Castilla y León necesitará generar unos bosques "bien gestionados, resistentes y resilientes"
El director de Centro Investigador Forestal de Castilla y León plantea exportar el modelo forestal de Soria al resto de la Comunidad
23 julio, 2022 16:19Noticias relacionadas
Un buen dispositivo de extinción de incendios, ligado al ataque temprano; unos montes "vivos y bien gestionados" donde se aprovechen los recursos y exista un sistema de cogobernanza, que genere paz social; y la adaptación de los bosques al cambio climático, es decir, aumentar su resistencia y resiliencia con una visión estrategia de ordenación del paisaje, son las claves para evitar que incendios de la magnitud del zamorano o el abulense se repliquen en el resto de Castilla y León.
El director del Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León (Cesefor), Pablo Sabín, recuerda a Ical que incluso poniendo todos los medios disponibles, los incendios van a existir siempre, porque el monte tiene materiales combustibles y se van a suceder épocas de calor, sequedad y viento.
En este contexto, el director del Cesefor considera que se debe tratar de evitar que los incendios provoquen daños en los sitios que "no se deben tocar", es decir, proteger los sitios estratégicos empezando por los pueblos, enclaves con mayor valor natural, y trabajar porque los incendios no alcancen la magnitud de los de Zamora o Ávila, que han provocado desastres fuera del control humano.
A esto se suma la necesidad de realizar una gestión forestal activa que aproveche los recursos y la madera y generen infraestructuras de defensa.
Otra de las actuaciones pasa por adaptar los bosques a las nuevas condiciones del cambio climático con un aumento de su resistencia y resiliencia, es decir, tener una visión estratégica de ordenación del paisaje para que sean más resistentes en su conjunto con la suma de la parte urbana, ganadera y agrícola. "Si los bosques están estresados y sin preparar para el cambio al nuevo escenario climático, los efectos de los incendios se amplifican por los efectos del cambio climático", indica.
Sabín explica que la resiliencia del bosque es la capacidad de que vuelva a recuperar su función ante un incendio, y agrega que también es "clave" la estrategia de planificación territorial, es decir cómo gestionar el paisaje para que los efectos de los incendios sean menos devastadores.
En este aspecto, desde el Cesefor se plantea crear espacios abiertos con bosques abiertos, dehesas con pastizales donde el ganado cree una infraestructura de defensa en torno al pueblo y un paisaje con cierto nivel de mosaico que tenga discontinuidades, es decir, pastizales y vegetación más húmeda que actúe de barrera. "Se debe diseñar una planificación estrategia del paisaje de autoprotección con infraestructuras de defensa, perímetros de protección y unidades continuas de bosque limitadas para que haya zonas de protección alrededor en torno al bosque con pistas de acceso y una buena red viaria que permita apagar de forma temprana los fuegos".
Asimismo, precisa que "es necesario que todas las actuaciones se den a la vez, es decir, de nada sirve tener un bosque con modelo forestal sostenible sin un buen dispositivo de incendios que se caracterice por el ataque temprano y la preparación de sus profesionales".
Modelo forestal Soria
Desde Cesefor se precisa que el modelo forestal implantado en la provincia de Soria es el mejor ejemplo de cómo deberían ser gestionados los bosques para resistir a los envites del cambio climático. En Soria se dice que se "limpian" los bosques pero no de basura. En Soria se aprovechan los recursos y no se tiene miedo "ni a la motosierra ni a ver camiones cargados de troncos".
En la provincia más despoblada de España, los bosques tienen planes de gestión donde se determinan sus cortas y su industria forestal aprovecha los recursos, lo que ha generado una infraestructura viaria adecuada. La intervención humana provoca que la carga combustible "esté controlada".
"No puedes intervenir en todo el patrimonio natural, porque hay zonas de reserva pero el concepto es que no esté abandonado o dejado. En Soria los recursos locales se transforman y esto no lo hay ni en Zamora ni en Ávila ni en Valladolid", advirtió.
Asimismo, en la provincia existe una vinculación directa entre la sociedad y el monte, y se da una paz social respecto a cómo se debe realizar la gestión del mismo. "En Soria se cortan árboles y nadie se echa las manos a la cabeza, los vecinos entienden que hay que cortar árboles y el concepto de aprovechamiento. En otros sitios esta visión no está tan implantada".
En el modelo de gestión forestal 'Soria' se incluye un buen "ecosistema de gobernanza", donde los ayuntamientos, la Diputación, la Junta y la Asociación Forestal y Cesefor, como centro investigador para el sector, tienen buena sintonía y funcionan bien. "Los propietarios están implicados con la gestión, sea una administración pública o uno privado y lo que se genera, en parte, se reinvierte en mejoras para el monte".
Para Sabín a muchos de los problemas que sufren los bosques en el resto de Castilla y León se les debería aplicar el "modelo Soria" que se caracteriza por tener un patrimonio natural, rico, diverso, gestionado y aprovechado y con una parte de bosques más maduros que en el resto de provincias de la Comunidad.
"En Soria no hay miedo a ver una motosierra y un camión cargado de madera. En Soria hay una visión compartida de lo que debe ser un bosque, al contrario que en otros sitios, donde puede existir la visión pero no hay implantación porque no tienen industria forestal".
El director del Centro, no obstante, admite que hay que convivir con los incendios, ya que cuanto más bosque haya, más combustible, por lo que aboga por asumir los riesgos con gestión para evitar su lesividad. "No se puede renunciar a tener bosques, que debería de ser un derecho a día de hoy y para a ello hay que poner los medios, aprovechar los recursos y generar actividad con ellos".
Tras los devastadores incendios llega la hora de volver a recuperar el pulso de la naturaleza. Si el bosque arrasado era resiliente, las semillas de las propias plantas generarán un nuevo bosque con "cierta ayuda", es decir, la dinámica natural funcionará por sí sola. En otros sitios habrá que hacer trabajos de restauración más intensos, que incluyan una planificación con procesos que generen masas adaptadas acorde al cambio climático, es decir, "pensando en lo que se viene encima".
Para ello, es necesario utilizar diversidad de especies, es decir, las que mejor se adapta al día de hoy y al futuro de ámbitos más secos y otras de ámbitos más húmedos, ya que el cambio no es homogéneo en el territorio y hay eventos de calor muy extremos y, en otros sitios, es previsible que se modifiquen las condiciones y se mejoren las condiciones de vida de otras especies.
"Se deberán introducir frondosa, encinas, rebollos, es decir, complementarias a esas masas y otras que estén más adaptadas.Todo esto tiene que tener una visión estratégica de paisaje. Quizás hay sitios boscosos que no tienen que serlo porque pasan a ser zona estratégica de defensa y otros que deben ser dehesas donde los fuegos no tienen capacidad de propagación. Se deben generar discontinuidades, es decir, buscar ese mosaico en la restauración futura y, paralelamente, dejar a la naturaleza actuar", detalla para reconocer que en algunas zonas habrá que hacer "intervenciones duras" con visión a largo plazo y estratégicas del paisaje.