Así se gestó el regreso de 'Borgen', la serie que nos hizo creer que otra política era posible
Hablamos con Birgitte Hjort Sørensen, la actriz que vuelve a interpretar a la periodista Katrine Fønsmark en el revival para Netflix de la serie creada por Adam Price.
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La presidencia de Trump demostró que podía pasar cualquier cosa en política. Las redes sociales dinamitaron el día a día de celebrities y anónimos. La independencia apareció en el diccionario de la vieja Europa. Todavía no han pasado diez años del final de Borgen y el mundo ya es un lugar muy diferente al que dejó la revolucionaria serie creada por Adam Price.
Entre 2010 y 2013 la televisión pública danesa produjo una fascinante serie que atrajo por igual a políticos y politólogos, izquierdas y derechas, hasta conseguir que medio mundo entendiera la idiosincrasia de un pequeño reino que ni siquiera alcanza los seis millones de habitantes. El fenómeno internacional ha llevado a Netflix a coproducir un revival (ahora bautizada como Borgen. Reino, poder y gloria) protagonizado de nuevo por Sidse Babett Knudsen y Birgitte Hjort Sørensen.
Cuando nos reencontramos con los personajes, a Birgitte Nyborg la acaban de nombrar ministra de Asuntos Exteriores cuando una empresa descubre petróleo en Groenlandia. Después de ejercer de jefa de prensa de la líder del partido de los Nuevos Demócratas, Katrine Fønsmark pasa a liderar el departamento de informativos de TV-1. Ninguna de las dos lo tendrá fácil cuando una lucha internacional (con protagonistas como Rusia, China y Estados Unidos) les obligará a demostrar hasta qué punto quieren aferrarse al poder del que disponen.
SERIES & MÁS ha hablado con Birgitte Hjort Sørensen del regreso de una serie que triunfó en todo el mundo cuando ni siquiera sus productores creían que sería capaz de seguir los pasos de The Killing, el mayor éxito de las series danesas hasta entonces. La actualización a los nuevos tiempos, la nueva crisis profesional de Katrine, el boom de la ficción de su país y las misteriosas razones que convirtieron a Borgen en el mayor fenómeno de la ficción política desde El ala oeste de la Casa Blanca son algunos de los temas que surgen en nuestra conversación con una actriz que se siente feliz de volver al personaje que cambió su vida para siempre.
Han pasado casi diez años desde el final de Borgen. ¿Cómo reaccionaste cuando Adam Price le dijo que quería volver a hacer la serie?
Me sorprendió para bien. Todos creíamos que era un capítulo que se había cerrado hace diez años y nunca pensé que volveríamos a hacer Borgen. Para mí es una experiencia muy especial. Fue un lugar en el que crecí como actriz. Fue prácticamente mi primer trabajo y es el sitio en el que he pasado más tiempo. Es lo más parecido que he tenido a un trabajo estable y me dio muchas oportunidades. Tengo mucho aprecio al personaje, a la historia y a la propia serie. Me emocionó mucho cuando Adam empezó a hablar de la idea de hacer una cuarta temporada. Cuando me contó cuál iba a ser la trama de esta temporada, me pareció que era muy actual e importante. Tuve claro desde el principio que quería hacerlo.
¿Fue esta la primera vez que hablasteis sobre volver a hacer la serie?
Sí. Era la primera vez que surgía la idea. Hay que tener en cuenta que Borgen era una producción de la televisión pública danesa. Ahí nunca han tenido la mentalidad hollywoodiense de alargar algo si tiene éxito. No es su forma de trabajar. Su idea era hacer dos o tres temporadas y pasar a otra cosa. Todos pensamos que ese era el final.
Me he pasado mucho tiempo intentando entenderlo y la conclusión a la que he llegado es que es una serie que habla del compromiso, tanto en nuestro trabajo como en la vida personal. Es algo que todos hacemos en nuestro día a día. Esa es mi teoría.
Con Trump y las redes sociales, el periodismo ha cambiado en la forma en que se discute y se informa sobre política. ¿Cómo refleja eso la serie?
Creo que, tanto en lo político como en lo mediático, el mundo ha cambiado mucho desde que terminamos de hacer Borgen en 2013. Ahora la sociedad es más cínica, creo. Las cosas realmente han cambiado. Las redes sociales existían mientras hacíamos la tercera temporada, pero no era algo tan poderoso como hoy en día. Ahora es algo con lo que tienes que lidiar, como Katrine va a descubrir en esta nueva temporada. Es una fuerza incontrolable. La gente te va a dar su opinión, independientemente de si saben de lo que están hablando o no. Cualquier detalle se puede convertir en noticia ahora mismo. Si eres una persona pública, es algo prácticamente insalvable.
