Alejandra Márquez: "México está instalado en el sistema de castas que nos trajo la conquista"
La directora mexicana ha dirigido 'Las niñas bien', el incisivo retrato de las clases altas mexicanas durante la crisis de 1980.
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El año pasado Roma se convirtió en uno de los mayores éxitos del cine mexicano. Alfonso Cuarón retrataba a la clase media / alta mexicana y lo hacía mostrando un clasismo intrínseco que se mezclaba con cuestiones de raza y género. La progresía con dinero explotaba a las mujeres indígenas de su país, pero lavaba su cara tratándolas con cariño.
Ese cariño no está en Las niñas bien, la película de Alejandra Márquez Abella que sirve como cara B del filme de Cuarón. La directora adelanta la época a los 80, y sube de clase, va hacia los ricos muy ricos. La protagonista aquí es la señora bien, que dirían Las Bistecs. Por eso su mirada es más despiadada, pero con el mismo resultado: México es una sociedad construida sobre un sistema de clases.
Las niñas bien es otro de los éxitos recientes del cine mexicano y una película llena de detalles y una autopsia con bisturí al país de la directora, a la que habrá que seguir muy de cerca y que ha hablado con EL ESPAÑOL de un filme que ya está en la cartelera.
La película es una adaptación de los relatos de Guadalupe Loaeza, ¿qué vio en ellos?
La verdad es que este proyecto llegó a mí. Los productores tenían los derechos del libro de Guadalupe y me buscaron para hacerla juntos, algo que me sorprendió mucho. Tuve que sobrepasar mis propios prejuicios sobre el material de origen, porque no le veía mucho el sentido de contar esta historia de mujeres tan privilegiadas en una sociedad tan desigual como la mexicana, pero creo que era una oportunidad de mostrar cómo se sostiene el sistema de forma tan intensa y a qué se aferran los privilegiados con tanto fervor. También al estudiar el material y darle forma al guion me di cuenta de que también era un historia que hablaba de que las mujeres que están cerca de los poderosos ni siquiera son poderosas.
Es una radiografía feroz de las clases altas. No sé si temió caer en la caricatura, en el exceso.
Totalmente, ese fue el reto más difícil para mí y también para la protagonista. Las actrices han dado un brinco al vacío y en el guion hay diálogos que duelen. Siempre confiamos en que los elementos cinematográficos den forma y tono, que no fuera una apología, sino que se sintiera que acompañábamos y juzgábamos, aunque fueran esas funciones que parezcan contradictorias.
Los mexicanos tenemos un fanatismo por los españoles y por ser de una clase social más alta sólo por tener ascendencia europea
Justo su película se estrenó en México el mismo año que Roma. Son como dos caras de la misma moneda, aunque se desarrollen con casi 15 años de diferencia sus tramas. ¿Cree que el cine mexicano ha empezado a mirar al pasado para entender su presente?
Totalmente, es una ola de varias películas, son varias más las que han volteado al pasado. Las niñas bien era importante desarrollarla en ese tiempo porque esa crisis es la crisis q todavía vivimos, se instaló en el país y todavía nos golpea con la misma fuerza. Roma, además, retoma la relación un tanto violenta con el gobierno que tenemos, y en eso creo que se acompañan las dos películas. Creo que estamos en un momento de cambio y no sé qué es lo que viene, pero sí quiero entender qué es lo que pasó.
Parece que el clasismo que relata no ha desaparecido de la sociedad, ¿hacer esta película era una oportunidad para hablar del presente de México?
Sí, sin duda. Hay que hacer época para entender que no ha cambiado nada. Siento que la sociedad mexicana se formó y se quedó instalada en el sistema de castas que nos trajo la conquista. La clase social, la raza... esos elementos que se interseccionan y que crean estructuras cada vez más complejas. En la película hay un guiño claro con ese fervor por España, con Julio Iglesias, los reyes, El Corte Inglés... Un guiño al fanatismo que tenemos los mexicanos por los españoles y por ser de una clase social más alta sólo por tener ascendencia europea.
Además todas las criadas son indígenas o tienen rasgos racializados.
Una de las cosas que me fue llamando de la película es que se van componiendo sistemas de opresión muy complicados. Están oprimidas porque son mujeres, pero están oprimidas por mujeres que son de clase superior y además ellas están racializadas. Se ponen cosas una sobre otra y estas mujeres están en el cénit de la gestión de un poder que no tienen, o mejor, que tienen gracias a sus maridos o a sus clubes.
En la película es muy importante cómo visten, sus joyas, cada detalle, ¿cómo preparó este aspecto?
Fue un trabajo muy interesante realizado con los responsables del diseño de vestuario y de la dirección de arte. Entendimos como equipo que ellas se comunicaban con los objetos y con la ropa, y había que entender esa lógica y esos códigos que armaban la estructura.
Tenía miedo a que la gente pensara que esto es otro bodrio frívolo redimiendo a la clase alta, con esa estructura de fábula que aprenden y se las perdona sus pecados
Me imagino que fue fundamental encontrar al reparto, especialmente a la protagonista.
Claro, Ilse Salas es maravillosa y ya lo sabía. Además, cumplía con ciertas características físicas que lamentablemente necesitaba para el personaje y es una actriz muy de izquierdas, lo que hizo que estuviera muy incómoda con ese personaje porque le parecía que nunca iba a llegar a tener empatía real con ella, y en esa colisión se ganó mucho. Creo que es mejor estar incómoda que cómoda.
¿Temió que la película se viera como una apología en vez de como una crítica?
En el cine mexicano hay muchas obras que hablan de este tipo de gente en forma de comedia muy frívola. Con eso te digo que sí, totalmente, había ese miedo, que la gente pensara que esto es otro bodrio frívolo redimiendo a la clase alta, con esa estructura de fábula que aprenden y se las perdona sus pecados. Pero creo que nuestra mayor cualidad era ser un Caballo de Troya, pasar por ese tipo de película para que luego vieran otra cosa, y en esa pequeña broma yo ganaba.