Los primeros serán relegados a los últimos
Cuando alguien no sabe cuál es su sitio, la posición que ocupa, por más que él quiera ser el máximo, es algo que todos, en nuestro interior, deseamos, no puede dejarse ver los calcetines sin hundirse en la miseria. La humildad es parte de la grandeza de las personas y, por más que puedas ser el mejor, en cualquier faceta de la vida, si no eres humilde y generoso, demuestras que tienes un tapón en las neuronas que te impide crecer.
Nuestro Presidente, pues nos guste, o no, es el presidente de todos, ni sabe, ni siquiera quiere saber, ni un pito que le importa, que es un mediocre que siempre aprovechó las amistades, las deudas y la suerte de ser el vulgar útil que servía para un roto. Es un personaje que ha llevado al PSOE a los peores resultados electorales, que le han echado sus compañeros, que con el dinero de su suegro, multimillonario de hoteles de lucecitas, ha conseguido recolocarse, que es doctor con un doctorado plagiado, que es profesor por el dedo del contrato, que colocó a su mujer sin ser ni siquiera graduado o licenciado como directora de Máster, que para ir de fiesta necesita aviones y helicópteros públicos para desplazarse, que llegado el día de la Nación quiere ponerse a la altura del Jefe del Estado,… etc., es un personaje que la vanidad y el dinero le hacen perder el sentimiento, la ideología y la realidad de las cosas.
Hablamos de transparencia y tiene la tesis plagiada, hablamos de conseguir las cosas con esfuerzo y preparación y coloca a su mujer como si valiese para algo, desea salvar a los menos favorecidos y se colocan en los mejores puestos sin la titulación mínima, hablamos de corrupción y se gastan el dinero de los parados en prostíbulos, mariscadas o en reuniones de fiscales con delincuentes (con “vaginas profundas”); pero, dicen que suben el salario mínimo, las pensiones, universalizan las guarderías, dicen ayudar al dependiente e incrementan los tipos impositivos a las rentas más altas, y ellos, sin embargo, no renuncian a ni uno sólo de sus privilegios, es más, quieren tener más de los que tienen, ni rebajan políticos, ni gastos, ni lujos, todo lo pagan otros, se lo sacan al “perrito sin alma”. Cuando dices esto, te llaman fascista y demagogo, pero ellos no se quitan ni un duro. Son feministas de pacotilla (“esas tías”) y defensores del homosexual de plexiglás (“maricón o nenaza”)
Los ladrones del PP se lo llevaban de las grandes empresas que les organizaban los mítines en los pueblos, o robaban a los grandes empresarios; pero, estos señores, que claman su limpieza, se lo quitan a los ciudadanos que se levantan todos los días a trabajar, los que hacen su trabajo por salario mínimo, los que están en paro, los que con esfuerzo levantan una empresita que da trabajo a otros tres apostando hasta con su casa, con su patrimonio y sin paro, sin indemnización si algo sale mal, te lo quitan a ti, a mí, al que lo necesita; eso sí, se convierten en defensores de la solidaridad y la justicia.
Son los abades del monasterio, que terminaban con la sopa de ajo para ellos, mientras los monjes, que les habían votado para eso, seguían tomando la dichosa sopa; vamos, que son te subo el salario mínimo con tu dinero, pues de lo mío no me rebajo ni un euro; es más, como se deje, le quito el sitio al Jefe del Estado.
¡Vaya tropa! y luego dirán de los demás, “¡manda huevos!”