'Del revés 2' trae de vuelta la esencia de su predecesora y nos enseña una valiosa lección: por qué debes verla
La nueva película de animación se sitúa en un momento crucial en la vida de Riley: la adolescencia.
“Supongo que es lo que pasa cuando creces, sientes menos alegría”. Con estas palabras -que además componen una de las líneas de diálogo más dolorosas de la película-, Alegría resume a la perfección lo que ocurre en Del revés 2 (Inside Out 2), la esperada secuela de uno de los mejores y más originales largometrajes de la historia de Pixar.
En ella, volvemos a encontrarnos con Riley el día que cumple 13 años. Y también con sus emociones: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco. Todo parece ir como la seda, especialmente porque Alegría se encarga de mandar a los confines de la memoria a todos los malos recuerdos de la protagonista, para que no la molesten ni perturben su estabilidad mental.
Fuera de la central donde conviven las vocecillas de su cabeza, Riley juega al hockey con sus amigas Grace y Bree. Su potencial es tal que las convocan para ir al campamento de hockey del instituto que tendrá lugar ese mismo fin de semana.
Sin embargo, no estaba previsto que la noche de antes los astros decidieran alinearse para que Riley se adentrase de lleno y sin previo aviso en la fantástica época de la pubertad y la adolescencia. Una etapa que, tal y como aparece representada en la película, arrasa con todo a su paso e incorpora además a varias emociones difíciles de gestionar al principio.
Aparecen en escena sin ser invitadas las nuevas habitantes de la cabeza de Riley: Envidia, Ennui -también conocida como Aburrimiento o Hastío-, Vergüenza y, la que será la reina del show, Ansiedad. Con una necesidad abrumadora de tener todo bajo control, esta última decide quitarse de encima a las “emociones menos sofisticadas” y tomar el mando para cambiar a Riley.
Dispuesta a recuperar a la Riley de siempre, Alegría intentará junto al resto del grupo restaurar el sistema de creencias. Aunque el viaje no será nada fácil, y mientras Riley empieza esta nueva etapa, sus nuevas emociones le harán cortocircuitar en más de una ocasión, tomando decisiones que pueden determinar su futuro en el instituto y que, sin duda, también afectarán a sus amistades de siempre.
Joy y el equipo deben encontrar una manera de que Riley vuelva a ser ella misma, pero no antes de que Riley se encuentre en situaciones incómodas y difíciles que afectarán sus próximos años en la escuela secundaria e incluso a sus amistades.
Ese fin de semana en el campamento de hockey, Riley tratará de encajar desesperadamente entre las chicas mayores que ella y también de impresionar a la mejor del equipo. Sabe que si lo hace lo suficientemente bien, tendrá la oportunidad de ser reclutada en el equipo del instituto. Y este primer punto de inflexión será el que invite a intervenir a las nuevas emociones. Especialmente a Ansiedad, que ya tiene previstos en su pequeño ordenador todos los escenarios posibles del futuro de Riley.
En un principio, puede ser fácil caer y pensar que Ansiedad es la villana de la película. Y tiene todo el sentido del mundo. Después del primer largometraje, hemos conectado con las primeras emociones y nos hace sentir mal que Ansiedad las encierre y las mande lejos del centro de control. Pero Del revés 2 ha aprendido la lección de su predecesora y volverá a enseñarnos que todas las emociones son igual de válidas en su justa medida. Incluso la ansiedad.
Porque cualquier persona que la haya experimentado en algún momento sabe que su intención es la de protegernos y, en este caso, proteger a Riley, aunque tenga una forma de razonar y una forma de actuar cuestionables. Y si en la primera película fue Tristeza la que sentó las bases del mensaje principal, en esta segunda será Ansiedad -la gran protagonista del filme- la que termine de afianzarlo, llevándonos a la idea de que también es necesario ser conscientes de nuestras partes menos agradables, ya que estas también forman parte de nosotros y de quienes somos. Incluso aunque nos empeñemos en apartarlas e ignorarlas.
Por otro lado, otra de las grandes bazas con las que juega la secuela es la emotividad de su predecesora. Si bien Del revés fue una película especialmente emotiva que quizá tendía a ser deprimente, la secuela replica esta parte más sensible, aunque recuperando la alegría al final -yendo así en consonancia con su lado narrativo-.
Del revés 2 amplía el mapa mental de Riley y aprovecha para presentar juegos de palabras y guiños muy divertidos con los que todos se sentirán muy identificados, recorriendo muchos rincones en poco tiempo y tratando los temas pertinentes sin apresurarse, para lograr que la película nos deje con un sabor de boca similar al que buscamos.
En definitiva, y aunque no cuente con el factor sorpresa de su predecesora, Del revés 2 plantea unas preguntas parecidas, logra pellizcarnos de una forma semejante y juega en la misma liga que otras secuelas de Pixar. Los creadores de aquel fenómeno en taquilla han sabido identificar los elementos que encendieron la chispa en 2015, recuperando la fortaleza necesaria para volver a convencer a los que perdieron la fe en el estudio de animación con sus últimas películas.
Parece que en Pixar están intentando aprender lo mismo que Riley: que hacerse mayor y empezar etapas nuevas no es fácil, y que aunque parezca que cada decisión que tomamos es crucial en nuestro futuro, en realidad no lo es tanto. A veces nos equivocamos o nuestras decisiones son menos acertadas, pero estas siguen siendo importantes y también nos ayudan a seguir avanzando.