Y luego está el cinismo y la brutalidad del nuevo panorama político. Todo eso se va a reflejar más en la trama de Birgitte. Sucesos como la presidencia de Trump o el Brexit nos pillaron por sorpresa, o al menos eso me pasó a mí y a mis amigos. Más allá de lo político, descubrimos que habría un gran grupo de gente del que no éramos conscientes y que hasta ahora no habían encontrado la forma de manifestar sus deseos y preocupaciones. Creo que esta temporada hemos dibujado un panorama más grande de lo que está pasando en el mundo. Diez años después estamos en un lugar muy diferente y no podíamos no reflejar eso.
Durante sus primeras temporadas la serie contaba historias más pequeñas sobre Dinamarca con sobre política y el periodismo local. Este año la historia es más grande, está serializada y el alcance es internacional. ¿Os explicó Adam cómo iba a cambiar la serie en su nueva etapa antes de empezar a trabajar en ella?
Desde el principio dijeron que no querían limitarse a hacer otra temporada más de Borgen como las que ya habíamos hecho. Adam y su equipo querían reinventar el universo para contar algo nuevo y porque había pasado mucho tiempo. Me pareció muy buena idea. La televisión también ha cambiado mucho en estos años. La tecnología ha cambiado radicalmente. La forma de contar historias también. Teníamos que incorporar todo eso.
Me parece muy guay que hayan decidido contar una historia importante y hacerlo a través de una forma grandilocuente. Fíjate en todas las imágenes de Groenlandia, por ejemplo. Eso es algo nuevo para nosotros. Me gusta mucho un detalle de la puesta en escena. Cada vez que estamos en Dinamarca, los directores usan planos cerrados y más opresivos, pero en Groenlandia el punto de vista es mucho más abierto y utiliza de forma muy expresiva la grandiosa geografía de la región.
Uno de los temas de fondo en la temporada es la independencia de Groenlandia respecto a Dinamarca. En los últimos años hemos visto movimientos similares en Escocia o Cataluña. ¿Cómo fue abordar esa trama en particular?
Es importante que en los últimos años hayan surgido varias historias que han explorado en profundidad el particular caso de Groenlandia. No hemos sido solo nosotros. Me parece muy importante y tengo que ser sincera en este sentido. Creo que no me ha pasado solo a mí, pero la verdad es que no estaba muy informada al respecto. Groenlandia estaba ahí, pero nunca me había parado a pensar en ella. Supongo que es porque no lo ves como tu problema. Espero que la serie ayude a tomar conciencia de la situación groenlandesa.
Es problemático cuando normalizamos la “absorción” de un país por parte de otro. Hacer Borgen me ha ayudado a entender mejor su deseo de independizarse de Dinamarca. Lo entiendo perfectamente, y al mismo tiempo es muy difícil llevarlo a cabo porque las dos naciones están muy interrelacionadas. No podemos cortar lazos ni dejar de ayudarles económicamente de un día para otro. Es una situación y una relación muy complicada. Contar esta historia ha sido una experiencia muy educativa en ese sentido.
Borgen siempre fue una serie muy feminista. Es interesante cómo esta temporada presenta a los dos personajes, Brigitte y Katrine, sufriendo en su trabajo a pesar de sus posiciones de poder.
En este caso no creo que habla tanto de la experiencia femenina en particular, sino de los retos de estar en una posición de poder y responsabilidad. Creo que lo refleja de formas distintas. Birgitte empieza a corromperse moralmente para aferrarse al poder y Katrine se enfrenta a una transición. Ella era muy buena en su trabajo como periodista. A veces pecaba de cierta inmadurez, como el típico trabajador insatisfecho que siempre se está quejando a su jefe.
Ahora lo interesante es que ella es la que está en esa posición. Katrine se va a dar cuenta de que va a tener que adaptarse a los planes y deseos de mucha gente, sobre todo al estar en una posición intermedia. Tiene un equipo a sus órdenes, pero ella sigue teniendo gente por encima. A Katrine le va a sorprender el escaso márgen de movimiento que va a tener para hacer este nuevo trabajo. Pensaba que podía recuperar ella sola ese periodismo de calidad, pero no es el caso. Su día a día consiste en todo menos eso. Se ha metido en una situación que le aleja del trabajo periodístico y eso le va a causar un gran impacto.
