Pedro Almodóvar presenta el guion de 'Madres Paralelas': “No tengo sentido de la posteridad"
El director español presenta el guión de su última película recién aterrizado de Los Ángeles y charla con EL ESPAÑOL.
Noticias relacionadas
En un mundo donde todo se consume en la pantalla de un móvil, llega Pedro Almodóvar para recordarnos la importancia de lo analógico, de lo físico. Meses después del estreno de Madres Paralelas en cines, el director ha presentado en sociedad el libro que contiene el guion de su última película, en la que afronta un tema clásico en su cine, como la maternidad, y otro que hasta ahora no había aparecido: la Memoria Histórica.
Lo ha hecho recién aterrizado de Los Ángeles y desafiando al jet lag. Allí ha comenzado la gira de la película en su lucha por colarse en las nominaciones a los Oscar, donde los medios especializados la colocan como una de las favoritas. También ha asistido al recién estrenado Museo de Cine de la Academia de Ciencias y Artes de Hollywood, que le ha dedicado la primera exposición de su historia a Pedro, como ya le llaman en EEUU.
¿Cómo ha sido la presentación de Madres Paralelas en Los Ángeles?
Maravilloso. Da apuro, y para mi vanidad es muy difícil luchar contra esto, porque vengo de ‘standing ovation’ en ‘standing ovation’. He estado en festival de Santa Bárbara, que es un festival muy pequeño pero lleno de miembros de la Academia que se han retirado allí por las bondades del clima, y he ido allí a venderme... bueno a vender el producto, a hablar de la película. Y luego hemos estado en el American Film Institute, donde también ha habido proyección, coloquios y entrevistas con medios especializados como The envelope, Indiewire, Variety… todos los que allí están muy ocupados con las predicciones de los Oscar.
Y recién aterrizado presentas el guion de Madres Paralelas. ¿Publicar ahora mismo un guion en formato físico es casi un acto político?
Sí, es casi un capricho mío. No sé cuántos se venderán, porque el guion como libro está dirigido exclusivamente a los seguidores y a las personas que les haya gustado la película y que tengan curiosidad de ver lo que hay entre las líneas de los diálogos o tenerlo como objeto. Yo no soy fetichista, pero me gusta poseer las cosas que me gustan, y si tengo un guion de Billy Wilder me gusta tocarlo, tenerlo en mi librería. Sobre todo soy un defensor acérrimo del papel y del libro. Yo nunca he leído nada en una pantalla excepto los periódicos que son digitales, pero defiendo mucho que exista el papel.
Hace unos años se dijo que el papel se moría, y resistió. Ahora se dice que el cine se muere… ¿resistirá también?
La realidad no es halagüeña ahora mismo. Yo soy optimista, pero la realidad en España, y también allí en América, está demostrando que justamente las generaciones que yo creía que iban a ir al cine, las generaciones adultas de más de 30 y 40, los cinéfilos, esos son los que han abandonado las pantallas y de pronto ven las cosas en su casa. A pesar de la oferta de Disney, que es muy interesante para una familia, las familias siguen yendo con los niños al cine, pero las películas de adultos... esa es la franja que ha dejado en España de ir al cine. Para hacerte una idea, el fin de semana pasado se hicieron 3 millones en taquilla entre las 20 primeras películas. Esa cifra hace años la hacía una sola película.
Quiero pensar que mientras exista la cinefilia el cine seguirá existiendo y mostrándose en las salas de cine, pero tengo la impresión también de que van a cerrar muchas
Ese cine adulto, para cinéfilos, es precisamente el que haces tú, ¿da miedo esta situación?
Yo a veces me siento como perteneciendo a una raza que está al final de sus días, en plan crepuscular, pero de repente voy al Festival de Venecia o a Cannes y me doy cuenta de que la cinefilia sigue existiendo y sigue con un hambre enorme de cine de autor, de gente que te cuente otras historias de un modo distinto. Quiero pensar que mientras exista la cinefilia el cine seguirá existiendo y mostrándose en las salas de cine, pero tengo la impresión también de que van a cerrar muchas, porque han resistido tiempos muy malos y ya son suficientes meses para pensar que no ha cambiado la situación.
Hay una frase muy bonita en Dolor y Gloria, “la película no ha cambiado, son tus ojos los que han cambiado”. Es cierto que Madres Paralelas se presentó hace pocos meses, pero ¿está cambiando según la vas proyectando?
