Se cuenta que las majas de Goya acabaron al cabo del tiempo en manos de Godoy, y que este había instalado en su gabinete un mecanismo de cables y poleas que le permitía exhibir una pintura u otra en función de quien fuera a visitarlo.
Este juego de vaivenes acontece también en el PSOE de Castilla y León, como si Ana Sánchez y Virginia Barcones fueran una especie de majas de Luis Tudanca. Igual que el Príncipe de la Paz, el burgalés acciona las poleas a conveniencia y ora se ve a una, ora a la otra en la política regional o en el partido. El retorno de Virginia Barcones a la Delegación del Gobierno en Castilla y León ejemplifica esa alternancia pictórica.
Cuando Tudanca ascendió a la secretaría regional del partido en 2014, organizó el artilugio para que la pintura visible fuera la de la zamorana Ana Sánchez, a la que convirtió en secretaria de organización y al mismo tiempo en vicepresidenta segunda de las Cortes de Castilla y León.
Óscar López
Luego reparó en que su entramado adolecía de equilibrio. Y en 2015 se apresuró a llevar a Valladolid el contrapeso de la soriana Virginia Barcones, a la cual hizo viceportavoz del Grupo Parlamentario Socialista. A partir de entonces, descansó tranquilo, comprobando cómo los cables y poleas de su particular sistema iban y venían con suavidad según sus designios.
López Águeda, director ahora del Gabinete de Pedro Sánchez en la Moncloa, fue el antecesor de Tudanca al frente del socialismo castellano y leonés. Su problema era que las poleas del partido y del grupo parlamentario chirriaban como goznes de puerta vieja. Una creciente oposición interna descontenta con su gestión perdularia y sus ausencias.
A diferencia de Tudanca, el pobre Óscar solo contaba con una maja, Ana Redondo, mano derecha hoy de Óscar Puente en el Ayuntamiento de Valladolid y antaño, viceportavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el parlamento regional.
López gastaba la mayor parte del tiempo en Madrid, enredando en la política nacional, y solo comparecía en Castilla y León cuando había pleno en las Cortes. Llegaba jadeante por las prisas; hacía la primera pregunta oral de actualidad como jefe del principal partido de la oposición; Juan Vicente Herrera (PP) lo zurraba a placer en las réplicas y contrarréplicas y, con el mismo frenesí, retornaba a la capital de España. Era un visto y no visto.
Su falta de hábito autonómico le acarreó disgustos y le hizo cometer demasiados errores. Así, cuando jugueteaba con las poleas, desaparecía Ana Redondo, sí, pero, en vez de otra maja, traía al frente la pintura de un majo malhumorado, o sea, Julio Villarrubia, su gran enemigo dentro del partido.
Juego de majas
Tudanca mueve los hilos de la política del PSOE castellano y leonés sin tanto ruido, fiado al juego fecundo de sus majas. Cuando en 2018 Pedro Sánchez se hizo con las riendas del gobierno de España, pulsó el botón y Virginia Barcones apareció de pronto como delegada del Gobierno en Castilla y León.
En 2019 volvió a manipular el cacharro. Virginia se esfumó de la Delegación del Gobierno para reaparecer como cabeza de lista del PSOE de Soria en las elecciones autonómicas. Durante un tiempo se especuló con que Tudanca podría ser nombrado ministro. Muchos pensaron entonces que Barcones le sustituiría al frente del PSOE y sería la candidata a la Junta. Pero no hubo ministerio para Tudanca y todo siguió igual.
Hace diez días el mecanismo dichoso se puso otra vez en marcha. Y la maja Virginia Barcones cuelga de nuevo en las paredes de la Delegación del Gobierno de Castilla y León. La magia goyesca de Tudanca, chacho.