Su vida amorosa fue un gran problema en temporadas anteriores . Ahora nos encontramos con una Katrine más madura. ¿Disfrutaste dejando atrás todo ese drama para concentrarte aún más en su carrera?
Siempre es interesante poder explorar nuevos lados de un personaje que ya conoces. Tienes toda la razón. La Katrine que conocíamos era muy buena en su trabajo y un desastre en su vida personal. Ahora pasa precisamente lo contrario, y creo que es una evolución muy interesante para el personaje. Creo que eso explica por qué está en una situación tan difícil ahora. Ella nunca tuvo problemas en el trabajo. Era el lugar seguro en el que todo se le daba bien. Ahora todas esas habilidades que tenía dejarán de servirle. Era una persona muy íntegra y cabezona. Eso ya no le va a servir para ser una buena jefa. Por primera vez vamos a verla frágil en un ámbito profesional, porque va a tener dudas reales de si puede hacer el trabajo que ha aceptado. Ha sido muy interesante poder explorar esta temporada esos rastros de duda e inseguridad que no habíamos visto antes.
Benedikte Hansen (Hanne Holm) y Pilou Asbæk (Kasper Juul) ya no están en la historia. El espectador no obtiene apenas información sobre ellos. ¿Adam os contó lo que pasó con los personajes?
No sé exactamente lo que pasó. Como solo íbamos a hacer ocho episodios e íbamos a contar una única historia esta temporada, estaban más limitados en lo que se podía hacer. De Kasper se dice en uno de los episodios que está trabajando en Londres y que apenas pasa por Dinamarca. Supongo que habrá conseguido un empleo como consultor, pero la verdad es que no lo sé. Kasper siempre era un animal incontrolable. Siempre le costó sentar la cabeza. Narrativamente tiene sentido que ya no esté.
La verdad es que echo mucho de menos a todos los que no están esta temporada. Éramos como una familia rodando Borgen y me lo pasaba genial rodando con Benedikte y Pilou. Se les ha echado de menos, pero es lo que hay. Por suerte, esta temporada tenemos nuevos personajes y compañeros muy interesantes también.
La narración está tan apretada que esta temporada solo tienes tres escenas con Sidse Babett Knudsen. ¿Fue una experiencia rara después de esa tercera temporada en la que vuestros personajes estaban siempre juntos?
La verdad es que tienes toda la razón. Durante el rodaje también eché mucho de menos rodar con Sidse, porque en realidad solo compartimos unos días de grabación. Creo que las dos tenemos una conexión muy especial y las pocas escenas que tenemos son muy especiales. Como hay tanta historia en el pasado, tanto entre Sidse y yo como entre Brigitte y Katrine, esos encuentros están cargados de algo especial. Lo puedes apreciar la primera vez que las vemos reencontrarse. Se aprecian mucho, pero ya no tienen excusas para pasar tiempo juntas ni pueden permitirse esa confidencialidad de la temporada 3 por culpa de los respectivos trabajos de cada una.
Borgen fue un gran éxito en Reino Unido mientras rodábais la serie. Después se convirtió en un fenómeno en todo el mundo. ¿Te sigue sorprendiendo?
Desde luego. Cuando nosotros empezamos, se acababa de estrenar The Killing. El productor ya nos avisó de que la serie iba a tener menos audiencia porque estábamos haciendo una serie sobre política, no un thriller de misterio. Nos dijo que no esperásemos que la serie viajara a ninguna parte porque la gente fuera de Dinamarca ni iba a estar interesada en las historias que contáramos ni iban a entender bien la idiosincrasia de nuestro sistema. Pasó todo lo contrario. Fue algo chocante para todos. Nos vino genial el éxito que había tenido The Killing, sobre todo en Reino Unido, porque de repente se empezaron a interesar por lo que hacíamos.
Me sigue impresionando cuando conozco a gente de Latinoamérica o Israel y me dicen lo mucho que conectan con la serie a pesar de que los sistemas políticos sean diferentes en todas partes. Hay algo universal y personal en la historia que estábamos contando. Me he pasado mucho tiempo intentando entenderlo y la conclusión a la que he llegado es que es una serie que habla del compromiso, tanto en nuestro trabajo como en la vida personal. Es algo que todos hacemos en nuestro día a día. Esa es mi teoría.