Yo no la he visto excepto en Nueva York, pero no la he vuelto a ver, pero tus propias películas sí cambian, y las de los demás también. A mí me interesa ver películas a los cinco años para ver cómo las veo, y algunas que tenía mitificadas se me caen, y otras se mantienen o mejoran. El tiempo es una cosa muy extraña respecto al valor que le da o le quita a las películas. Creo que de momento Madres Paralelas es muy joven, pero para mí está siendo muy atractivo y me da mucha moral todos los viajes que estoy haciendo, más allá de que me queje porque me canso. Está siendo muy positivo porque es un fenómeno que no entiendo, porque en EEUU, donde he tenido muchos éxitos, es la que mejores críticas ha tenido hasta ahora, y no sé por qué.
Está siendo tan positivo tan recíproco, que es una sorpresa, porque no sabía si se iba a entender más allá de nuestra cultura, porque la gente sabe de nuestra Guerra Civil, pero si la gente de menos de 20 años de aquí casi ni se ha enterado, pues allí menos todavía. Pero me da la impresión de que en todos los lugares a los que he ido es como si todos tuvieran muertos en zanjas cuyos familiares no han tenido la oportunidad de que se abran. En cada país son muertos distintos, pero en todos los hay, y entienden muy bien la dedicación y esa especie de documental que hago al final para la compensación de los familiares.
En Venecia dos críticas argentinas nos preguntaron si esto era verdad, se sorprendían, ¿crees que parte de la fuerza que tiene la película fuera es por el hecho de que descubra este problema con nuestro pasado?
Les produce una sensación de anomalía enorme. Por ejemplo, los argentinos reaccionaron antes, aquí hace ya 75 años del asunto. Cuando les digo la cantidad de años que han pasado se sorprenden, porque en todos los lugares donde ha habido dictaduras, estos temas se han abordado mucho antes, y en España, sin embargo, yo creo que hubo momento perfecto que fueron las tres legislaturas con mayoría absoluta del PSOE en los 80 y 90, y ese es un gran reproche que yo le hago a la izquierda de Felipe González como persona de izquierdas. Somos un país en el que seguimos siendo muy difíciles, los unos contra los otros, y la derecha está inamovible con este tema, y eso es triste.
Me da la impresión de que en todos los lugares a los que he ido es como si todos tuvieran muertos en zanjas cuyos familiares no han tenido la oportunidad de que se abran
Has mencionado antes la vanidad, el ego, ¿cómo lo lleva uno cuando la primera exposición del museo de Hollywood se la dedican a él?
Yo me siento como un niño con el mejor de los juguetes, porque yo recuerdo la primera vez que llegué a Los Ángeles y recuerdo el primer paseo en coche por Sunset Boulevard, no sólo por lo mítico del nombre, sino por ver la publicidad, que para mí era una mierda, pero ver cómo la publicidad del cine se convertía en el principal elemento decorativo de la calle, y eso era maravilloso. Era como en Arrebato, cuando Eusebio Poncela ve las fachadas de los cines de la Gran Vía, y encima ver a Penélope ahí... Y me llaman Pedro en el cartel, ni siquiera Almodóvar. Cuando la vi no me lo podía creer, era muy emocionante. Pero no tiene nada que ver con la vanidad. No sentía ‘me lo merezco, he llegado’. Era maravilloso y me sentía como un niño.
Dentro la exposición es fantástica. Son dos espacios unidos y hay 12 pantallas que flotan, porque han puesto un color azul oscuro que le queda muy bien, con proyecciones, y yo he sido el que ha hecho cada uno de los 12 temas que se proyectan. Es la primera vez que he reflexionado un poco sobre mi cine, y he ido extrayendo temas como el deseo, y elegido imágenes que dialogan entre sí. Fue entretenido montar fragmentos de mis películas y darles una nueva forma y convertirlas en una nueva narración. Es una sensación donde la vanidad no existe, es de enorme satisfacción. Yo no tengo sentido de la posteridad, porque no soy creyente, y me aburro mucho a mí mismo, no veo mis películas ni lo que he hecho antes, pero estos acontecimientos me empujan a verlas por primera o por segunda vez y a enfrentarme a mis imágenes.