Antonio Banderas llegando a Venecia.

Antonio Banderas llegando a Venecia. EFE

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Antonio Banderas: “No me avergüenzo de haber hecho alguna película por dinero”

El actor español estrena en el Festival de Venecia la comedia 'Competencia Oficial', que protagoniza junto a Penélope Cruz.

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Cuando vemos el trabajo de un actor ya está todo el pescado vendido. Es la última etapa de un proceso largo, que comienza cuando los directores mandan el guion a los intérpretes y ellos empiezan eso que muchos llaman su ‘proceso creativo’. Construyen su personaje, trabajan con sus ‘coach’, imaginan una vida a alguien que no existe y que se resume en 100 páginas de guion. Muchos actores se presentan limpios a los ensayos o al rodaje. Otros vienen transformados en ellos. Esos que se hacen llamar ‘actores de método’.

De eso se ríe la película Competencia Oficial, de los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat con Penélope Cruz como directora de cine intensa con aspecto de Lucrecia Martel y Antonio Banderas como actor que ha triunfado en Hollywood y tiene un ego que no se aguanta ni él. A su lado un actor de método, el argentino Óscar Martínez, que mira por encima del hombro a su compañero de rodaje.

El actor malagueño atendió a la prensa española presente en el Festival de Cine de Venecia, y reconoció que “el ego no es que no sea un arma para el actor, es que es un inconveniente, porque te engaña, es un juego complicado”. “Si entras en una película con ego te vas a equivocar de camino. Hay que atacar a los personajes con humildad. Entender el tono. En esta película el tono es muy importante, porque el mundo de la comedia ha sido muy denostado, no se le presta tanta atención como al drama complejo, y hacer reír se ha convertido en algo muy serio en nuestro país. Hacer reír es un lujazo, y hacerlo con inteligencia mucho más”, explicó el actor.

Un filme que también habla de esa clasista distinción entre ‘alta cultura’ y ‘baja cultura’ en la que Banderas nunca ha entrado. Un actor que ha sido capaz de rodar con Terrence Malick y con Robert Rodríguez. “El cine puede servir a muchos propósitos y todos son lícitos si hay verdad cuanto te enfrentas a ellos, si haces una película de entretenimiento puro y no tratas de engañar a nadie diciéndole que es una de Ingmar Bergman, porque la gente también quiere ver eso. Un chico que se ha tirado toda la semana poniendo ladrillos a lo mejor no le apetece ver una de Bergman, le apetece ir con su novia al cine, coger unas palomitas y pasarlo bien. ¿Y eso es una afrenta al arte? Puers no”, dice con contundencia Antonio Banderas.

“Yo en mi carrera estoy encantado de haberme encontrado con Almodóvar, que me ha dado una profundidad, durante muchos años, en ocho películas, y eso me gusta tenerlo como bagaje en mi carrera”, continuó diciendo el nominado al Oscar por Dolor y Gloria, que también defendió el resto de sus trabajos: “Pero también me he divertido haciendo El Zorro, o los Spy Kids, y no me siento sucio por ello, como incluso por haber hecho alguna película por dinero. Punto. Porque después de eso, a lo mejor me he comprado un teatro y he podido dar trabajo a mucha gente, así que no me avergüenzo de nada si lo he hecho desde un punto de vista lícito y es justo”, zanjó.

Yo donde realmente me siento bien después de mi ataque al corazón y de mis 61 años es en el teatro. Entro por la mañana y tenemos 1.500 problemas, pero disfruto como un enano

Eso sí, “cuando hago una con Almodóvar sé lo que estoy haciendo. Sé donde estoy metido, y también en esta película a la que llego de la mano de Penélope, pero yo ya conocía las películas de Mariano Cohn y Gastón Duprat y me habían producido mucho impacto, porque saben captar muy bien la hipocresía de la sociedad en la que vivimos, así que quería estar ahí, y si para eso hay que reírse un poquito de ti mismo, pues perfecto”.

Los directores argentinos confesaban que los actores incorporaron anécdotas al guion, pero Banderas aclara que sólo “en las cosas más anecdóticas, la mala leche venía ya, y muy bien organizada”. Para el malagueño esta película plantea “un juego de supervivencia en esa jungla que no es sólo un rodaje, porque la vida también es una jungla. Yo veo a los personajes con unas cartas que les ha dado la vida y cada uno las juega. Es un análisis sobre la estupidez”.

La experiencia le ha enseñado a convivir con la fama, el ego y todos esos elementos que envuelven a los actores, y que para él pasa por “separar y saber donde está la verdad de cómo eres, de cómo atacas a los proyectos, cómo te comportas con tus compañeros”. “Yo donde realmente me siento bien después de mi ataque al corazón y de mis 61 años es en el teatro. Entro por la mañana al teatro y tenemos 1.500 problemas, pero disfruto como un enano y todo lo demás se borra, no existe. Es la ilusión, sorprenderme, ver a un chaval nuevo y decir: ¡qué talento! Estoy sorprendido del talento de la gente joven en España, y eso me da unas satisfacciones enormes, pero no voy con una pancarta diciéndolo, es mi vivencia”.