Es curioso, porque Borgen empezó a hablar de la necesidad de acercar posturas entre partes enfrentadas incluso antes de que el mundo explotara en esta situación de polarización en la que estamos atrapados ahora. Se adelantó a un problema que no existía aún.
Es cierto. Creo que es mérito de Adam y los guionistas porque están muy al tanto de lo que está pasando en el mundo, tanto a una pequeña como a una gran escala. Borgen se estrenó y empezaron a aparecer numerosos paralelismos con cosas que estaban pasando en Dinamarca. A veces se basaban en cosas que ya sucedían, otras se adelantaban ellos. En la televisión pública danesa repiten un mantra constantemente: “si haces algo local, el interés que generará es universal”. Cuenta historias sobre lo que conoces y el mundo conectará a su manera con ellas.
Hablabas de The Killing. Las series y películas danesas parecen estar en una edad dorada. Borgen, The Bridge, Rita… han sido grandes éxitos. Las películas danesas están nominadas constantemente a los Oscar. ¿Por qué cree que ha ocurrido este tipo de revolución en su industria?
Esa es una muy buena pregunta. Creo que son muchos factores a tener en cuenta. Creo que todo empezó con el movimiento del cine Dogma 95. Como industria nos dimos cuenta de que no teníamos muchos medios para hacer películas a gran escala o abordar ciertos géneros más arriesgados económicamente como la fantasía o la acción. Lo que sí podíamos hacer es crear historias de personajes en las que el proceso creativo fuera mucho más abierto entre las diferentes patas de un proyecto.
Los actores pasaron a tomar un papel más activo en la creación de historias. Los directores y guionistas seguían siendo los autores, pero era una relación mucho más abierta y colaborativa. De repente se pasó a tener la opción de aportar nuestras ideas. Cuando he trabajado fuera de Dinamarca me he dado cuenta de que las vibraciones son distintas. En Inglaterra o Estados Unidos hay una jerarquía mucho más clara. Es más gratificante como actor trabajar en Dinamarca porque te permiten formar parte de la narrativa. En mi experiencia eso ha permitido que los personajes hayan sido más redondos y reconocibles por parte de la audiencia.
El otro gran factor es que supimos aprovechar fenómenos como el de The Killing. Que un producto local tenga éxito internacionalmente ayuda porque va a provocar curiosidad en el público o en la industria. Lo hemos visto con otros países. Hace 20 años si hubieras querido trabajar en Estados Unidos tendrías que eliminar por completo tu acento. Eso ya no pasa. La gente se ha abierto a los acentos y a los subtítulos.
De hecho tú fuiste la primera actriz danesa en aparecer en Broadway. También rodaste con Scorsese en Vynil, una serie de HBO. ¿Qué es lo mejor que te ha dado Borgen?
Literalmente creo que Borgen lo fue todo para mí. Me abrió las puertas al mundo. Y lo siento así, sinceramente. Antes de la serie quizás me planteé en algún momento la posibilidad de trabajar fuera, pero jamás pensé que fuera posible. Borgen me dio un currículo y una serie de oportunidades. Hasta entonces solo eran deseos y promesas. He trabajado duro y he perseguido muchas oportunidades, pero soy muy consciente de lo que le debo a la serie. Siento mucha gratitud por Katrine.
Incluso hiciste una película en España con nuestro Antonio Banderas. ¿Cómo fue la experiencia de hacer Automáta con él?
En realidad rodamos en Bulgaria. Ha pasado mucho tiempo, fue casi hace diez años de hecho. Fue una experiencia increíble. Creo que Antonio fue la primera superestrella a la que conocí y con la que trabajé. Estaba muy nerviosa al principio, pero fue muy acogedor y dulce. Sentí que me cuidaron muy bien. No era una producción fácil y estaba muy involucrado con la película. Tengo un grato recuerdo de la experiencia.
¿Hay conversaciones para hacer otra temporada después de este regreso?
No lo sé. A mí no me ha dicho nadie nada todavía. Es un final más o menos abierto, así que la serie podría continuar. No creo que nadie esté trabajando en una nueva temporada por el momento. Quizás están esperando a ver los resultados en Netflix para decidir si hacen otra temporada. Si hay más Borgen, espero que Katrine vuelva a centrarse en el periodismo. Es donde brilla más y lo que le hace feliz.
La primera temporada de 'Borgen. Reino, poder y gloria' se estrena en Netflix el 2 de junio.
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