que remueve por dentro. El que no es condescendiente, el que incomoda, el que te hace preguntarte cosas, cuestionarte. El mejor humor ofende. En tiempos donde la dictadura de lo políticamente correcto avanza como un tsunami es necesario repetirlo una vez, y encontrar cómicos que lo sepan y lo practiquen. En España, donde por un tuit puedes ir a la cárcel, cada vez es más difícil encontrar gente con esa valentía. Los Ignatius Farray de turno son excepciones maravillosas.
Fuera parece que cuesta menos dar con ese tipo de humoristas. Es fácil pensar en Ricky Gervais o Sarah Silverman. Ambos disfrutan de una posición de poder que les facilita decir cualquier barrabasada. Se han ganado un status que les permite hacerlo. Por ello es doble el mérito de Hannah Gadsby, una cómica australiana -saltó a la fama en un concurso de monólogos de su país- que está revolucionando a todo el mundo gracias a su show Nanette, que se puede ver en Netflix y con el que se despidió de los escenarios. Se despide porque “he dedicado toda mi carrera a burlarme de mí misma, y ya no quiero hacerlo más”. “No es humildad, es humillación, me río de mí para pedir permiso… para poder hablar. Si esto es el fin de mi carrera que así sea”, dice nada más comenzar un show en el que hace reír a la gente, pero también les pone un espejo delante en el que no es fácil mirarse.
Nanette nace de sus experiencias como “bollera, gorda y fea”, como ella misma se describe en su monólogo. Se ríe de sí misma, de las lesbianas, del movimiento LGTB, del activismo… pero sobre todo da una lección de tolerancia a los hombres, a los que hace avergonzarse poco a poco de todas las acciones machistas que cometen todos los días. No lo niega. Su festival es un crescendo cómico en el que recuerda con humor que en su Tasmania natal ser gay fue delito hasta 1997. Rememora cómo fue salir del armario delante de su madre: “¿por qué me lo dices? Es como si yo te dijera que soy asesina, no tengo que saberlo”, le dijo la persona que le dio la vida. También sale al escenario aquella vez que un hombre quiso pegarla por tontear con su novia… hasta que vio que era una mujer: “pensé que eras un maricón”.
Hannah Gadsby se fue de Tasmania porque era difícil ser lesbiana en un pueblo pequeño. Los gays ya tenían visibilización, pero… ¿ellas? No se sentía representada por nadie. El único movimiento LGTB que conocía era el carnaval de gais y lesbianas de Sidney, en donde gente liberada bailaba y disfrutaba, pero ella no era así. “¿Dónde están los silenciosos?”, se preguntaba. Así que decidió contar su historia. Sin tapujos, en este show final que a falta de 15 minutos para concluir rompe al espectador y hace que su sonrisa se hiele.
“Es difícil ser un hombre blanco ahora, os compadezco, porque por una vez sois una subcategoría de ser humano. Vosotros inventasteis las categorías, pero no se supone que ibais a participar… Sois muy sensibles. Oís ‘hombre – hetero – blanco’, y pensáis: ‘Nooo, eso es sexismo inverso. No lo es, vosotros inventasteis las reglas. Leedlas. La gente me dice que si tanto me molestan los hombres por qué me esfuerzo en parecer uno… porque necesitáis un buen ejemplo”, comienza a decir la humorista en su traca final. Justo cuando recupera el gag del hombre que quiso pegarla. Aquello fue un chiste, porque la realidad es que aquel tipo le metió una paliza sin que nadie hiciera nada. Tampoco se atrevió a denunciarle porque pensó que se lo merecía.
No odio a los hombres, pero les tengo miedo. Porque fue un hombre quien abusó sexualmente de mí. Fue otro quien me dio una paliza a los 17, y fueron dos quienes me violaron a los 20
A pesar de sus palabras, de su forma de hablar, Hannah Gadsby lo deja claro: “no odio a los hombres”. “No les odio, pero les tengo miedo. Porque fue un hombre quien abusó sexualmente de mí. Fue un hombre quien me dio una paliza a los 17, y fueron dos hombres quienes me violaron a los 20. Tengo miedo si estoy en un cuarto lleno de hombres, y si piensas que eso es raro, habla con las mujeres que tienes a tu alrededor”, dice con lágrimas en los ojos en un arrebato de sinceridad. No quiere “hacerse la víctima”, sólo quiere que su historia tenga valor, porque “si destruyes a una mujer destruyes el pasado que representa”. La diversidad es la fuerza, y ella ha demostrado que “no hay nada más fuerte que una mujer rota que se ha rehecho a sí misma”.
Antes de terminar les pregunta algo a los hombres blancos que están allí: “¿os habéis sentido perseguidos e incómodos?”. "Esa era la idea, ahora pensad qué se siente si en vez de una hora eso ocurre durante toda una vida". Nadie contesta. Aquella cómica "bollera, gorda, y fea", les ha puesto delante una realidad demasiado dura que se ha ido despertando entre risa y risa. Ha avergonzado a una sociedad machista a golpe de chistes y después ha cerrado el telón. Hannah Gadsby no ha vuelto a actuar desde entonces. Su último show se recordará toda la historia.