El fin de los zumos de naranja en las series de televisión
Todavía recuerdo cuando publicamos el nuevo proyecto de ficción de Antena 3 y Globomedia. Por aquel entonces se llamaba Mosquita muerta. ¿Globomedia preparando una serie sobre una cárcel de mujeres? Admito que al principio era bastante reticente a esta idea. Ya me estaba imaginando a las violadoras, las asesinas y las ladronas formando pandilla y desayunando al son de la música alrededor de una mesa junto a los guardas. Pero me tuve que comer mis palabras. Una a una. Vis a vis.
El lunes la crítica y el público se deshizo en alabanzas cuando se toparon con la serie de bruces. Globomedia, la productora por excelencia de las series familiares, se encontraba en una época de crisis. En estos últimos años, el resto de productoras le estaban adelantando por la derecha, por la izquierda e incluso hubo alguna que le metió un gol entre las piernas. Y Globomedia tenía puesto un corsé del que le costaba desprenderse. Un conservadurismo que le llevó a tocar fondo el pasado año con Bienvenidos al Lolita.
Globomedia tenía puesto un corsé del que le costaba desprenderse
La productora necesitaba un giro de timón que les hiciese virar su rumbo 180 grados. Un golpe a tiempo en su brújula y Globomedia ha encontrado con Vis a vis su nuevo norte. Un soplo de aire que pone la veleta mirando directamente hacia donde debe y va la ficción española. El fin de los zumos de naranja.
Algunos se creían que una serie que consiguiese sentar a toda la familia delante del sofá necesitaba ser un espejo de sus espectadores. Del menor al mayor. De la abuela al niño. Un mal camino que estaba sirviendo de coladero de espectadores por el que se iban escapando las nuevas generaciones acostumbradas a un modelo de ficción americano. De nicho y sin prejuicios. Con Vis a vis, una serie muy árida que no entra por todas las puertas, se demuestra que todo modelo tiene su público.
Su éxito no sólo es bueno para Globomedia y para Antena 3. Su éxito es bueno para Telecinco, para Bambú o hasta para Plano a Plano. La serie no estaba destinada a las grandes masas y, sin embargo, hizo grandes audiencias. Su éxito significa que las cadenas podrán dar el visto bueno a cada vez producciones más arriesgadas sin miedo a que lo vean cuatro gatos.
Vis a vis ha abierto la grieta por la que dentro de un tiempo correrá agua. La serie ha dado con el mazo al cascarón. Pero un mazo que por sí solo no tiene fuerza. Un golpe que ha sido empujado por anteriores producciones que en los últimos años han impulsado la marca de buena y rompedora ficción española a su mejor momento.
El Principe llevó la actualidad terrorista más radical a la pequeña pantalla. Sin identidad o Gran Hotel renovaron el género del suspense. Allí Abajo ha marcado lo que debe ser la nueva comedia en televisión. La que se avecina demuestra tras ocho temporadas que un buen guión traspasa la pantalla. El ministerio del tiempo ha demostrado que el fenómeno fan ya no es cosa de carpetas. Isabel es una prueba de que la historia española es una mina llena de diamantes. El tiempo entre costuras dejó embobados a los reticentes a los español.
¿Es española? Sí, es española.