ENTREVISTA | Rodrigo Cortés: "Salamanca es piedra y frío vivificante, donde crecí y cometí mis mejores errores"
Rodrigo Cortés (Pazos Hermos, Orense, 1973) es reconocido director, actor, productor y guionista, a lo que suma también su faceta de escritor. Desde joven se encuentra especialmente vinculado a la ciudad de Salamanca, donde quiso ser pintor, escritor y músico; hoy lo hace todo a la vez al dedicarse al cine. Ha trabajado con actores de la talla de Robert de Niro, Sigourney Weaver, Ryan Reynolds o Uma Thurman. Decir que a los 16 años realizó su primer cortometraje, 'El descomedido y espantoso caso del victimario de Salamanca', en formato súper 8, y así hasta 11 filmes como director, hasta llegar a 2018 con 'Down a Dark Hall' (conocida como 'Blackwood' en España), una película estadounidense de género fantástico y terror.
Rodrigo Cortés es, además de uno de los mejores cineastas del actual panorama español, un escritor sin igual. En 2013 publicó 'A las 3 son las 2', una colección de antiaforismos, delirios y bombas de mano y, un año más tarde, 'Sí importa el modo en que un hombre se hunde', su primera novela. En 2016 aparece su nuevo libro de breverías: Dormir es de patos.
Y en 2021 'Los años extraordinarios', su segunda novela, cuya aparición "lo sitúa entre las voces más destacadas de nuestras letras". Y todo gracias a una ficción que muestra una historia alternativa del siglo XX. Así pues, una ucronía de tintes valleinclanescos cuyo protagonista es una mezcla del don Quijote de Miguel de Cervantes, el Gulliver de Jonathan Swift y el Marco Polo de Italo Calvino. Una novela quenarra la vida de Jaime Fanjul Andueza, un salmantino nacido en 1902 que se pasa los primeros veinte años de su vida haciéndose el tonto y que, además, puede comunicarse con los fantasmas. Y con el autor habla El Español de Castilla y León.
P.- ¿Cuáles son para Rodrigo Cortés ‘los años extraordinarios’?
R.- Los próximos. Ahí no me pillas.
P.- Por cierto, 'Los años extraordinarios' es su segunda novela.
R.- Tendría que comprobarlo, pero así, de memoria, diría lo mismo.
R.- Un niño —luego un joven, luego un hombre— que camina sin particular propósito y aprende más bien poco de la gente con la que se cruza y los países que conoce. Se enamora sin exagerar y prueba esto y aquello aceptando de la vida lo que ofrece. Tiene sobre casi cualquiera dos ventajas maravillosas: no juzga y no se queja.
P.- ¿Es mágico el mundo literario y de ficción de Rodrigo Cortés?
R.- La novela es mágica apenas o sobrenatural por poco. Se tuercen las leyes de la realidad, también las físicas. Todo es, pues, posible. Pero posible por muy poco.
P.- ¿Qué supone para usted la ciudad de Salamanca?
R.- Piedra y frío, un frío vivificante. El lugar donde crecí y cometí mis mejores errores.
P.- Además, Galicia también es otro de sus paraísos.
R.- Nací allí por mandato materno, así que mi sangre ha quedado impregnada de montes, fragas y lúcida mala leche. No de mar (nací en Orense). El mar que conozco es el salmantino, el que describe la novela, el que llegó a Salamanca el 23 de abril de 1918.
P.- ¿Rodrigo Cortés viaja tanto como Jaime Fanjul, o todo es ficción?
R.- Todo sería ficción aunque viajara. Viajar mismo es ficción. Uno está parado siempre: es el mundo el que se mueve.
P.- ¿Con qué se queda, con la historia o con la imaginación?
R.- La historia es una fábula moral que cuenta el ganadory otro hace como que se cree. Pero me gusta (estudié Historia del Arte) y la leo con delectación. Como se leen los cuentos.
P.- ¿Qué supone para usted convertirse en un escritor consumado?
R.- ¿Cuándo ha pasado eso?
P.- ¿Cine o novela?
En mi caso, nunca ha habido pluma sin cámara ni cámara sin pluma. Me ocuparé, si todo va bien, de que así siga siendo.
P.- La mayoría de los lectores le conocen por tu faceta de director de cine.
R.- No, si son lectores.
P.- ¿Vivimos en un mundo de ficción, como su personaje Jaime Fanjul, o nos puede la realidad?
R.- La realidad nos puede siempre, la realidad no se discute. La realidad es. Podemos inventarnos el mundo, pero la realidad sigue su marcha, inalterable, y, o aprendemos a descifrarla, o nos pasa por encima. La realidad no se apiada de nadie.
P.- ¿Aún tenemos tiempo para el humor y la risa, como parece ser que busca usted en algunos momentos de su novela?
R.- Siempre hay tiempo para el humor, como siempre lo hay para el oxígeno. El humor no hace al hombre inteligente, lo hace humano. Simplemente.
P.- Por último, ¿un director de cine y escritor tiene algún paraíso perdido —como fueron los de Basilio Martín Patino— a las puertas de los cincuenta años?
R.- Esta es fácil: no.